jueves, 16 de abril de 2015

COMENTARIO DE TEXTO DEL POEMA “DIGO VIVIR”, DE BLAS DE OTERO.


Hoy vamos a recordar uno de los poemas de Blas de Otero, <<Digo vivir>>, que vamos a comentar de manera pragmática. Ha de recordarse antes de empezar que la Pragmática es una disciplina relativamente joven que se centra en el uso de la lengua, en una situación comunicativa concreta y no como elemento aislado.



Porque vivir se ha puesto al rojo vivo.
(Siempre la sangre, oh Dios, fue colorada.)
Digo vivir, vivir como si nada
hubiese de quedar de lo que escribo.

Porque escribir es viento fugitivo,
y publicar, columna arrinconada.
Digo vivir, vivir a pulso, airada-
mente morir, citar desde el estribo.

Vuelvo a la vida con mi muerte al hombro,
abominando cuanto he escrito: escombro
del hombre aquel que fui cuando callaba.

Ahora vuelvo a mi ser, torno a mi obra
más inmortal: aquella fiesta brava
del vivir y el morir. Lo demás sobra.

El enfoque pragmático incluye todos los niveles lingüísticos, de manera que vamos a analizar el texto en sus planos fonético, morfosintáctico y léxico-semántico, así como a tratar cómo han sido empleados por el autor.

Por tanto, nos disponemos a comentar la situación comunicativa del presente texto. Para ello, vamos a centrarnos en las tres propiedades básicas del mismo: coherencia, cohesión y adecuación al contexto.

Comencemos por la coherencia. Ésta suele definirse como un mecanismo que implica una unidad global significativa y aglutinante que articula todo el texto que analizamos. Así que incluye la intención y el tema.

La primera se refiere a qué pretende comunicarnos el autor. En este caso, la intención del yo de acercar la poesía a la realidad próxima, con lo que reniega de sus composiciones anteriores. En consecuencia, el tema responde a esta intención de crear una poesía útil y más cercana a la sociedad.

Como puede comprobarse, tanto la intención como el tema vertebran el texto, por lo que conforman coherencia global. Ahora bien, esta coherencia supone también la elección de la estructura, tanto externa como interna.

En cuanto a la externa, nos hallamos ante un texto literario de género lírico escrito en verso, concretamente un soneto, pues está dispuesto en cuatro estrofas (dos cuartetos y dos tercetos). Aunque este tipo de estructura poética fue creada en el siglo XIII por la escuela siciliana, veremos que tanto el contenido como el empleo de la lengua nos conduce a una época mucho más cercana.  A esto se suma que, desde el punto de vista de la forma discursiva, es una mezcla de descripción y argumentación.

Respecto a la estructura interna, el poema se puede dividir en dos partes de contenido (coherencia lineal): por un lado, los dos cuartetos contienen las causas de su decisión (desdeñar su poesía anterior, centrada en el yo, a fin de volver la vista a una sociedad que está sufriendo las calamidades de la postguerra); por otro, los dos tercetos, con dicha decisión. Y lo consigue, entre otras elementos, por el empleo de la progresión temática de diferentes tipos. Así, en:

hubiese de quedar de lo que escribo.
Porque escribir es viento fugitivo,
y publicar, columna arrinconada
.

se hace patente el uso de la progresión temática constante, para luego sumarse la de tema derivado, donde se trata el mismo asunto, pero con remas diferentes (escribir, publicar).

Se añade, también, lo que Bernárdez ha denominado progresión de tema extralingüístico, en la que tiene que ver el conocimiento del mundo, de modo que se oculta el tema reiterado de las injusticias sociales.

Partiendo de la intención del autor —que es lo que motiva la comunicación—, hemos de analizar la adecuación y las diferentes decisiones que aquél ha tomado para que esa propiedad se dé. Con este fin, nos centraremos en el referente, el registro ideomático elegido, la función del lenguaje predominante, el código seleccionado, el tipo de texto y el contexto. Por ello haremos referencia a lo que Verschueren ha denominado imágenes de presencia, a partir de las teorías de Labov y Brown.

Si comenzamos con el referente, ya se ha indicado que el yo lírico reniega de su poesía anterior —más centrado en el yo— para crear una poesía de preocupación social y útil, porque vivir se ha puesto al rojo vivo, como indica en el primer verso, en una clara referencia al contexto en el que vive, la postguerra. Clara es la referencia a la censura: publicar, columna arrinconada. Por eso, como desea hacer una poesía práctica, de denuncia social que comprenda el pueblo, selecciona el estilo coloquial, como muestra ese giro del primer verso. En consecuencia, el texto presenta gran adaptación diafásica tanto al contenido como a la intención.

En cuanto al código empleado, es la lengua castellana escrita, aunque acerca elementos de la oralidad, como la frase hecha, el inciso del segundo verso o la palabra colorada.

Respecto a la función lingüística predominante, a pesar de la intención de ser claro y práctico, el texto sigue presentando la belleza del arte literario, por lo que destoca la función estética. A ésta se suma la expresiva, en tanto que muestra su pensamiento, además de una manera muy apasionada tanto en la forma como en el fondo. No hemos de olvidar que se centra en una realidad concreta, con lo que también utiliza la función referencial. Pero, además, es una llamada de atención, es un aviso de que vuelve con fuerza (apelativa).
Si pasamos a la adecuación del tipo de texto, ya se ha indicado que pertenece, por temática, al literario; por la forma elocutiva, a la descripción (ya que muestra su intención o propósito) y a la argumentación. Se observa claramente en la última oración del texto (además de los dos cuartetos): lo demás sobra.

El contexto de la situación está marcado por un ahora inmediato, lo que se vincula con el contenido y que se tematiza en el inicio del segundo terceto con ese adverbio. Pero esto nos conduce también al contexto mental, es decir, el conocimiento del mundo compartido por emisor y destinatario.

No hemos de olvidar las imágenes de presencia, que resultan importantes por partir de la idea de Labov sobre el principio social y las relaciones entre interlocutores como base para adaptar el texto y las decisiones tomadas para configurarlo.

Verschueren asegura que tanto el emisor como el destinatario se hacen dos preguntas (que pueden complicarse). El primero se basará en: ¿quién soy yo para hablar así? Y  ¿quién es él para que yo le hable así. En cambio, el destinatario se cuestiona: ¿quién soy yo para que me hable así? ¿quién es él para que me hable así? Una buena competencia comunicativa dará lugar a una adaptación a este principio social. Y el autor aquí se dirige a una inmensa mayoría, a un destinatario total, no a una elite, por lo que decide emplear un uso de la lengua cercano a la masa, destinataria ahora del asunto de su poemática.
A continuación, vamos a hacer un análisis de los mecanismos de coherencia y cohesión empleados.
En primer lugar nos referiremos a la recurrencia fónica, es decir, la repetición acústica que incide en el significado del texto, en este caso: la rima y el ritmo acentual, principalmente. Nos referiremos también a cómo juega con la pausa versal.
Respecto a la rima, se conforma como indican las pautas del soneto, es decir, rima consonante con esquema métrico ABBA ABBA CCD EDE. Resulta interesante la selección de las palabras en las que recae la rima (vivo, colorada, nada, estribo, fugitivo, arrinconada, airada, estribo, hombro, escombro, caballo, obra, brava, sombra) que recalcan la intención del contenido señalado.

En cuanto al ritmo acentual, destaca el yámbico extrarrítmico, muy relacionado con el apasionamiento que presenta el poema, así como con el tema tratado. Y ese apasionamiento se identifica también en el uso del encabalgamiento, en especial el abrupto que va del verso siete al ocho, que rompe la palabra airadamente.

En segundo lugar, pasemos a las recurrencias léxico-semánticas. Destaca, por un lado, la repetición de palabras clave, como vivir o vuelo, junto con el empleo de la derivación (escribir, escribo; morir, inmortal, muerte; vivir, vida). A esto se suman los recursos de la sinonimia (rojo, colorada) y antítesis (vivir, morir) y campos semánticos. Principalmente se utilizan los de la vida (rojo, sangre) y muerte (callaba, escombro), pero también aparece la escritura (escribir, obra, publicar). Es obvio el uso de la connotación en los mismos, con lo que, mediante la sugerencia —para lo que es relevante la competencia comunicativa del destinatario, así como el conocimiento del mundo compartido— se enriquece el significado.

Sobresale la metáfora del primer verso del terceto inicial: vuelvo a la vida con la muerte al hombro (elimina el tema existencialista, dominante en la primera época, pero, a pesar de no tenerla en sus textos como tema principal, queda como característico del ser humano).

Si pasamos a las recurrencias morfosintácticas, resulta destacable la anáfora de porque al inicio de cada uno de los dos cuartetos, con lo que focaliza la palabra. El autor está justificando su cambio de actitud poética. Aparecen también repeticiones sintácticas mediante el recurso del paralelismo en varias secciones del poema, como vuelvo a la vida con  vuelvo a mi ser, torno a mi obra o el existente entre  escribir es viento fugitivo/ y publicar, columna arrinconada, aunque exista una elipsis del verbo ser.

Destaca, además, el empleo de sustantivos (a los que se suman los infinitivos), algunos artículos o adjetivos determinativos (la muerte o mi obra) que concretan a aquél. Sin embargo,  existen otros que carecen de la compañía de esos actualizadores, como sucede en es viento fugitivo para constatar una realidad general (la censura).

Cabe añadir el empleo de oraciones compuestas (a pesar del aparente coloquialismo), principalmente causativas.

En cuanto a la sustitución, existe el uso de deíxis. En este punto sobresale la temporal con el empleo del adverbio ahora tematizado junto a los morfemas verbales de tiempo; el referencial, con el adjetivo determinativo mi, que indica al emisor, así como los morfemas verbales de persona y número.

Resulta evidente el empleo de la elipsis. Ya se ha comentado la del artículo y el verbo ser, pero también se da la del pronombre yo.


Todo esto nos conduce al siglo XX, a la potsguerra española y la poesía social de Blas de Otero. Ésta se da durante los cincuenta como reacción a su propia poesía existencialista de los cuarenta, centrada en el yo y en la angustia vital tras el trauma de la Guerra Civil.

Si te gusta la entrada, suscríbete a El ballet de las palabras: el blog cultural. by Email

2 comentarios:

  1. Gracias por publicar un comentario tan completo. Quisiera aportar mi granito de arena: en los dos primeros versos se hace mención al "rojo vivo" y a la "sangre colorada". La palabra rojo en el discurso de la dictadura tenía una connotación política negativa, era tabú, pues rojo era quien había luchado en el bando republicano. Para evitarla se usaban los eufemismos "colorado" o "encarnado". Recuerdo que en mi infancia, algunos maestros y algunos libros contaban el cuento de la Caperucita encarnada, o la caperucita colorada, y nos corregían a los niños que decíamos el título tradicional: la Caperucita roja. Quizás esta observación pueda ser de utilidad. Gracias de nuevo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias por molestarte en leerlo y en escribir un comentario. Es cierto que en "rojo" hay una dilogía, pero este comentario en realidad no es tan completo. Lo había previsto con límite de líneas y pensado para nivel de Secundaria.
      Muchísimas gracias por la aportación, pues lo que yo he sobreentendido puede ser muy útil a los lectores y tienes toda la razón al señalarlo. :)

      Eliminar

Se agradecen los comentarios, especialmente para no sentirme como una loca que habla sola. Saludos.