Como este año se cumplen cuatrocientos de la aparición de las Soledades de Góngora, hoy vamos a homenajear a este poeta (uno de
mis preferidos) y dicha composición con un breve comentario de un fragmento del
texto.
Hemos de recordar que Góngora es un poeta
barroco que caracteriza sus versos por el uso del culteranismo, con el que
pretende desafiar el intelecto de los destinatarios. De modo que emplea
cultismos léxicos y sintácticos (algunos antiguos y otros inventados por el
autor); utiliza palabras esdrújulas; creación de metáforas nuevas; referencias
mitológicas menos conocidas.
Respecto a las Soledades, se ha discutido
mucho sobre esta composición. ¿Qué es? ¿Qué significa? ¿Está terminada? Para
algunos, ya desde la misma época, la intención del autor era construir una obra
en cuatro partes que representara las cuatro edades del hombre.
Especialmente desde 1613, momento en que
comienza la difusión tanto del Polifemo como de las Soledades, se inicia una
guerra de insultos, quejas y defensa. Así aparece una serie de tratados y
cartas en los que Góngora defiende a sí mismo, su poesía, su forma de vida y su
estilo oscuro. Se le criticaba el empleo de una lengua hermética,
construcciones con hipérbaton, neologismos, metáforas complejas, temas y formas
difíciles. Góngora se defiende advirtiendo que no es lo mismo escribir poesía
que prosa. Supone que la poesía es más difícil (ni que lo diga) e indica
conocimiento tanto por parte del autor como del receptor.
Todos sabemos que este autor fue maltratado
hasta que el Grupo poético del 27 lo recuperó en su primera etapa.
Si pretendían ser cuatro silvas, posiblemente
nunca lo sabremos. Lo que sí podemos identificar son sus características.
Respecto a los temas, hay que recordar que
los antiguos reviven, pero durante el Barroco se intensifican y se añaden
nuevos. El resultado es una gran variedad temática mayor que en el
Renacimiento. Y múltiples son los temas que aparecen en las Soledades: el
amoroso, que recupera la desgastada tradición petrarquista intensificándola o
burlándose; el moral, (por influencia de Horacio sus predilectos son la
Fortuna, la soledad y la vida retirada) con poesía anticortesana (oposición
entre la vida en el campo y la corte), inminencia de la llegada de la muerte
(como sucede con el canto del peregrino en la II Soledad), la angustia por el
paso del tiempo (referencia a las torres ruinosas en la I Soledad), el tiempo
como poder aniquilador (presente en las ruinas, las flores y los relojes);
gusto por la descripción de obras de arte, paisajes (se detiene en los colores)
y Naturaleza (se presta atención al sonido, sabores, colores) utópica que
recuerda a la Arcadia: el mitológico (añoranza de la Edad de Oro, huída del mundo
real, canto a la belleza, aunque también aparece la sátira); el laudatorio,
escrito por mecenazgo, como sucede en la II Soledad, que se destina al Conde de
Niebla; el fúnebre y elegiaco (muestra de ello es el canto del peregrino en la
II Soledad); el satírico – burlesco; el arquitectónico, con oposición existente
entre las construcciones típicas de ciudades (descritas como ruinas a causa del
paso del tiempo, venciendo la Naturaleza sobre la vanidad del hombre) frente a
serranas; literario, mediante discursos y canto, tanto en la I Soledadd (discurso
elogiando la vida retirada por parte del peregrino al ver al cabrero; discurso
de éste ante la visión de las ruinas; música de serranas, canto de bodas, coros
de Himeneo) como en la II ( canto, amoroso y fúnebre, del peregrino; cantos de
cuitas amorosas); el tópico de la apariencia/ realidad (vida como teatro, los
cosméticos); el desengaño, como un concepto filosófico propio del Barroco: las
experiencias son fugaces, pero se aprende de las negativas, como ocurre con el
naufragio del peregrino (alegoría de la vida).
En cuanto al espacio en las Soledades, éste
es un mundo natural utópico. La felicidad del ser humano está asegurado, pues
le facilita los medios para la dicha. Así se critica a los comerciantes y ve,
como indicaba antes, el triunfo de la Naturaleza sobre la vanidad humana.
El náufrago es un peregrino del amor que,
tras un terrible viaje, a un Paraíso donde existe tanto el amor como las leyes
morales. Sin embargo, parece que pretende romperse esa armonía por la violencia
humana (caza). A diferencia al amor impuesto en la ciudad, aquí no resulta una
fuente de sufrimiento, sino que se relaciona con el matrimonio (boda de la I
Soledad) o el compromiso (II Soledad). A esto se añade un orden natural
fundamentado en el respeto al anciano. Como
indicaba antes, se está recuperando el mito de la Arcadia, un paraíso fuera de
la Historia (aunque ésta está presente en las Soledades, como las alusiones a
la conquista de América, pero siempre de forma negativa).
De modo que la protagonista es la Naturaleza sobre el ser humano. De hecho se
vincula ésta con el arte. Se critica el artificio humano si destruye otro ser. Así,
los pastores y pescadores (lejos de la ignorancia) simbolizan la fusión utópica
de Naturaleza y el artificio humano.
El amor… como en todo en las Soledades se
opone corte/ Naturaleza utópica. El petrarquismo representa la vida en la
ciudad. El amor aquí se caracteriza por el recuerdo doloroso, la ausencia de la
amada, el amor como sufrimiento, en definitiva. En cambio, las leyes morales de
la Naturaleza utópica no presentan el amor como fuente de sufrimiento, sino que
es el pilar de la alegría.
Podemos resumir el argumento superficial de
la composición de la siguiente manera: el peregrino, del que no sabemos el
nombre, está luchando por su vida tras un naufragio provocado por una tormenta.
Llega a una playa. Desde lejos divisa el fuego de un hoguera y se dirige a
ella. Allí encuentra a unos cabreros que le ofrecen hospitalidad. Comienza,
entonces, un discurso de menosprecio de la corte y exaltación de la vida
retirada. A la mañana siguiente, uno de los cabreros le cuenta su vida (un
soldado retirado). Deja al peregrino para cazar un lobo. El protagonista vuelve
a ponerse en camino y se encuentra con unas serranas. Se esconde. Cuando llegan
los hombres, el peregrino sale. Resulta que van a una boda cargando los
regalos. Al ver su aspecto, uno de los hombres, un anciano, hace un discurso
sobre la navegación y la vanidad de los hombres (referencia al descubrimiento
de América). Cuenta que perdió a su hijo en un naufragio. Continúan el camino y
llegan al pueblo por la noche. Allí se está festejando con fuegos artificiales.
Mientras que el peregrino los alba, el anciano se queja de que pueden quemar
los campos. Al amanecer, el peregrino ve a la novia y sufre por el recuerdo de
su amada. Comienza la celebración, que es pagana. La fiesta continúa con
competiciones deportivas. Al final los esposos marchan a su casa. Se hace una
detallada descripción de la Naturaleza.
Tras esto, vamos a comentar someramente
algunos detalles de un fragmento de la II Soledad: la canción del peregrino.
El peregrino pues, haciendo en tanto
Instrumento el bajel, cuerda los remos,
Al Céfiro encomienda los extremos
Deste métrico llanto:
“Si de aire articulado
no son dolientes lágrimas süaves
estas mis quejas graves,
voces de sangre, y sangre son del alma.
Fíelas de tu calma,
¡oh, mar!, quien otra vez las ha fiado
de tu fortuna aun más que de tu hado.
¡Oh mar, oh tú, supremo
moderador piadoso de mis daños!,
tuyos serán mis años,
en tabla redimidos poco fuerte
de la bebida muerte,
que ser quiso, en aquel peligro extremo,
ella el
forzador y su guadaña el remo.
Regiones pise ajenas,
O clima propio, planta mía perdida,
Tuya será mi vida,
Si vida me ha dejado que sea tuya
Quien me fuerza a que huya
De su prisión, dejando mis cadenas
Rastro en tus ondas más que en tus arenas.
Audaz mi pensamiento
El Cenit escaló, plumas vestido,
Cuyo vuelo atrevido,
Si no ha dado tu nombre a tu s espumas,
De sus vestidas plumas
Conservarán el desvanecimiento
Los anales diáfanos del viento.
Esta pues culpa mía
El timón alternar menos seguro
Y el báculo más duro
Un lustro ha hecho a mi dudosa mano,
Solicitando en vano
Las alas sepultar de mi osadía
Donde el Sol nace o donde muere el día.
Muera,enemiga amada,
Muera mi culpa, y tu desdén le guarde,
arrepentido
tarde,
suspiro que mi muerte haga leda,
cuando no le suceda,
o por breve, o por tibia, o por cansada,
lágrima antes enjuta que llorada.
Naufragio ya segundo,
O filos pongan de homicida hierro
Fin duro a mi desierto,
Tan generosa fe, no fácil onda,
No poca tierra esconda:
Urna suya el Océano profundo,
Y obeliscos los montes sean del mundo.
Túmulo tanto debe
Agradecido Amor a mi pie errante;
Líquido pues diamante
Calle mis huesos, y elevada cima
Selle sí, mas no oprima
Esta que le fiaré ceniza breve,
Si hay ondas mudas y si hay tierra leve.”.
El fragmento en sí parece ser una incursión
de un género en otro y estar relacionado con la música: canto triste.
Si de aire articulado
no son dolientes lágrimas süaves
estas mis quejas graves,
voces de sangre, y sangre son del alma.
En estos versos se utiliza el recurso
retórico hipálage, ya que el aire no puede estar articulado, ni voces de
sangre, ni sangre en el alma.
Sensación de que la figura de la Muerte
estaba presente en el barco que naufragó, remando con la guadaña.
Oh mar, oh tú, supremo
moderador piadoso de mis daños!,
tuyos serán mis años,
en tabla redimidos poco fuerte
de la bebida muerte,
que ser quiso, en aquel peligro extremo,
ella el forzador y su guadaña el remo.
Aquí forzador
tiene sentido de obligado, esclavo,
galeote.
El peregrino parece haber confiado en el mar,
que tiene un papel contradictorio porque a la vez también ocasiona males:
tormenta que causa el naufragio.
A continuación, serie de elementos amorosos
relacionados con la tradición petrarquista: "prisión",
"cadenas", además del tópico de la ausencia de la amada.
Regiones pise ajenas,
O clima propio, planta mía perdida,
Tuya será mi vida,
Si vida me ha dejado que sea tuya
Quien me fuerza a que huya
De su prisión, dejando mis cadenas
Rastro en tus ondas más que en tus arenas.
Se ha marchado obligado ("fuerza")
por el amor que siente hacia ella.
Rastro
en tus ondas más que en tus arenas.
Parece
que el peregrino habla con el mar. Sin embargo, hay que tener en cuenta que hay
un tópico en la época sobre que el amor, lágrimas... apenas dejan rastro, el
hombre casi no deja huellas por su paso en el mundo: huella en el desierto
desaparece con el viento, o deja rastro en el agua, que no es nada. Si en el
poema se nos dice que el peregrino ha dejado más rastro en el mar que en la
arena, es que no queda ningún rastro de él, no es nada.
arena
Grupos de esta idea de la época agua
viento
Tras eso aparece el viento, en el poema, por
tanto hay una relación entre estos tres elementos que hace pensar en esta
noción.
plumas
vestido se trata más de un ablativo absoluto que una
construcción de acusativo. Imagen parecida al utilizado en el epitalamio de
1605 hecho por Góngora.
Audaz mi pensamiento
El Cenit escaló, plumas vestido,
Cuyo vuelo atrevido,
Si no ha dado tu nombre a tu s espumas,
De sus vestidas plumas
Conservarán el desvanecimiento
Los anales diáfanos del viento.
Ya en Italia está la idea del pensamiento
rápido y por tanto tiene alas. Se relaciona con las plumas y con la figura de
Ícaro, utilizada recurrentemente por Góngora. A éste le interesan ciertas
imágenes recurrentes en sus poemas.
(desvanecimiento,
no como desmayo, sino como orgullo).
Otra interpretación, tal vez más acertada, es
que su pensamiento pretendía un objetivo muy alto que no estaba dentro de sus
posibilidades: la amada. El pensamiento se eleva con atrevimiento y orgullo
hacia el objeto que es la amada. Y lo conservará los Anales (referencia
literaria) del viento. Aunque se ve aquí el viento como una especie de archivo,
el viento en sí puede guardar muy poco (seguimos con la noción de que el paso
del hombre por la vida no deja rastro, a no ser, tal vez, en pensamiento).
Hay algo parecido sobre el viento como
archivo en la Fábula de Polifemo,
donde Polifemo nos dice que sus desdichas puede escribirlas en el viento con el
dedo.
Esta
pues culpa mía (pretensión de conseguir el amor de la dama)
es lo que causa su peregrinación.
un
lustro está relacionado con poemas de aniversario
de Quevedo a Lisi y con el Cancionero de Petrarca.
Muera,
enemiga amada,
Muera
mi culpa, y tu desdén le guarde,
arrepentido tarde,
suspiro
que mi muerte haga leda,
cuando
no le suceda,
o
por breve, o por tibia, o por cansada,
lágrima
antes enjuta que llorada.
La
imagen de lágrimas cansadas también aparece en Petrarca. En un poema satírico de 1603 también aparece la expresión de
lágrimas cansadas, pero para referirse al poco agua de Valladolid.
El
peregrino supone que cuando él muera, ella, arrepentida tarde, llorará (parece
referencia al suicidio). Serán tibias lágrimas porque la amada no siente
ninguna pasión.
Otros
piensan que el que llora lágrimas cansadas es él, cambiando el tópico. En el
caso del enamorado, es porque está cansado de llorar.
Naufragio ya segundo,
O filos pongan de homicida hierro
Fin duro a mi desierto,
Tan generosa fe, no fácil onda,
No poca tierra esconda:
Urna suya el Océano profundo,
Y obeliscos los montes sean del mundo.
Túmulo tanto debe
Agradecido Amor a mi pie errante;
Líquido pues diamante
Calle mis huesos, y elevada cima
Selle sí, mas no oprima
Esta que le fiaré ceniza breve,
Si hay ondas mudas y si hay tierra leve.
obeliscos los montes sean del mundo, urna suya el Océano profundo..
son imágenes relacionadas con la elegía funeraria. Tienen relación con una
canción de Góngora sobre el cambio de lugar de los restos de Garcilaso.
Se
puede pensar en la identificación de protagonista y poeta como ha ocurrido con
Quevedo en los poemas sobre Lisi. Góngora parece jugar con esa posibilidad de
identificación con el protagonista: peregrino enamorado que lo pasa mal y no
consigue amor. En la Fábula de Polifemo
ocurre lo mismo, pero convirtiéndolo en monstruo. Esto último podría verse en
relación con la idea romántica de expresión del alma desesperada, alma de
poeta.
urna, túmulo, obeliscos son elementos relacionados con poemas de carácter funeral tanto de la
antigüedad clásica como de la propia época del autor.
Túmulo tanto debe
Agradecido Amor a mi pie errante;
Líquido pues diamante
Calle mis huesos, y elevada cima
Selle sí, mas no oprima
Esta que le fiaré ceniza breve,
Si hay ondas mudas y si hay tierra leve.
El
peregrino aparece un tanto orgulloso en cuanto que dice que , en su culpa, el
Amor le debe algo. Le debería pagar su túmulo, puesto que él ha viajado durante
largo tiempo y por muchos lugares sólo para seguirlo.
Así
pues, el final del canto del peregrino es un poema fúnebre.
Hay
un contraste desde el principio con la vida- muerte en el mar y en tierra:
timón báculo
muerte por
naufragio muerte por filos pongan de homicida hierro
urna
(mar)
obeliscos los montes
líquido
[...]/ calle mis huesos elevada
cima/selle [...]/ ceniza breve
Góngora
sigue la tradición de epitalamios y poemas funerarios, pero cambiándolos,
preguntándose si hay ondas mudas y si hay tierra leve.
En
otro poema suyo habla de arroyos
murmuradores en sentido positivo, porque es sonido agradable. Juega con dos
significados lo relaciona con lo que dice después no sordo el mar: la erudición engaña.
Según
Jammes, a partir del verso 179 comienza un tono festivo tras un monólogo
emotivo. Sin embargo se relacionan las imágenes de una y otra parte: el mar no
le escucha como le había pedido el peregrino, el viento se lleva las plumas (Ícaro-
pensamiento).
Parece
una canción, con estancias de misma estructura 7- 11; pero es sólo parecido,
porque no se repiten del todo.
Además
parece que el centro no es tanto el amor, sino el destino, semejante a las del siglo XVI en que el enamorado se
queja y dice que terminará suicidándose y ella arrepintiéndose tarde.
Para
que sea canción debe aparecer un envío. Pero no aparece tal, porque cierra con
un poema funerario. Combina dos géneros. La especie de envío aparece ya con el
narrador, diciendo que el mensaje llega al mar.
Lo
que hace a Jammes pensar en un tono festivo del narrador: número, suma, giros, hurtó. Estos
términos los relaciona con el mundo mercantil y de los comerciantes. Sin
embargo, hay que tener en cuenta que Jammes utiliza un significado actual de giro como giro bancario. Es más posible
que se refiera al giro del viento o de las plumas que se lleva el viento.
Bien
se puede pensar en términos de dos sentidos, pero, aquí, parece más que Góngora
se refiere a números como métrica, puesto que en latín significaba pie. Además
nos habla de dulces números. Y no tiene
en cuenta el término avara.
En
conclusión, parece ser que el tono es triste porque todo lo que queda del
emotivo canto del peregrino es una sílaba de Eco.
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