Bombero ayudando a una niña tras el accidente ferroviario de Santiago. |
Todos conocemos el terrible accidente
ferroviario de Santiago, algo con lo que
el conductor tendrá que convivir (¡qué lástima! ¿cómo se recupera alguien de esto?).
Sin embargo, a veces me siento orgullosa de parte de la población, del pueblo
que se une: los hospitales colapsados por todos los cientos de ciudadanos que
han ido a donar sangre, los cientos trabajadores que estaban haciendo huelga
para denunciar el maltrato al que los somete el Gobierno y que fueron ayudar,
igual que los cientos que habían sido despedidos por esos recortes injustos. Todavía
queda humanidad en nuestro país, pero no en el Gobierno. ¿Quién se cree ahora
que esas personas no hacen falta? ¿Qué hubiera pasado si no hubieran ido?
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Mientras nuestro presidente utilizaba un discurso de apoyo a las víctimas copiado de un desastre anterior (hay que ser inútil y descerebrado), la gente con la que se llenan la boca para decir que son antipatriotas, vagos y sinvergüenzas (parados, gente en huelga, manifestantes...) ayudaban al prójimo en un acto que deja al descubierto el caladero moral de unos y otros. "Por los actos los conoceréis..."
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