lunes, 7 de enero de 2013

CUATROCIENTOS AÑOS DE "LAS SOLEDADES".COMENTARIO DE LA II SOLEDAD, VERSOS 116- 171.




Como este año se cumplen cuatrocientos de  la aparición de las Soledades de Góngora, hoy vamos a homenajear a este poeta (uno de mis preferidos) y dicha composición con un breve comentario de un fragmento del texto.

Hemos de recordar que Góngora es un poeta barroco que caracteriza sus versos por el uso del culteranismo, con el que pretende desafiar el intelecto de los destinatarios. De modo que emplea cultismos léxicos y sintácticos (algunos antiguos y otros inventados por el autor); utiliza palabras esdrújulas; creación de metáforas nuevas; referencias mitológicas menos conocidas.

Respecto a las Soledades, se ha discutido mucho sobre esta composición. ¿Qué es? ¿Qué significa? ¿Está terminada? Para algunos, ya desde la misma época, la intención del autor era construir una obra en cuatro partes que representara las cuatro edades del hombre.

Especialmente desde 1613, momento en que comienza la difusión tanto del Polifemo como de las Soledades, se inicia una guerra de insultos, quejas y defensa. Así aparece una serie de tratados y cartas en los que Góngora defiende a sí mismo, su poesía, su forma de vida y su estilo oscuro. Se le criticaba el empleo de una lengua hermética, construcciones con hipérbaton, neologismos, metáforas complejas, temas y formas difíciles. Góngora se defiende advirtiendo que no es lo mismo escribir poesía que prosa. Supone que la poesía es más difícil (ni que lo diga) e indica conocimiento tanto por parte del autor como del receptor.

Todos sabemos que este autor fue maltratado hasta que el Grupo poético del 27 lo recuperó en su primera etapa.

Si pretendían ser cuatro silvas, posiblemente nunca lo sabremos. Lo que sí podemos identificar son sus características.

Respecto a los temas, hay que recordar que los antiguos reviven, pero durante el Barroco se intensifican y se añaden nuevos. El resultado es una gran variedad temática mayor que en el Renacimiento. Y múltiples son los temas que aparecen en las Soledades: el amoroso, que recupera la desgastada tradición petrarquista intensificándola o burlándose; el moral, (por influencia de Horacio sus predilectos son la Fortuna, la soledad y la vida retirada) con poesía anticortesana (oposición entre la vida en el campo y la corte), inminencia de la llegada de la muerte (como sucede con el canto del peregrino en la II Soledad), la angustia por el paso del tiempo (referencia a las torres ruinosas en la I Soledad), el tiempo como poder aniquilador (presente en las ruinas, las flores y los relojes); gusto por la descripción de obras de arte, paisajes (se detiene en los colores) y Naturaleza (se presta atención al sonido, sabores, colores) utópica que recuerda a la Arcadia: el mitológico (añoranza de la Edad de Oro, huída del mundo real, canto a la belleza, aunque también aparece la sátira); el laudatorio, escrito por mecenazgo, como sucede en la II Soledad, que se destina al Conde de Niebla; el fúnebre y elegiaco (muestra de ello es el canto del peregrino en la II Soledad); el satírico – burlesco; el arquitectónico, con oposición existente entre las construcciones típicas de ciudades (descritas como ruinas a causa del paso del tiempo, venciendo la Naturaleza sobre la vanidad del hombre) frente a serranas; literario, mediante discursos y canto, tanto en la I Soledadd (discurso elogiando la vida retirada por parte del peregrino al ver al cabrero; discurso de éste ante la visión de las ruinas; música de serranas, canto de bodas, coros de Himeneo) como en la II ( canto, amoroso y fúnebre, del peregrino; cantos de cuitas amorosas); el tópico de la apariencia/ realidad (vida como teatro, los cosméticos); el desengaño, como un concepto filosófico propio del Barroco: las experiencias son fugaces, pero se aprende de las negativas, como ocurre con el naufragio del peregrino (alegoría de la vida).

En cuanto al espacio en las Soledades, éste es un mundo natural utópico. La felicidad del ser humano está asegurado, pues le facilita los medios para la dicha. Así se critica a los comerciantes y ve, como indicaba antes, el triunfo de la Naturaleza sobre la vanidad humana.
El náufrago es un peregrino del amor que, tras un terrible viaje, a un Paraíso donde existe tanto el amor como las leyes morales. Sin embargo, parece que pretende romperse esa armonía por la violencia humana (caza). A diferencia al amor impuesto en la ciudad, aquí no resulta una fuente de sufrimiento, sino que se relaciona con el matrimonio (boda de la I Soledad) o el compromiso (II Soledad). A esto se añade un orden natural fundamentado en el respeto al anciano.  Como indicaba antes, se está recuperando el mito de la Arcadia, un paraíso fuera de la Historia (aunque ésta está presente en las Soledades, como las alusiones a la conquista de América, pero siempre de forma negativa).

De modo que la protagonista es la  Naturaleza sobre el ser humano. De hecho se vincula ésta con el arte. Se critica el artificio humano si destruye otro ser. Así, los pastores y pescadores (lejos de la ignorancia) simbolizan la fusión utópica de Naturaleza y el artificio humano.

El amor… como en todo en las Soledades se opone corte/ Naturaleza utópica. El petrarquismo representa la vida en la ciudad. El amor aquí se caracteriza por el recuerdo doloroso, la ausencia de la amada, el amor como sufrimiento, en definitiva. En cambio, las leyes morales de la Naturaleza utópica no presentan el amor como fuente de sufrimiento, sino que es el pilar de la alegría.

Podemos resumir el argumento superficial de la composición de la siguiente manera: el peregrino, del que no sabemos el nombre, está luchando por su vida tras un naufragio provocado por una tormenta. Llega a una playa. Desde lejos divisa el fuego de un hoguera y se dirige a ella. Allí encuentra a unos cabreros que le ofrecen hospitalidad. Comienza, entonces, un discurso de menosprecio de la corte y exaltación de la vida retirada. A la mañana siguiente, uno de los cabreros le cuenta su vida (un soldado retirado). Deja al peregrino para cazar un lobo. El protagonista vuelve a ponerse en camino y se encuentra con unas serranas. Se esconde. Cuando llegan los hombres, el peregrino sale. Resulta que van a una boda cargando los regalos. Al ver su aspecto, uno de los hombres, un anciano, hace un discurso sobre la navegación y la vanidad de los hombres (referencia al descubrimiento de América). Cuenta que perdió a su hijo en un naufragio. Continúan el camino y llegan al pueblo por la noche. Allí se está festejando con fuegos artificiales. Mientras que el peregrino los alba, el anciano se queja de que pueden quemar los campos. Al amanecer, el peregrino ve a la novia y sufre por el recuerdo de su amada. Comienza la celebración, que es pagana. La fiesta continúa con competiciones deportivas. Al final los esposos marchan a su casa. Se hace una detallada descripción de la Naturaleza.

Tras esto, vamos a comentar someramente algunos detalles de un fragmento de la II Soledad: la canción del peregrino.

El peregrino pues, haciendo en tanto
Instrumento el bajel, cuerda los remos,
Al Céfiro encomienda los extremos
Deste métrico llanto:
“Si de aire articulado
no son dolientes lágrimas süaves
estas mis quejas graves,
voces de sangre, y sangre son del alma.
Fíelas de tu calma,
¡oh, mar!, quien otra vez las ha fiado
de tu fortuna aun más que de tu hado.
¡Oh mar, oh tú, supremo
moderador piadoso de mis daños!,
tuyos serán mis años,
en tabla redimidos poco fuerte
de la bebida muerte,
que ser quiso, en aquel peligro extremo,
 ella el forzador y su guadaña el remo.
Regiones pise ajenas,
O clima propio, planta mía perdida,
Tuya será mi vida,
Si vida me ha dejado que sea tuya
Quien me fuerza a que huya
De su prisión, dejando mis cadenas
Rastro en tus ondas más que en tus arenas.
Audaz mi pensamiento
El Cenit escaló, plumas vestido,
Cuyo vuelo atrevido,
Si no ha dado tu nombre a tu s espumas,
De sus vestidas plumas
Conservarán el desvanecimiento
Los anales diáfanos del viento.
Esta pues culpa mía
El timón alternar menos seguro
Y el báculo más duro
Un lustro ha hecho a mi dudosa mano,
Solicitando en vano
Las alas sepultar de mi osadía
Donde el Sol nace o donde muere el día.
Muera,enemiga amada,
Muera mi culpa, y tu desdén le guarde,
 arrepentido tarde,
suspiro que mi muerte haga leda,
cuando no le suceda,
o por breve, o por tibia, o por cansada,
lágrima antes enjuta que llorada.
Naufragio ya segundo,
O filos pongan de homicida hierro
Fin duro a mi desierto,
Tan generosa fe, no fácil onda,
No poca tierra esconda:
Urna suya el Océano profundo,
Y obeliscos los montes sean del mundo.
Túmulo tanto debe
Agradecido Amor a mi pie errante;
Líquido pues diamante
Calle mis huesos, y elevada cima
Selle sí, mas no oprima
Esta que le fiaré ceniza breve,
Si hay ondas mudas y si hay tierra leve.”.

El fragmento en sí parece ser una incursión de un género en otro y estar relacionado con la música: canto triste.

Si de aire articulado
no son dolientes lágrimas süaves
estas mis quejas graves,
voces de sangre, y sangre son del alma.

En estos versos se utiliza el recurso retórico hipálage, ya que el aire no puede estar articulado, ni voces de sangre, ni sangre en el alma.

Sensación de que la figura de la Muerte estaba presente en el barco que naufragó, remando con la guadaña.

Oh mar, oh tú, supremo
moderador piadoso de mis daños!,
tuyos serán mis años,
en tabla redimidos poco fuerte
de la bebida muerte,
que ser quiso, en aquel peligro extremo,
ella el forzador y su guadaña el remo.

Aquí forzador tiene sentido de obligado, esclavo, galeote.

El peregrino parece haber confiado en el mar, que tiene un papel contradictorio porque a la vez también ocasiona males: tormenta que causa el naufragio.

A continuación, serie de elementos amorosos relacionados con la tradición petrarquista: "prisión", "cadenas", además del tópico de la ausencia de la amada.

Regiones pise ajenas,
O clima propio, planta mía perdida,
Tuya será mi vida,
Si vida me ha dejado que sea tuya
Quien me fuerza a que huya
De su prisión, dejando mis cadenas
Rastro en tus ondas más que en tus arenas.

Se ha marchado obligado ("fuerza") por el amor que siente hacia ella.

Rastro en tus ondas más que en tus arenas.

Parece que el peregrino habla con el mar. Sin embargo, hay que tener en cuenta que hay un tópico en la época sobre que el amor, lágrimas... apenas dejan rastro, el hombre casi no deja huellas por su paso en el mundo: huella en el desierto desaparece con el viento, o deja rastro en el agua, que no es nada. Si en el poema se nos dice que el peregrino ha dejado más rastro en el mar que en la arena, es que no queda ningún rastro de él, no es nada.
                                                           arena
Grupos de esta idea de la época        agua
                                                           viento

Tras eso aparece el viento, en el poema, por tanto hay una relación entre estos tres elementos que hace pensar en esta noción.

plumas vestido se trata más de un ablativo absoluto que una construcción de acusativo. Imagen parecida al utilizado en el epitalamio de 1605 hecho por Góngora.

Audaz mi pensamiento
El Cenit escaló, plumas vestido,
Cuyo vuelo atrevido,
Si no ha dado tu nombre a tu s espumas,
De sus vestidas plumas
Conservarán el desvanecimiento
Los anales diáfanos del viento.

Ya en Italia está la idea del pensamiento rápido y por tanto tiene alas. Se relaciona con las plumas y con la figura de Ícaro, utilizada recurrentemente por Góngora. A éste le interesan ciertas imágenes recurrentes en sus poemas.
(desvanecimiento, no como desmayo, sino como orgullo).
Otra interpretación, tal vez más acertada, es que su pensamiento pretendía un objetivo muy alto que no estaba dentro de sus posibilidades: la amada. El pensamiento se eleva con atrevimiento y orgullo hacia el objeto que es la amada. Y lo conservará los Anales (referencia literaria) del viento. Aunque se ve aquí el viento como una especie de archivo, el viento en sí puede guardar muy poco (seguimos con la noción de que el paso del hombre por la vida no deja rastro, a no ser, tal vez, en pensamiento).
Hay algo parecido sobre el viento como archivo en la Fábula de Polifemo, donde Polifemo nos dice que sus desdichas puede escribirlas en el viento con el dedo.

Esta pues culpa mía (pretensión de conseguir el amor de la dama) es lo que causa su peregrinación.

un lustro está relacionado con poemas de aniversario de Quevedo a Lisi y con el Cancionero de Petrarca.

Muera, enemiga amada,
Muera mi culpa, y tu desdén le guarde,
 arrepentido tarde,
suspiro que mi muerte haga leda,
cuando no le suceda,
o por breve, o por tibia, o por cansada,
lágrima antes enjuta que llorada.

La imagen de lágrimas cansadas también aparece en Petrarca.        En un poema satírico de 1603 también aparece la expresión de lágrimas cansadas, pero para referirse al poco agua de Valladolid.
El peregrino supone que cuando él muera, ella, arrepentida tarde, llorará (parece referencia al suicidio). Serán tibias lágrimas porque la amada no siente ninguna pasión.
Otros piensan que el que llora lágrimas cansadas es él, cambiando el tópico. En el caso del enamorado, es porque está cansado de llorar.

Naufragio ya segundo,
O filos pongan de homicida hierro
Fin duro a mi desierto,
Tan generosa fe, no fácil onda,
No poca tierra esconda:
Urna suya el Océano profundo,
Y obeliscos los montes sean del mundo.
Túmulo tanto debe
Agradecido Amor a mi pie errante;
Líquido pues diamante
Calle mis huesos, y elevada cima
Selle sí, mas no oprima
Esta que le fiaré ceniza breve,
Si hay ondas mudas y si hay tierra leve.

obeliscos los montes sean del mundo, urna suya el Océano profundo.. son imágenes relacionadas con la elegía funeraria. Tienen relación con una canción de Góngora sobre el cambio de lugar de los restos de Garcilaso.

Se puede pensar en la identificación de protagonista y poeta como ha ocurrido con Quevedo en los poemas sobre Lisi. Góngora parece jugar con esa posibilidad de identificación con el protagonista: peregrino enamorado que lo pasa mal y no consigue amor. En la Fábula de Polifemo ocurre lo mismo, pero convirtiéndolo en monstruo. Esto último podría verse en relación con la idea romántica de expresión del alma desesperada, alma de poeta.

urna, túmulo, obeliscos son elementos relacionados con poemas de carácter funeral tanto de la antigüedad clásica como de la propia época del autor.

Túmulo tanto debe
Agradecido Amor a mi pie errante;
Líquido pues diamante
Calle mis huesos, y elevada cima
Selle sí, mas no oprima
Esta que le fiaré ceniza breve,
Si hay ondas mudas y si hay tierra leve.

El peregrino aparece un tanto orgulloso en cuanto que dice que , en su culpa, el Amor le debe algo. Le debería pagar su túmulo, puesto que él ha viajado durante largo tiempo y por muchos lugares sólo para seguirlo.

Así pues, el final del canto del peregrino es un poema fúnebre.

Hay un contraste desde el principio con la vida- muerte en el mar y en tierra:

timón                                      báculo
muerte por naufragio             muerte por filos pongan de homicida hierro
urna  (mar)                             obeliscos los montes
líquido [...]/ calle mis huesos             elevada cima/selle [...]/ ceniza breve

Góngora sigue la tradición de epitalamios y poemas funerarios, pero cambiándolos, preguntándose  si hay ondas mudas y si hay tierra leve.
En otro poema suyo habla de arroyos murmuradores en sentido positivo, porque es sonido agradable. Juega con dos significados lo relaciona con lo que dice después no sordo el mar: la erudición engaña.

Según Jammes, a partir del verso 179 comienza un tono festivo tras un monólogo emotivo. Sin embargo se relacionan las imágenes de una y otra parte: el mar no le escucha como le había pedido el peregrino, el viento se lleva las plumas (Ícaro- pensamiento).

Parece una canción, con estancias de misma estructura 7- 11; pero es sólo parecido, porque no se repiten del todo.
Además parece que el centro no es tanto el amor, sino el destino, semejante  a las del siglo XVI en que el enamorado se queja y dice que terminará suicidándose y ella arrepintiéndose tarde.
Para que sea canción debe aparecer un envío. Pero no aparece tal, porque cierra con un poema funerario. Combina dos géneros. La especie de envío aparece ya con el narrador, diciendo que el mensaje llega al mar.
Lo que hace a Jammes pensar en un tono festivo del narrador: número, suma, giros, hurtó. Estos términos los relaciona con el mundo mercantil y de los comerciantes. Sin embargo, hay que tener en cuenta que Jammes utiliza un significado actual de giro como giro bancario. Es más posible que se refiera al giro del viento o de las plumas que se lleva el viento.
Bien se puede pensar en términos de dos sentidos, pero, aquí, parece más que Góngora se refiere a números como métrica, puesto que en latín significaba pie. Además nos habla de dulces números. Y no tiene en cuenta el término avara.
En conclusión, parece ser que el tono es triste porque todo lo que queda del emotivo canto del peregrino es una sílaba de Eco.

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