domingo, 24 de noviembre de 2013

MITOLOGÍA GRIEGA: HERMES.

La entrada de hoy la dedicamos a una de las divinidades más importantes del Olimpo griego: Hermes (Mercurio, en el mundo romano).
Juicio de Paris, Rubens (Museo de El Prado de Madrid)

Era hijo de Zeus y de Maya (una de las siete pléyades hijas de Atlas). Ésta dio a luz a Hermes en la Arcadia. Envolvió al recién nacido en mantas y se acurrucó para dormir. El bebé salió  de la cueva del monte Cileno y marchó hacia Pieria. Para divertirse se hizo con los bueyes de Apolo. Mató a dos para alimentarse, pero, antes, los ofreció como sacrificio a los dioses, por lo que surgió tal rito. Al resto de los animales los encerró en un cueva. Después de la travesura, volvió a casa. En el camino tropezó con una concha de tortuga. Al darle la vuelta se dio cuenta de que podría ser un magnífico instrumento. Así que le añadió cuerdas. Acababa de inventar la lira.

Apolo persiguió al ladronzuelo hasta dar con él. Pero en vez de enfadarse con el pequeño se quedó anonadado por la música del nuevo instrumento que Hermes le regaló. A cambio, Apolo le ofreció su cayado, que se convertiría en el caduceo.

Un tiempo después, Zeus convirtió a su hijo en el mensajero de los dioses, con lo que Hermes aparece en la mayor parte de los relatos mitológicos de la Antigua Grecia. En consecuencia necesitaba ser veloz. Por eso tenía un casco y  unas sandalias aladas, así como una capa (¿creíais que el primero había sido Supermán?).

Además de ser el heraldo de los dioses, también guiaba a las almas hacia el Hades, momento en el que se lo conocía como Psicopompo.

Era una divinidad caracterizada por su inteligencia y astucia. Un poco tramposo, a veces. Era también un gran orador, debido a su tarea como embajador. Se lo consideraba inventor de numerosas materias: la música, la astronomía, el alfabeto, de los pesos y medidas (por eso era adorado por los mercaderes), de algunos deportes (momento en que se dejó de representarlo como un dios anciano y barbudo por un joven atlético).

Se creía, además, que se manifestaba en los cruces de caminos. Los antiguos griegos colocaban esculturas del dios en las encrucijadas, pues consideraban que ayudarían a los viajeros, especialmente a los comerciantes.

Entre los atributos para reconocerlo están  los ya mencionados: el casco y las sandalias aladas, el caduceo y la tortuga.






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