Una de las
maderas de comentar un texto es el punto de vista pragmático; es decir, desde
la puesta en uso del mismo en una situación comunicativa. Entre los elementos
que se analizan de este modo se encuentran las imágenes de presencia. Éstas se
vinculan con las relaciones reales o no que existen entre el emisor y el
destinatario que influyen en la comunicación. También nos da pistas de cómo
comprender ciertas palabras.
Las imágenes
de presencia pueden analizarse desde la
esfera del emisor y del receptor. Según la primera, el emisor se haría dos
preguntas básicas y claves: ¿quién soy yo
para hablar así? ¿quién es él para que yo hable así?
El receptor,
en cambio, para descodificar el texto se pregunta: ¿quién es él para que me hable así? ¿quién soy yo para que me hable
así?
Estas
perspectivas responden a la relación que existe entre emisor y receptor: uno
es, jerárquicamente, superior o presenta la misma importancia.
Sabiendo
esto, me dispongo a realizar un somero comentario desde este punto de vista
pragmático. ¿Y qué voy a comentar? El siguiente mensaje: POR LO QUE YO SÉ..., que todos sabemos de quién parte y a raíz dequé.
Nos
encontramos ante unas palabras que implican un alto significado.
Si analizamos
esto desde punto de vista de imágenes de presencia por parte del receptor,
pueden darse dos casos: que comprenda lo que implican las palabras de Cospedal
o que se quede en el significado literal. Lo que conlleva una baja competencia
así como un reducido conocimiento del mundo compartido.
En el segundo
caso podrían responderse las preguntas antes mencionadas del siguiente modo:
jerárquicamente somos iguales o, incluso, superiores. De ahí que se vea
obligada a explicarnos que ella no ha tenido nada que ver en el oscuro tema de
los sobresueldos. Me respeta y por eso pone las cartas sobre la mesa.
Seguro,
querido lector, que se está riendo porque realmente lo que tiene en la mente la
emisora es que se siente superior y, hasta cierto punto, intocable –aunque
tenga que guardar las apariencias, no muy bien-. E incluso considera a su
destinatario un auténtico cabeza hueca al que puede mentir sin mucha maestría.
Y es
consciente de que resulta falaz todo lo que está afirmando; sin embargo, cabe
la posibilidad de que se descubra. De ahí que siempre emplee la expresión POR LO QUE YO SÉ… Un intento poco
sutil de decir que si se pilla a sus compañeros robando, a pesar de haberlo
negado, ella no ha tenido nada que ver.
En
conclusión, vemos que a la pregunta ¿quién es él (el pueblo) para que yo le
hable así? La respuesta que se extrae de esta comunicación –como de tantas
otras- es: imbécil.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Se agradecen los comentarios, especialmente para no sentirme como una loca que habla sola. Saludos.