Es bien sabido que el intelectual
del siglo XVI español Fray Luis de León fue encarcelado por la Inquisición a causa de
sus traducciones. El poeta estaba convencido de que La Biblia había de ser
accesible para todos. Por ello, la pasó al castellano. ¿Cómo podía atreverse
este fraile a traducirla a lengua vulgar?, se preguntaría el grupo
eclesiástico, no porque consideraran la Biblia sagrada, sino porque sería más difícil
engañar sobre lo que en ella se transmitía si todo el mundo (que supiera leer)
tenía acceso a ella. Así que apareció su versión del Cantar de los cantares,
una crítica de la Vulgata
y opiniones novedosas sobre las Escrituras a pesar de la oposición de muchos
eclesiásticos – entre otros Fray
Bartolomé de Medina, quien ya se la tenía jurada a nuestro escritor.
Así que Fray Luis fue encarcelado
por hereje. Y esto siempre me ha llamado la atención: en pleno Renacimiento no
se permite traducciones al castellano, cuando en la
Edad Media tenemos tanto de la Biblia como del Corán.
¿Involución?
Nuestro valiente crítico entró en
la cárcel de Valladolid en 1572, permaneciendo aislado hasta su salida en el
76. Eso sí, escribió. Allí nacieron De
los nombres de Cristo y poemas.
Su salida fue esperada con gran
expectación. El renacentista iba a volver a dar clase en la universidad de
Salamanca. Un gentío, formado tanto por alumnos como profesores, se agolpó a
las puertas del aula queriendo ser testigo de los comentarios del erudito sobre
su estancia en prisión. Sin embargo, Fray Luis subió con parsimonia al estrado
e inició la clase así: “como decíamos
ayer…”
Lamentablemente, la involución siempre ha sido una característica inseparable del ser humano. De hecho, el refranero español, tan al rescate en casi todas las circunstancias,dice: "El hombre es el único animal capaz de tropezar dos veces en la misma piedra". No hemos cambiado tanto, después de todo.
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