RESEÑA DE "LA LETRA PERDIDA"

Con la Letra Perdida, de Fernando López, nos hallamos ante un poemario con carácter, con un conjunto de poemas que expresa de manera visual –en ocasiones, esperpéntica- la angustia y el dolor del ser humano que va viendo perder su esencia hasta no saber quién se oculta tras el reflejo del espejo.

El mundo es un caos o, mejor dicho, el ser humano lo ha hecho así. Nos absorbe y presiona en una sociedad corrompida por la envidia, el absurdo, la maldad, la aniquilación progresiva del planeta. Y esa inquina estúpida la sufrimos en el mobbing del trabajo,  en el maltrato de unos a otros.

De modo que este poemario es un grito de atención, una sacudida para que pongamos remedio. Su manera de apelarnos: unos versos muy visuales, grotescos que ocultan un significado profundo y filosófico para el que quiera profundizar en ellos.

Pero el poemario, en su unidad, parte del amor, del inicio de una vida junta de una  joven pareja recién casada (¿ocultará la juventud inocente en la que el individuo se siente seguro de sí mismo, bien en su piel antes de enfrentarse al mundo y a sus propios defectos?) Sin embargo, la prisa, enfermedad de nuestro siglo, hace que el matrimonio se haga anodino y que el trabajo no les deje tiempo para recordarse el uno al otro. El trabajo resulta igual de monótono, aniquilador de los sueños y la identidad del ser. Así sucede con un mundo corrompido por la maldad, representada con imágenes esperpénticas. Y el individuo no sólo olvida su esencia, sino también que esa maldad no es la totalidad del mundo, sino una parte. Como un círculo perfecto, el poemario vuelve al amor, al sentimiento motor del mundo, lo que lo hace seguir girando. De manera que, ante toda esa oscuridad representada por lo  y grotesco, el poeta nos advierte que existe una luz de esperanza, personalizada en el amor. En el amor fraternal, en el  pasional, en la amistad, en la aceptación de uno mismo. En el Amor con mayúsculas.


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Entrevista al autor sobre La Letra Perdida.