A lo largo del tiempo, y aún en nuestros días, se ha dado
un debate sobre si la poesía (y por extensión toda la creación literaria) se
debe al esfuerzo o a la inspiración. En todas las mitologías existe una
divinidad dedicada a insuflar la inspiración a los mortales.
En caso de los nórdicos, es Odín el que , incluso,
solamente se expresa mediante la poesía. De ahí que el don para su predilecto
fuera que pudiera componer versos con la rapidez con la que se habla.
Para el resto de los mortales y dioses que desearan la
inspiración poética, empleaba el hidromiel. Había sido creado por los enanos a
partir de un sabio ser configurado. En uno de sus viajes en los que procuraba
extender el conocimiento, dos enanos lo asesinaron y mezclaron su sangre para
que surgiera el hidromiel. Daba al bebedor la capacidad de componer verso y
expresarse sabiamente.
Por venganza, pues los enanos habían asesinado a su padre,
un gigante robó el hidromiel y lo dejó en custodia de su hija. Odín, empleó
varias estratagemas para conseguir que la gigante le dejara tomar un sorbo. Una
vez que ella accedió, terminó todo el contenido y, convertido en águila, volvió
a Asgard. Allí lo regurgitó para que pudiera disponerse de él. En ese acto, se
escaparon tres gotas a la tierra, donde todos los hombre pueden disponer de él.
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Una hermosa leyenda. No me extraña que la imaginación popular invente eso de que los dioses dictan los poemas, se utilice la palabra inspiración etc. Escribir poesía se parece mucho a escribir lo que dicta una voz que surge de dentro.
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