la madre anciana ensangrentada (Itiba Cahubaba), divinidad caribeña. |
Las creencias del Caribe proceden
de Sudamérica, aunque después se fueron sumando las de las migraciones hasta
formar un mosaico religioso. Pero no construyeron grandes monumentos en honor a
sus divinidades, sino que crearon zemís, tablillas poderosas que representan
los héroes y dioses. Eran especialmente empleados por los chamanes para sus
viajes espirituales.
Los taino consideran que el mundo
se creó en cinco eras. La primera se inició en el momento en que el Espíritu
supremo mató a su hijo Yaya a causa de su rebeldía. Introdujo sus huesos en una
calabaza que colgó de las vigas de la casa. Al cabo del tiempo, descubrió que
los huesos se habían transformado en peces. Así que él y su esposa se los
comieron.
En otra versión, los cuatro hijos
de la madre anciana ensangrentada
(Itiba Cahubaba), entraron en la casa de Yaya y descubrieron la calabaza con
peces en el interior. Cuando se disponían a comérselos, el dueño llegó.
Intentaron colocar la calabaza y los peces en su lugar con tanta premura que se
les cayó. Se derramó el agua y los peces cayeron. Así surgió el océano. Los
hermanos huyeron hacia la tierra de su abuelo. Uno de los jóvenes pidió pan de
mandioca. Enfurecido, el anciano escupió a su espalda. De esa saliva procede la
droga que los chameles empleaban para acceder al mundo espiritual.
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Siempre es fascinante comprobar cómo hilan sucesos de la vida cotidiana, diferentes gestos, con un antecedente mítico que da al gesto todo su sentido.
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