Ya
desde los presocráticos –en la Antigua Grecia- se intuyó que los seres se
componían por elementos minúsculos indivisibles (de hecho la palabra átomo procede del idioma de esta
reflexiva cultura). Pero no se demostró
esta teoría hasta ya el XIX (Modelo
atómico de John Dalton, Amedeo Avogadro, Dmítri Ivánovich Mendeléyev, Modelo atómico de
Thomson) y XX ( Modelo atómico de Rutherford,
Modelo atómico de
Bohr, Modelo
atómico de Schrödinger, Modelo atómico de
Dirac, teoría cuántica ), aunque hubo un pequeño avance en el
XVIII cuando Antoine-Laurent
de Lavoisier afirmó: La
materia no se crea ni se destruye, simplemente se transforma, idea que ya había sido indicada siglos antes por
los filósofos griegos.
Los átomos se componen por un conjunto de
nucleones de dos tipos: protones y neutrones. Éstos se localizan en el núcleo a
cuyo alrededor giran, en diferentes orbitales, los electrones. Pueden agruparse para formar moléculas.
Los
electrones de la capa exterior de un átomo (electrones de valencia) son los
responsables de los enlaces entre átomos.
Si
el enlace es iónico (si se basa en la transferencia de electrones), se obtienen
componentes iónicos como los minerales; si se basa en compartir los electrones
disponibles (enlace covalente) se obtienen moléculas como el agua o el oxígeno.
Dependiendo del número de átomos que forma la molécula, ésta puede ser: monoatómica (gases nobles) biatómica (nitrógeno), triatrómica (el agua) hasta moléculas compuestas mor millones de átomos, como sucede con el ADN o las proteínas.
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