Lorca. |
El presente texto va a ser comentado siguiendo tanto el modelo de comentario de
Díez Borque y Lázaro Carreter como la
Teoría de las Funciones del Lenguaje.
Con una primera lectura
observamos que dicho texto es literario, lo que supone que el autor ha empleado
extrañadores. El que más resalta es el hecho de
que se dispone en verso. Sin embargo no puede decirse que pertenezca a
ningún subgénero poético concreto. De hecho, esta libertad nos indica que nos
encontramos ante un poema del siglo XX.
Respecto al punto de vista de la
voz, al catalogar el poema dentro del género lírico, nos encontramos con un yo,
como indican los morfemas verbales (sepa)
y elementos como yo, me o mi..
El yo lírico parece un campesino;
pero el tú textual no se identifica fácilmente, pues parece cambiar (¡ay mi jaca valerosa!).
Este poema, que empieza in
media res, presenta dificultades de interpretación, incluso ha llegado a
decirse que es un sueño, una pesadilla surrealista.
Podríamos resumir el poema del
siguiente modo: el yo poético, un campesino que tras recoger aceitunas marcha a
Córdoba; sin embargo, todo son premoniciones de muerte que indican que no
llegará a su destino.
En cuanto al tema, es posible
afirmar que es la MUERTE. Acerca
de las intenciones, no quedan claras. Tal vez pretenda tratar el tema de la
muerte desde otro punto de vista: el misterioso y legendario al incluir
presagios y las creencias de los pueblos andaluces. Tal vez esté empleando,
como se ha mencionado más arriba, el surrealismo.
Si pasamos a la estructura
externa, hemos de referirnos a que el poema no constituye una estructura
académica. El texto se abre y se cierra con un pareado (un verso de tres
sílabas y otro de cinco). Entre ellos se encuentran tres estrofas de cuatro
versos octosílabos, cuya rima asonante en los pares recuerda a los romances.
Pero también recuerda a la copla.
En cuanto a la estructura
interna, podemos dividir el poema en dos partes: dos primera estrofas de cuatro
versos y la última, ambas marcada con el paréntesis del pareado. Ya se ha
advertido que la estructura de poema es in media res y que concluye sin saber a
ciencia cierta qué ocurre con el yo poético. Las dos primeras estrofas
presentan y describen el paisaje y las premoniciones. La tercera se compone por exclamaciones del yo lírico
lamentándose d su próxima muerte, una muerte misteriosa para el lector. Éste
tal vez imagina que los bandidos atacaron
y asaltaron al campesino (la luna roja es símbolo de asesinato en la superstición
del pueblo).
Acerca de las funciones
principales del poema, como en cualquier texto literario en este sobresale la
función estética. Destaca también la expresiva, sobretodo en la cuarta estrofa.
Hay que añadir la referencial.
Sobre el nivel fonológico del
poema, es posible referirse al empleo del verso como unidad mínima,
sobresaliendo el uso de ENCABALGAMIENTOS, que dan sensación de desequilibrio y
desasosiego. De manera que se vincula con el tema del texto.
En cuanto al RITMO DE CANTIDAD,
es importante señalar que nos encontramos ante un poema de arte menor,
alternando los versos de dos, de cinco y de ocho sílabas. Esta asimetría
también apota la sensación de desasosiego y desesperanza que rodea la
composición. En este punto también cabe referirse a las sinalefas, como en el
segundo verso (lejana y sola).
También nos interesa tratar el
RITMO DE INTENSIDAD O ACENTUAL. El acento estrófico recae en la penúltima
sílaba, siendo impar. De modo que nos encontramos antes un ritmo trocaico y
acento paroxítono. Sin embargo, existen excepciones en el primer, sexto,
décimo, decimocuarto y decimoquinto versos, donde se repite la palabra Córdoba,
cayendo el acento en esdrújula y dando lugar a proparoxítonos. No obstante,
debemos tener en cuenta que se resta una sílaba en esos casos.
A pesar de la desesperanza del
poema, éste presenta equilibrio con el acento rítmico, como si el yo lírico
supiera que no le queda más remedio que aceptar esa muerte.
Si pasamos al RITMO DEL TIMBRE,
nos hallamos con empleo de RIMA ASONANTE (o –a) en los pares, menos en los
pareados.
Por todo, se advierte que la
composición recuerda al ritmo de marcha fúnebre, en concreto el ostinato. Así,
observamos que fondo y forma se unen para la expresión del tema de la muerte.
En cuanto a las figuras retóricas
que destacan en este poema, ha de referirse a la repetición de Córdoba de forma insistente. También
destaca la aliteración de o, que se
une a la sensación de oscuridad y cierre que transmite el poema, relacionándose
con la posterior referencia a la luna llena. No ha de olvidarse de la
onomatopeya Ay.
En el nivel morfosintáctico llama
la atención el empleo de estructuras simples. Encontramos enunciados sin verbo,
que escasean (cuatro verbos) ya en el principio. Son contados y pausados, relacionados
con el ritmo lento tanto de la jaca como de la marcha fúnebre. De modo que
destacan las elipsis de verbos.
Otra figura morfosintáctica de
omisión es asíndeton; es decir, la falta de conjunción en los primeros versos
de la estrofa tercera.
Aquí debe volver a recordarse la
repetición de Córdoba de forma
insistente, como si quisiera hacernos ver que en el mundo misterioso de lo
musulmán pueden darse muertes también misteriosas y asuntos que consideramos
cuentos.
Ya se ha advertido más arriba que
aparecen pocos verbos; en cambio, son numerosos los sustantivos y adjetivos, lo
que produce la sensación de estatismo.
En cuanto al nivel léxico –
semántico, son relevantes todos los grupos que indican premonición de muerte
(isotopía) de forma connotativa: el color negro d ela jaca, aceitunas (ya sean
negras o verdes-recuérdese que este color simboliza la muerte para algunos
autores por influencia de uno de los caballos del Apocalipsis), la noche, la
luna llena de los hombres lobo y los muertos vivientes, la luna roja que indica
que va a haber un asesinato según las creencias populares.
Junto a los campos semánticos e
isotopías, nos encontramos con algunas figuras retóricas: la personificación de
la muerte, que mira y espera, junto a la de Córdoba.
A esto se suman las exclamaciones
retóricas angustiosas.
Todo lo comentado hasta aquí –la
libertad de la estructura poética y el tratamiento particular del tema de la
muerte- nos lleva al siglo XX, concretamente a Lorca, quien recupera las
creencias que han quedado en Andalucía para llevar a cabo un neopopularismo en
sus poemas. Así que este texto, la
Canción del Jinete, pertenece a Canciones (1927).
Ya se ha visto que el
conocimiento musical de Lorca se vincula con el poema, pues emplea la marcha
fúnebre para sus versos, que tratan el tema de la muerte en relación a
presagios, lo que también lo vincula a los romances de emplazados.
De cualquier modo, este poema ha
sido considerado sueño o, tal vez, canción que cantan los jinetes para
entretener su camino.
Podéis verlo en esquema aquí.
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Mi enhorabuena por la capacidad que tienes para comentar con un gran nivel. Mi reflexión en este caso va hacia la PAU, de tan rabiosa actualidad en estas fechas, que desde hace un tiempo suprime de su examen de Lengua y Literatura los comentarios de texto, insinuando que la demostración de la madurez de nuestros jóvenes (un comentario de texto es un ejercicio en el que quedan expuestos estos matices mejor que de cualquier otra forma) no es importante, defenestrando las letras y la capacidad intelectual de nuestra scciedad.
ResponderEliminarBueno, bueno, no es para tanto. El comentario es de nivel de un bachillerato de hace unos años.
Eliminarvaya mierda
ResponderEliminarMuestra del fracaso de educación en valores que han tenido sus padres.
EliminarGran comentario si apruebo este examen será gracias a ti.
ResponderEliminarCelebro que te guste. Mucha suerte en tu examen.
EliminarMe encanta. Gracias
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