Históricamente, Canalejas es una
figura relevante para España. Tenemos que situarnos a principios del siglo XX,
en un momento muy parecido al nuestro a pesar de la aparente distancia temporal
(si es que no aprendemos). Se están sintiendo las consecuencias de la política
de la Restauración tras la Gloriosa y la I República. Cánovas había ideado un
sistema basado en el turnismo de dos grupos políticos –el conservador y el
liberal- que atendían más que a los votos al antojo del Rey y de la situación. Es decir, si el partido conservador había
provocado un escándalo, se colocaba al liberal bajo unas elecciones manipuladas
en las que los otros partidos no contaban. Era, en definitiva, el gobierno de
las elites, de los patronos. Los ricos se enriquecían más, mientras que los
pobres se iban haciendo aún más pobres. El descontento obrero se estaba
iniciando. Sin embargo, continuando con la tradición antiquísima, la oligarquía
controlaba al pueblo mediante la propaganda y otras formas de manipulación en
las que mucho tenía que ver las altas esferas eclesiásticas.
Los intelectuales, observadores y
analíticos, avisaban de hacia dónde se caminaba de seguir las cosas así. Pero a
España le cuesta escuchar a los inteligentes. De modo que apareció el conflicto
con EEUU, a quien le interesaban puntos estratégicos de las posesiones
españolas en América. El pueblo español fue engañado. La prensa ridiculizaba al
ejército estadounidense y casi cantaba gestas épicas del español. Sin embargo,
la realidad se abrió rápidamente paso: la tecnología armamentística anticuada
de las débiles huestes hispanas nada pudieron hacer. Era un final que se
esperaba por cualquier avispado, pero no por un pueblo manipulado. Y éste –tan subidito
como estaba- cayó en una profunda depresión, haciéndolo ser totalmente apático.
De todos modos la pérdida de las
colonias de ultramar no tuvo graves
consecuencias económicas en un principio (y como somos incapaces de analizar el
ahora para saber hacia dónde se dirige…), pues los comerciantes volvieron a la
península con su dinero. Sin embargo, por un lado, se perdió parte del comercio
minero; por otro, como advertía, a gran parte de la población la embargó un
sentimiento de derrota.
Los políticos son acusados de
haber llevado a España al desastre, de no haber evitado el conflicto y de
mentir al país. Dicha acusación parte de otros grupos, especialmente de los
carlistas, los republicanos, nacionalistas y socialistas.
A pesar que la discusión sobre el
problema de España procedía de antes, con el Desastre del 98 se hace mucho más
cruda. Pero da lugar al renacimiento cultural.
Con todo, la crisis del 98 no
provoca un cambio político inmediato, sino que se empieza a extender el sentimiento reformador entre éstos.
Estos dos grupos políticos habían
llevado al país al desastre de manera consciente, pues tenían clara la
superioridad de EEUU. Sabían que el conflicto se evitaría vendiendo el
territorio o dando la independencia a Cuba (incluso aboliendo la esclavitud
veinte años antes). Pero les movió el miedo. El miedo a que ese gesto provocara
un movimiento nacionalista en la península que derrocara a la Monarquía. Y no
querían soltar el poder. Se empezaba a temer un levantamiento popular. Mas una
derrota no daría lugar a tal sublevación.
Cuando Alfonso XIII sube al
trono, los líderes de los grandes partidos han desaparecido y van siendo
sustituidos por otros: Maura para el conservador (aunque hubo muchas disputas
internas por el poder); Canalejas (también con numerosas luchas en su partido)
para el liberal.
Se quería perpetuar el turnismo,
pero existían dos problemas: por un lado, la desaparición de Cánovas y de
Sagasta; por otro, la sociedad había cambiado y le resultaba indignante el
pucherazo, el caciquismo y ese turno de dos partidos.
Los nuevos líderes son
reformistas. En el caso de Maura pretende una profunda reforma del sistema,
pero sin modificar las bases sociales; es decir, una reforma bajo el control de
las altas elites. Y cree que ha de
comenzar por la reforma de la ley electoral, aunque nunca pensando en una
verdadera democracia. Lo que pretende es un régimen político sin la participación
del pueblo, aunque las masas debían sentirse representadas. Y para ello, el rey
tenía que ser activo, trabajando tanto con los conservadores como con los
liberales. El problema era que la
Constitución dividía los tres poderes, pero daba al rey potestad para hacer lo
que le viniera en gana. Hasta entonces la figura Real había firmado los
consejos del presidente de turno, pero ahora Alfonso XIII iba a participar. Por
tanto, todo, en última instancia estaba bajo su único poder.
Aunque ha estado un periodo breve
en el gobierno, Maura vuelve en 1907 tras la disolución de las cortes. Durante estos
años, consigue aprobar sus proyectos económicos, dar cabida al plan de la
armada (que ahora tiene que mantener una lucha absurda en Marruecos), sacar
adelante la nueva ley electoral e iniciar la Mancomunidad catalana. Además de
atraer a los nacionalista catalanes, también pretendía llevar a su posición a
los católicos, los carlistas, y parte de la burguesía vasca y catalana bajo la promesa de la desaparición
del caciquismo.
A pesar de todo se hizo patente
su conservadurismo en los sucesos de la Semana Trágica de Barcelona en 1909. Todo
había comenzado con los absurdos intereses imperialistas iniciados en el XIX
como una moda y una forma demostrar su poderío cada país europeo. España quiso
aparentar que seguía siendo una gran potencia a pesar que al pueblo no le
interesaba. Le tocó Marruecos, donde tuvo que instalarse el ejército. En ese
momento se necesitaba más gente que fuera a esa guerra y se tomó de manera
obligatoria a gente de las clases bajas, que, sin ninguna preparación militar,
tuvieron un triste final. Esto enfureció a la gente, instigada por el partido
republicano nacionalista de Lerroux, aunque coincidió también con el anarquismo
y con el socialismo de Pablo Iglesias. Se formó, durante una semana, una
revuelta que llevó a quema de edificios eclesiásticos, a huelgas y
manifestaciones. Terminó con una cruenta represión. El gobierno culpó a los
intelectuales anarquistas que apostaban por una educación libre, a pesar de que
habían sido los radicales. A pesar de las manifestaciones a su favor en París,
Bélgica y España, Francisco Ferrer fue condenado a muerte. Causó un enorme
escándalo. La izquierda protestó, pero Maura se mantuvo inflexible. Se fusiló a
Ferrer. Temiendo que su propia figura acabara odiada por el pueblo, Alfonso
XIII eliminó su confianza de Maura. El partido conservador volvía a quedar sin
líder. Sin embargo, diez años más tarde, volvería en plena crisis del régimen.
Ahora le tocaba a un liberal,
Moret, pero al Rey no le gustaba nada. Por ello no le concedió la disolución de
las Cortes, que eran conservadoras. Así que dura un año.
Tras otros gobiernos, llega José
Canlejas, un joven que va ganando prestigio en el partido liberal. Además cuenta
con el apoyo del Conde de Romanones (Álvaro de Figueroa). Esta vez sí que
concede la disolución de las Cortes. De este modo, a inicios de 1910 se
constituye el gobierno liberal, encabezado por este joven reformista.
Quiere que el gobierno tienda
hacia la verdadera izquierda. Por ello llega a una serie de acuerdos con los
republicanos e intenta acercarse tanto a los socialistas como a los
nacionalistas catalanes. Recordemos que la Restauración se caracteriza por
dejar fuera a todo partido político que no sea el conservador y el liberal. Por
eso Pablo Iglesias no se fía mucho. Y también traerá problemas a Canalejas esas
simpatías.
También se dio cuenta de la
necesidad de democratizar el sistema. Sin embargo, no se le permitía reformar
la constitución. Así que intentó arreglar la cuestión de la Iglesia y de la
enseñanza de la Universidad. El poder ideológico de la Iglesia era fuerte y
controlaba al pueblo mediante su oligarquía educativa. Por influencia dela III
República francesa, Canalejas dio libertad para crear escuelas fuera del poder
de la Iglesia. Se la estaba jugando.
Además, como es consciente de que
ésta es un obstáculo para la democracia y la mejora económica, pretendió
aprobar la ley del condado, por la que se ponía límite a la fundación de
instituciones religiosas, así como al dominio de la educación eclesiástica. Como
era obvio en un país controlado por la Iglesia, esta ley provocó una fuerte oposición.
De modo que no pudo ponerse en vigor.
Así que tenemos a grandes fuerzas
que se oponen a la política reformista de Canalejas, a quien, además no le
gusta la política violenta de ciertos grupos anarquistas.
Un día (hace cien años, el 12 de
noviembre de 1912) que como solía ojeaba libros en un puesto del centro de
Madrid, un hombre se acercó a él. Sonaron tres disparos que impactaron a
bocajarro contra el liberal. El ruido llamó la atención de un policía, que se abalanzó
contra el terrorista. Éste, viendo cuál iba a ser su final, empleó la misma
pistola para suicidarse. Se dijo que era un anarquista que no había sido
fichado por la policía hasta entonces, pero yo tengo mis serias dudas al
respecto. Resultaba muy manido achacar atentados a anarquistas. Recuérdese el
caso del asesinato de Prim.
Y así se finalizó con el intento
de hacer unas reformas a las que se oponían las élites sociales. Comenzó el
viaje vertiginoso hacia la caída de la Restauración a pesar de los intentos de
las oligarquías de mantener sus privilegios a toda costa, incluso con una
dictadura.
Un aporte histórico muy completo y de gran interés.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muchas gracias. Creo que saber los entresijos de la Historia resulta de gran relevancia para comprender nuestros pasos y no volver a tropezar, que en este país somos un poco torpes.
EliminarUn abrazo.
Caciquismo y cambio de partidos ¿Historia? Más bien diría que es España al día.
ResponderEliminarUn artículo muy interesante, Patricia, y más actual de lo que nos gustaría a muchos ciudadanos y ciudadanas de este país.
Muchas gracias, Lola.
EliminarTienes razón. Continuamos igual bajo la apariencia de avance tecnológico.