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martes, 27 de marzo de 2012

BÉCQUER Y LA PUBLICACIÓN FRUSTRADA.

Todos sabemos que la vida no se portó bien con Bécquer, pero... ¿sabías que estuvo a punto de ver publicada su obra poética en vida? ¿Qué sucedió?

El poeta sevillano entabló amistad con el conservador González Bravo (fundador de la guardia civil y miembro de la R.A.E.), uno de los primeros ministros de Isabel II. Bajo la protección de este político, Bécquer consigue (sin los estudios requeridos) un buen trabajo (censor de novelas) con el que sustentar a sus hijos y a los de su querido hermano Valeriano.

González Bravo ve en nuestro poeta más talento del que éste podía haber demostrado hasta el momento (textos para El Contemporáneo  e Historia de los templos de España), así que parece decidir preparar un publicación de los versos de Bécquer. Cuando está escribiendo el prólogo, y tras los sucesos de la Noche de San Daniel, irrumpe la Revolución denominada "La Gloriosa". En ese momento en el que González Bravo y la Reina caen en desgracia y tienen que huir, desaparece el manuscrito, no encontrado hasta la fecha . Bécquer, sin trabajo, se ve obligado a intentar retomar de su memoria los versos perdidos. Así surgirá el Libro de los gorriones, publicado por sus amigos (tras retoques) después de la muerte del poeta. No se sabe que sucedió con el manuscrito perdido. Lo que sí podemos intuir es que desaparecieron de la mente colectiva muchos buenos versos.
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viernes, 6 de enero de 2012

BÉCQUER, UN ROMÁNTICO ANACRÓNICO E IGNORADO.

Artículo que apareció hace años en L´Artmaniaque.

¿
Qué persona con un mínimo de cultura básica no ha oído  hablar de este sevillano posromántico de brillantes versos y asombrosas leyendas? Pues, aunque parezca mentira, como gran genio malvivió como pudo hambriento, enfermo y sin trabajo en un Madrid que no estaba como para dedicarse a perder el tiempo en versos.

Gustavo Adolfo Batista, como realmente se llamaba, nació en 1836, el mismo año en el que el gran romántico y satírico periodista Larra terminó su vida con un disparo en la cabeza por las penas amorosas y ante una España en la que no veía solución.

Con nueve años queda huérfano, pero con la compañía de su hermano Valeriano. Son recogidos por unos parientes que internan a Gustavo en el colegio naval, pero la adversidad lo persigue y el colegio cierra. ¿Para qué necesitaba esto España si ya a penas le quedaban colonias? Intentan meterlo en el comercio, mas su mentes se pierde en ensoñaciones. Su infancia es de pobreza. De hecho su hermano, para pintar por la noche había de salir al balcón con la esperanza de que lo alumbrara la luna, pues escaseaban las velas en la casa.

Bécquer decide marchar a Madrid junto a otros dos sevillanos. Sin embargo, la penuria se va a cernir en él en la capital. Pasa días de riguroso ayuno involuntario, puesto que no encuentra trabajo en periódicos y no le pagan los pocos versos que le publican. La mayor parte de las veces había de sufrir las burlas y risas de los directores de periódicos. ¿Qué momento era ese para escribir banalidades? Recordemos que por aquellos años nos encontramos con Isabel II en el trono y con numerosos levantamientos que provocan continuos cambios de gobierno. Un Madrid convulsionado no podía centrarse en sentimentalismos pasados de moda (ya había aparecido el Realismo como movimiento cultural).

Si quería conseguir algo en esa ciudad no le quedaba otra que ser rico o un hombre de cinismo elevado. Claro que nuestro autor estaba lejos de ambas cosas.

Su hermano llega a Madrid con la tarea de hacer dibujos de la cultura regional antes de que ésta sea olvidada por la construcción de la red de ferrocarril. La beca sirve para que Bécquer coma. Parece que la suerte comienza a sonreírle, pues aparece un trabajo, pero tan solo era una risa irónica, ya que pronto es despedido por haber estado dibujando.

Aunque escribía poemas amorosos, a la hora de la verdad no era un romántico donjuanesco ni nada por el estilo. Más bien todo lo contrario. Se enamoraba platónicamente, ya que su enfermedad (tuberculosis) y su extremada pobreza no le parecían dignas para compartir con mujer alguna. Se sabe que sólo suspiraba enamorado a lo lejos en  los casos, por ejemplo, de Julia Espín y de Elisa Guillén. Con 25 años conoce y se casa con la hija del médico que le trata la tuberculosis. Pero la situación económica solo empeora, pues ella no posee dote y además aparecen varios niños a los que deben dar sustento. Apenas se mantienen con el dinero conseguido por Valeriano.

Escribe algo en El contemporáneo, pero sin estar metido en política nada puede conseguir en ese momento de corrupción.

Su esposa aguanta poco más y se separa de él. Los hijos se han contagiado. Para colmo de males el pobre Bécquer, como si no lo supiera, sufre las recriminaciones de su hermano por vivir a su costa (<<mi vida es un erial/ flor que toco se deshoja>>). Esto debió apenar profundamente al poeta, pero poco después González Bravo le ofreció ser censor de novelas. Sin embargo, la dicha le duro poco, porque al sobrevenir la revolución de  1868 vio la caída en desgracia de su auxiliador.

Escribe en varias revistas, aparecen algunas de sus leyendas. En este tiempo, se cuenta que, tan andrajoso vestía que yendo por Toledo para que su hermano pintara, la policía los tomó por delincuentes huidos y los encarceló. Sólo se solucionó el problema gracias a ciertos políticos de la capital que los conocía.

Le encargan dirigir una revista.  Parece que la vida ahora sí le sonríe: cierta estabilidad económica, algo de éxito literario, relación con personalidades de la cultura…    Pero descubre que su hermano se ha contagiado de la tuberculosis, muriendo en 1870. El cariño que profesaba a su hermano, ahora muerto, lo sumió en un abatimiento tal por lo injusto de la vida que empeoró en su enfermedad. Se reunió con su querido hermano tres meses después. Algunos días después se decidió ir publicando Leyendas, Rimas y Cartas desde mi celda, apareciendo en 1871. Sin embargo poco recaudaron para la ex esposa y los hijos. Ella tuvo que ceder los derechos por una miseria y acabó en la mendicidad junto a sus hijos. Castelar le dio billetes para París. La ilusa mujer creyó que allí podría ganarse el pan dando clases de español. Craso error. De vuelta a Madrid, el hambre y la enfermedad hicieron gran mella en ella, muriendo catorce años después que Bécquer.

En 1917 los sevillanos hermanos Álvarez Quintero decidieron que sería una buena idea trasladar los restos mortales de los Bécquer a Sevilla. Para ello escribieron una comedia de gran éxito que le ofreció lo necesario para la exhumación y la escultura dedicada al poeta, que está colocada hoy en el Parque de Maria Luisa.

Una triste existencia la de estos dos hermanos, que se vieron rodeados por la tragedia y el olvido en vida. Incluso Valeriano, mártir sacrificado por Adolfo, apenas es recordado como el hermano del poeta que compuso unos de los mejores versos de nuestra literatura.

Para saber más:
Romanticismo

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Personalidades.
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