Mientras su
marido había ido a pescar, ella, sentada sobre el suelo de la cabaña, molía
bellotas. En la aldea, las mujeres estaban atareadas, pero nuestra protagonista
no quería unirse a ellas y oírlas chismorrear. También inquieto, su pequeño
gateó hasta ella y llamó su atención. La mujer decidió salir de allí y pasear
por las colinas, donde, mientras recogería raíces, oirían cantar a los pájaros.
Mitología amerindia |
A la mañana
siguiente, la despertó un roce en su brazo. Al abrir los ojos, vio a un hombre
joven que decía ser la mariposa a la que había seguido el día anterior. Éste le preguntó que si quería hacerlo
siempre. Y al oír la respuesta afirmativa, aseguró que la llevaría al país de
las mariposas. Sin embargo le advirtió que el camino era peligroso y que ningún
humano lo había conseguido. Le aconsejó que se sujetara a su cinturón y que no
levantara la mirada del suelo bajo
ningún concepto. Ella prometió hacerlo,
pero en un momento determinado, gran cantidad de mariposas revolotearon a su
alrededor, se enredaba entre su cabello… se le olvidaron las advertencias del
hombre mariposa y alzó la vista. Sin darse cuenta, sus dedos dejaron de asirse
al cinturón del guía, que siguió avanzando. Corrió tras él, pero otra mariposa
llamó su atención. Mientras iba persiguiendo a una y a otra, el hombre
desapareció. La mujer parecía hechizada por las mariposas. Corrió tras ellas
hasta que agotada, cayó al suelo fulminada.
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