Si continuamos con la clasificación, La Grandeza Mexicana pertenece al género lírico. Se presenta como un poema epistolar, en el que destaca la forma elocutiva de la descripción, empleada por el autor para verter su visión de México.
En cuanto a las funciones lingüística predominantes, sobresale la estética (la belleza del mensaje) sobre la expresiva, a pesar de subyacer la intención de mostrar cómo considera que es Nueva España y el éxtasis de su observación. Y esto también nos conduce, aunque en menor medida, a la representativa.
Respecto al punto de vista, el tema y la intención, Balbuena se
nos presenta en la obra poética como un transmisor de lo que ve y presencia.
Sin embargo, no lo hace como un simple historiador o descriptor, sino que en
algunas ocasiones parece dejarse llevar por la emoción y sentimientos propios
que le infundan las maravillas de la ciudad que describe. México parece haber
hechizado al poeta de origen rural.
De
ese dejarse llevar por los sentimientos y emoción viene la parte lírica del
poema. En ocasiones parece que esa emoción, cual musa, guía la mano del poeta
dejándola correr de una forma tan maravillosa que hace de meras descripciones y
enumeraciones un deleite para el lector que de otra forma lo hubiera agotado.
El efecto que pretende hacer surgir
en el lector ( en primer término a doña Isabel) es el mismo escalofrío de
placer que siente él al contemplar las grandezas de México. El lector termina
el poema sintiendo una paz y júbilo interno. Además, aquellos que no han
contemplado la ciudad tienen un deseo inmenso de llegar a formar parte de esas
grandezas.
En cuanto
al tema, es obvio ya que el poema gira en torno a la descripción de la grandeza de
México; grandeza que suma, por así decirlo, pequeñas grandezas que son los
argumentos de cada uno de los cantos.
En cuanto a l motivo y finalidad de la obra, ésta aparece en respuesta a la
petición de doña Isabel de Tobar, que quiere saber sobre México. De ahí el tono
de elogio y exaltación a la ciudad de México.
Pero el de encantar a la dama con
su estilo elegante de alabanza y descripción de las maravillas de México no es la
única y, tal vez, más importante finalidad.
Además de ésta, Balbuena pretende
hallar un mecenas que lo ayude a encontrar la fama literaria y una posición
visible dentro de su profesión. De ahí que dedique la obra a dos personajes,
representantes cada uno de los grandes poderes de México: político y
eclesiástico, el conde de Lemos y el Arzobispo de México, respectivamente.
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