Este dios ayudaba y protegía a
los seres humanos. A mí me recuerda a Prometeo en versión china, pues uno de
los regalos más importantes que Fushi otorgó a los seres creados por su esposa
fue el fuego. Los humanos se maravillaban y aterrorizaban cuando un poderoso
rayo alcanzaba un árbol y producía una ardiente llamarada. Sin embargo fue este
dios quien les enseñó cómo crearlo y para qué emplearlo. De este modo los
hombres y mujeres dejaron de comer comida cruda. Además conseguían más fácilmente
alimento, pues cazaban a los animales atemorizándolos con el fuego.
Pero además de enseñarles cómo
sobrevivir, el dios fue más allá. Educó su espíritu. Con esta intención les
mostró la relevancia de la música. Y a esto añadió el aprendizaje de la
adivinación. Creó para ellos el Libro de
los Cambios, compuesto por ocho hexagramas con los elementos del mundo:
cielo, tierra, agua, fuego, montaña, trueno, viento y río.
Gracias a este conocimiento, se
descubría cómo evolucionaría una enfermedad, una guerra o cual era la decisión
más acertada.
Nüwa y Fushi, por tanto, se
aseguraron de dar conocimiento y protección a los jóvenes seres humanos. Pero la
calma desapareció cuando un día el dios del agua y el del fuego comenzaron una
pelea. Esto lo veremos el siguiente domingo.
Antes de terminar he de recordar la existencia de otra versión en la que hubo un gran diluvio. Sólo se salvaron Nüwa y Fushi, que crearían y educarían a los seres humanos.
Mi deformación profesional no me ha permitido otra cosa que relacionar el detalle del aprendizaje de la música con esas ideas tontas que residen en mentes obtusas sobre que hay unas asignaturas más importantes que otras. Bien es cierto que hay materias que necesitan una profundidad mayor en el currículo, y de ahí que tengan más horas semanales (lengua, matemáticas, inglés), pero también pienso que el ser humano debe ir formándose en una amalgama de conocimientos, tanto de ciencias como de letras, para llegar a ser un adulto íntegro y completo. Me resulta gratificante comprobar que los dioses primigenios de todas las culturas obraban de este modo, sin hacer distinciones entre ciencias y letras, sino dotando a sus creaciones de la totalidad de los talentos para triunfar en el mundo que les habían creado.
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