Hoy vamos
a recordar uno de los poemas de Blas de Otero, <<Digo vivir>>, que
vamos a comentar de manera pragmática. Ha de recordarse antes de empezar que la
Pragmática es una disciplina relativamente joven que se centra en el uso de la
lengua, en una situación comunicativa concreta y no como elemento aislado.
Porque vivir se ha puesto al rojo vivo.
(Siempre la sangre, oh Dios, fue colorada.)
Digo vivir, vivir como si nada
hubiese de quedar de lo que escribo.
Porque escribir es viento fugitivo,
y publicar, columna arrinconada.
Digo vivir, vivir a pulso, airada-
mente morir, citar desde el estribo.
Vuelvo a la vida con mi muerte al hombro,
abominando cuanto he escrito: escombro
del hombre aquel que fui cuando callaba.
Ahora vuelvo a mi ser, torno a mi obra
más inmortal: aquella fiesta brava
del vivir y el morir. Lo demás sobra.
El enfoque
pragmático incluye todos los niveles lingüísticos, de manera que vamos a
analizar el texto en sus planos fonético, morfosintáctico y léxico-semántico,
así como a tratar cómo han sido empleados por el autor.
Por tanto,
nos disponemos a comentar la situación comunicativa del presente texto. Para ello,
vamos a centrarnos en las tres propiedades básicas del mismo: coherencia, cohesión
y adecuación al contexto.
Comencemos
por la coherencia. Ésta suele definirse como un mecanismo que implica una
unidad global significativa y aglutinante que articula todo el texto que
analizamos. Así que incluye la intención y el tema.
La primera
se refiere a qué pretende comunicarnos el autor. En este caso, la intención del
yo de acercar la poesía a la realidad próxima, con lo que reniega de sus
composiciones anteriores. En consecuencia, el tema responde a esta intención de
crear una poesía útil y más cercana a la sociedad.
Como puede
comprobarse, tanto la intención como el tema vertebran el texto, por lo que
conforman coherencia global. Ahora bien, esta coherencia supone también la
elección de la estructura, tanto externa como interna.
En cuanto
a la externa, nos hallamos ante un texto literario de género lírico escrito en
verso, concretamente un soneto, pues está dispuesto en cuatro estrofas (dos
cuartetos y dos tercetos). Aunque este tipo de estructura poética fue creada en
el siglo XIII por la escuela siciliana, veremos que tanto el contenido como el
empleo de la lengua nos conduce a una época mucho más cercana. A esto se suma que, desde el punto de vista
de la forma discursiva, es una mezcla de descripción y argumentación.
Respecto a
la estructura interna, el poema se puede dividir en dos partes de contenido
(coherencia lineal): por un lado, los dos cuartetos contienen las causas de su
decisión (desdeñar su poesía anterior, centrada en el yo, a fin de volver la
vista a una sociedad que está sufriendo las calamidades de la postguerra); por
otro, los dos tercetos, con dicha decisión. Y lo consigue, entre otras elementos,
por el empleo de la progresión temática de diferentes tipos. Así, en:
hubiese de quedar de
lo que escribo.
Porque escribir
es viento fugitivo,
y publicar,
columna arrinconada.
se hace
patente el uso de la progresión temática constante, para luego sumarse la de
tema derivado, donde se trata el mismo asunto, pero con remas diferentes (escribir,
publicar).
Se añade,
también, lo que Bernárdez ha denominado progresión de tema extralingüístico, en
la que tiene que ver el conocimiento del mundo, de modo que se oculta el tema
reiterado de las injusticias sociales.
Partiendo de
la intención del autor —que es lo que motiva la comunicación—, hemos de
analizar la adecuación y las diferentes decisiones que aquél ha tomado para que
esa propiedad se dé. Con este fin, nos centraremos en el referente, el registro
ideomático elegido, la función del lenguaje predominante, el código
seleccionado, el tipo de texto y el contexto. Por ello haremos referencia a lo
que Verschueren ha denominado imágenes de presencia, a partir de las teorías
de Labov y Brown.
Si comenzamos
con el referente, ya se ha indicado que el yo lírico reniega de su poesía
anterior —más centrado en el yo— para crear una poesía de preocupación social y
útil, porque vivir se ha puesto al rojo vivo, como indica en el primer
verso, en una clara referencia al contexto en el que vive, la postguerra. Clara
es la referencia a la censura: publicar, columna arrinconada. Por eso,
como desea hacer una poesía práctica, de denuncia social que comprenda el
pueblo, selecciona el estilo coloquial, como muestra ese giro del primer verso.
En consecuencia, el texto presenta gran adaptación diafásica tanto al contenido
como a la intención.
En cuanto
al código empleado, es la lengua castellana escrita, aunque acerca elementos de
la oralidad, como la frase hecha, el inciso del segundo verso o la palabra colorada.
Respecto a
la función lingüística predominante, a pesar de la intención de ser claro y
práctico, el texto sigue presentando la belleza del arte literario, por lo que
destoca la función estética. A ésta se suma la expresiva, en tanto que muestra
su pensamiento, además de una manera muy apasionada tanto en la forma como en
el fondo. No hemos de olvidar que se centra en una realidad concreta, con lo
que también utiliza la función referencial. Pero, además, es una llamada de
atención, es un aviso de que vuelve con fuerza (apelativa).
Si pasamos
a la adecuación del tipo de texto, ya se ha indicado que pertenece, por
temática, al literario; por la forma elocutiva, a la descripción (ya que
muestra su intención o propósito) y a la argumentación. Se observa claramente
en la última oración del texto (además de los dos cuartetos): lo demás sobra.
El contexto
de la situación está marcado por un ahora inmediato, lo que se vincula con el
contenido y que se tematiza en el inicio del segundo terceto con ese adverbio. Pero
esto nos conduce también al contexto mental, es decir, el conocimiento del
mundo compartido por emisor y destinatario.
No hemos
de olvidar las imágenes de presencia, que resultan importantes por partir de la
idea de Labov sobre el principio social y las relaciones entre interlocutores
como base para adaptar el texto y las decisiones tomadas para configurarlo.
Verschueren
asegura que tanto el emisor como el destinatario se hacen dos preguntas (que
pueden complicarse). El primero se basará en: ¿quién soy yo para hablar así?
Y ¿quién es él para que yo le hable
así. En cambio, el destinatario se cuestiona: ¿quién soy yo para que me
hable así? ¿quién es él para que me hable así? Una buena competencia
comunicativa dará lugar a una adaptación a este principio social. Y el autor
aquí se dirige a una inmensa mayoría, a un destinatario total, no a una elite,
por lo que decide emplear un uso de la lengua cercano a la masa, destinataria
ahora del asunto de su poemática.
A continuación,
vamos a hacer un análisis de los mecanismos de coherencia y cohesión empleados.
En primer
lugar nos referiremos a la recurrencia fónica, es decir, la repetición acústica
que incide en el significado del texto, en este caso: la rima y el ritmo
acentual, principalmente. Nos referiremos también a cómo juega con la pausa
versal.
Respecto a
la rima, se conforma como indican las pautas del soneto, es decir, rima
consonante con esquema métrico ABBA ABBA CCD EDE. Resulta interesante la
selección de las palabras en las que recae la rima (vivo, colorada, nada,
estribo, fugitivo, arrinconada, airada, estribo, hombro, escombro, caballo,
obra, brava, sombra) que recalcan la intención del contenido señalado.
En cuanto
al ritmo acentual, destaca el yámbico extrarrítmico, muy relacionado con el
apasionamiento que presenta el poema, así como con el tema tratado. Y ese
apasionamiento se identifica también en el uso del encabalgamiento, en especial
el abrupto que va del verso siete al ocho, que rompe la palabra airadamente.
En segundo
lugar, pasemos a las recurrencias léxico-semánticas. Destaca, por un lado, la
repetición de palabras clave, como vivir o vuelo, junto con el
empleo de la derivación (escribir, escribo; morir, inmortal, muerte; vivir,
vida). A esto se suman los recursos de la sinonimia (rojo,
colorada) y antítesis (vivir, morir) y campos semánticos. Principalmente
se utilizan los de la vida (rojo, sangre) y muerte (callaba, escombro),
pero también aparece la escritura (escribir, obra, publicar). Es obvio
el uso de la connotación en los mismos, con lo que, mediante la sugerencia
—para lo que es relevante la competencia comunicativa del destinatario, así
como el conocimiento del mundo compartido— se enriquece el significado.
Sobresale la
metáfora del primer verso del terceto inicial: vuelvo a la vida con la
muerte al hombro (elimina el tema existencialista, dominante en la primera
época, pero, a pesar de no tenerla en sus textos como tema principal, queda
como característico del ser humano).
Si pasamos
a las recurrencias morfosintácticas, resulta destacable la anáfora de porque
al inicio de cada uno de los dos cuartetos, con lo que focaliza la palabra. El autor
está justificando su cambio de actitud poética. Aparecen también repeticiones
sintácticas mediante el recurso del paralelismo en varias secciones del poema,
como vuelvo a la vida con vuelvo a mi ser, torno a mi obra o el
existente entre escribir es viento
fugitivo/ y publicar, columna arrinconada, aunque exista una elipsis del
verbo ser.
Destaca,
además, el empleo de sustantivos (a los que se suman los infinitivos), algunos
artículos o adjetivos determinativos (la muerte o mi obra) que
concretan a aquél. Sin embargo, existen
otros que carecen de la compañía de esos actualizadores, como sucede en es
viento fugitivo para constatar una realidad general (la censura).
Cabe añadir
el empleo de oraciones compuestas (a pesar del aparente coloquialismo),
principalmente causativas.
En cuanto
a la sustitución, existe el uso de deíxis. En este punto sobresale la temporal
con el empleo del adverbio ahora tematizado junto a los morfemas
verbales de tiempo; el referencial, con el adjetivo determinativo mi,
que indica al emisor, así como los morfemas verbales de persona y número.
Resulta evidente
el empleo de la elipsis. Ya se ha comentado la del artículo y el verbo ser,
pero también se da la del pronombre yo.
Todo esto
nos conduce al siglo XX, a la potsguerra española y la poesía social de Blas de
Otero. Ésta se da durante los cincuenta como reacción a su propia poesía
existencialista de los cuarenta, centrada en el yo y en la angustia vital tras
el trauma de la Guerra Civil.
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