En un principio, los dioses y los hombres convivía. Aquellos solían descender de los cielos para visitar y educar a éstos. Sin embargo, algo enfureció a los dioses. Estos separaron el cielo y la tierra y abandonaron a sus creaciones. Los hombres intentaron construir altas torres para volver a alcanzar a las divinidades, pero fue imposible. Aun así los seres humanos consideran que han decepcionado a los dioses por su comportamiento. Así que procuran sacar lo mejor de sí. Entonces, se introducen en el mundo seres sobrenaturales que pretenden sacar las faltas de los hombres, quienes se ven obligados a luchar contra el mal. Sí, Dios ya no vive con ellos, pero lo sienten en sí mismos.
De esta idea surgen los rituales, con la intención de restablecer un orden perdido con la marcha divina.
De pronto, murió la primera persona. Ese estado era desconocido por los hombres, pues, hasta entonces, nunca nadie había muerto. Necesitaban ayuda. Enviaron un gusano al cielo con la intención de que el dios Hyel (Bura) explicara qué debían hacer. Éste indicó que habían de colgar el cadáver de un árbol y lanzarle gachas hasta que recobrara la vida. Una vez hecho esto nadie volvería a morir. ¡Ya tendrían la solución! Sin embargo, Agadzagadza, que había oído el consejo del dios, se adelantó al gusano. Llegó ante los seres humanos y les contó que lo que debían hacer era enterrarlo. Y así lo hicieron con la esperanza de haberse librado de ese temible fin. Pero cuanto regresó el gusano descubrieron la verdad. Mas, perezosos, los hombres no estaban dispuestos a desenterrar el cadáver. Uf, ¡qué cansancio! Desde entonces, los seres humanos siguen muriendo.
El blog cultural (literatura, sociedad, aniversarios, curiosidades)de una docente que busca el ciudadano inteligente y cívico que no pueda ser manipulado ni engañado. Formemos ciudadanos de bien (ideal del XVIII).
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La ironía es, en muchas ocasiones, un recurso muy usado en la mitología para explicar circunstancias vitales y preocupaciones humanas. A mí, personalmente, me admira esa capacidad para voltear una situación complicada como puede ser la muerte, buscando la explicación en algo tan trivial como la pereza humana, un mal endémico (sobre todo dentro de nuestro querido país, todo hay que decirlo, aunque a tenor de esta mitología africana, extendido en la geografía mundial).
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