Vamos hacia
atrás, como los cangrejos. Pero, a diferencia de éstos, lo hacemos a grandes
zancadas. A pasos agigantados y casi con un continuo de amplios saltos en spagat.
Me gusta
muchísimo la Historia, así como observar a las personas, sus comportamientos…llegando
a hacer un auténtico escáner de la gente y la sociedad. Por ello me he topado
con dos hechos que se repiten a lo largo de la historia como en un tiempo a la
griega, es decir, cíclico: por un lado, la manipulación de las minorías
privilegiadas al pueblo, que cae en la trampa: por otro, el despunte de unas
mentes claras que podrían hacer progresar la sociedad, mas se enfrentan al
vituperio de los anteriores.
En definitiva,
en todos los tiempos ha existido un grupo (más o menos amplio según el
desarrollo moral de la sociedad) de privilegiados (esta vez intelectuales) cuyo
liderazgo podría haber cambiado el destino de nuestra sociedad a lo que ahora
denominamos utopía (siempre desde la perspectiva del que no hace nada por
conseguir ese objetivo).
Por el
contrario, seguimos, como borregos, a una panda de villanos que se procura una
plebe estúpida y altamente manipulable que desprecie todo lo que tiene que ver
con cultura (no confundir con tradición, por favor) y moralidad (vaya, justo lo
que nos hace humanos).
Estamos llegando
a un nivel de involución que parece que vamos a volver a comunicarnos mediante
gruñidos.
Tal vez,
querido lector, crea que estoy exagerando. Le pongo dos ejemplos.
Hace no mucho
iba a dar inicio una de mis excursiones diarias con el fin de llegar al
trabajo. Me dirigía a la parada de autobús que se halla más o menos cerca de mi
casa. Allí, sentados, gritaban dos adolescentes –posiblemente de la edad para
ir a Bachillerato- que distaban de sí
unos pocos centímetros (por lo que los gritos no tenían ningún sentido, primer
síntoma de que ya hay algo que no va bien-). Cuando estaba llegando a su
altura, uno de ellos, sin levantarse, escupió en la acera, cerca de sus pies. Parece
que a algunos no los educan en su casa. Tanto antidisturbio…, pero ¿dónde están
los policías que han de multar esto? ¿Ha pensado, querido lector, el aumento de
las arcas públicas si se llevara a cabo la legislación y se pidiera a cerdos de
este tipo el dinero por su comportamiento incívico?
El caso es
que ya esos dos chavales habían mostrado dos signos de gran estupidez: hablar a
gritos y escupir, dejando en evidencia a unos padres irresponsables. De la
conversación –por llamarlo algo- de los chicos no merece mención por lo
insípida. Lo relevante es la imbecilidad mayúscula. Uno de los adolescentes (y
podría poner ejemplos de otras edades) cogió su mochila y la apoyó en el suelo,
junto a sus pies, justo encima del asqueroso escupitajo.
Obviamente,
no todos son iguales, pero este ejemplo hace patente al nivel –de subsuelo- al
que ha llegado nuestra sociedad. Esto explica muchas cosas, como que ahora –en época
de huelgas y manifestaciones estudiantiles- se oiga a los adolescentes –como reflejo
de lo que se dice en cas por los “adultos”- comentar que las manifestaciones
las hacen los quinquis, que van armados con hachas para atacar a los pobres
antidisturbios.
Nos creemos
superiores, pero, en realidad, el homo Sapiens está involucionando de tal
manera que está surgiendo una nueva especie: engendrus imbecillis.
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Se agradecen los comentarios, especialmente para no sentirme como una loca que habla sola. Saludos.