domingo, 2 de junio de 2013

PASEO POR LA FERIA DEL LIBRO.




Ayer acompañé a un amigo, Emilio González. Leyó algunos de sus versos en el Hotel AC de Avenida de América, un evento organizado por Palabra sobre Palabra (web de gran interés que no debéis dejar de leer).

El poeta Emilio González en el evento de Palabra sobre Palabra.


Tras la buena poesía tenía decidido visitar a una gran poeta y querida amiga en la Feria del Libro: Ariadna García, que firmaba en la caseta 294 (Hiperión) su poemario galardonado en el Premio Internacional Miguel Hernández. Sin embargo, el coche quedó atascado en un mar de automóviles. A un lado, el Parque de El Retiro; al otro, un cartel de completo; a lo lejos, la Puerta de Alcalá. Tras una gran espera para dar la vuelta, regreso a casa con desilusión.

Después, una horrible noche con dolores que cada vez son mayores. Consigo levantarme a duras penas esta mañana, sintiendo mi cuerpo como si hubiera sido atropellado repetidamente por un camión. Enciendo el ordenador pensando en que tengo que hacer las entradas del día. Toca mitología. Decido pasarme antes por facebook. Para mi sorpresa veo un mensaje de Ariadna (otro en el móvil): a las doce vuelve a firmar. Intento no pensar en todo en lo que todavía tengo que hacer y en un cuerpo cada vez más limitado. Me visto y comienzo el viaje en transporte público. Saco del bolso de Mary Popins que tengo un ejemplar de Juego de Tablas que me ha dedicado uno de los autores y que ayuda a que llegue a la capital en un visto y no visto. Tras regatear, como un Cristiano Ronaldo o un Mesi, a transeúntes que no saben por dónde se ha de caminar, llego al metro. Los recortes en todos lados ha producido que pasen cada más tiempo y que los vagones estén a rebosar. Sigo enfrascada en el libro. Casi me da pena llegar a Retiro. Salgo del vagón, en el que me he visto obligada a ir de pie. Me siento en un banco del andén, cogiendo fuerzas, procurando aguantar el dolor y excusándome en que espero que toda la marabunta de gente vaya saliendo. Pasan unos minutos. No sé cuántos, estaba leyendo (mi departamento debería ponerlo para los alumnos el año que viene). Miro las escaleras. Todavía hay un tapón en la salida, pero sé que como me quede sentada mi cuerpo va a sentir un bajón y va a sufrir más el esfuerzo. Me pongo en pie y camino junto al resto hacia la salida y luego al parque. Cruzamos la calle por debajo de los coches. Veo en los laterales mantas con bolsos, gafas y hombres que esperan que con sus blancas sonrisas destacando en su piel oscura compremos. El sol ciega mis ojos verdes -¿o la luz los habrá vuelto, otra vez, dorados?-. Me paro para cambiarme de gafas y convertirme en un personaje de Matrix.
Portada de la novela juvenil Juego de Tablas.


Otra vez a evitar a transeúntes que no saben caminar y que enseñan malos hábitos a sus hijos o nietos. Música clásica relaja mi alma en un paraje verde. Me doy cuenta que mis manos comienzan a moverse a su son. El recuerdo de conversaciones con Antonio Daganzo vienen a mi cabeza. Una banda de música toca en el quiosco. Alrededor gente en sillas junto a otros que disfrutan de la hierba.

Música en El Retiro.


Sigo mi camino como los otros peces. El banco llega a las casetas de la Feria. Angustia. La naturaleza se burla con la alergia que hace que me cueste respirar. La gente camina desordenadamente, empujándose unos a otros. Miro el número de una caseta. Uf. Todavía tengo que llegar a la 294. Salgo de allí y camino por fuera de la masa. No sé por qué número voy. Vuelvo a entrar. El destino quiere que justo alcance la caseta de Tres Rosas Amarillas. Me hago hueco entre la gente y llego al expositor. Una señora me empuja para colarse. A pesar de mis gafas oscuras, debe ver mi mirada reprobatoria. He visto el libro que me interesa en la distancia. Unos hombres muy amables me atienden. ¿Quiere una bolsa? Sí, por favor, acompañado de una amplia sonrisa. Salgo con mi bolsa de papel y vuelvo al caos de caminantes. Ya tengo en mi poder Deantología. La logia del microrrelato (los Cafés literarios sirven precisamente para conocer buenos escritores y sus textos me llamaron tanto la atención…).

Caseta de Tres Rosas Amarillas en la Feria del Libro de Madrid.
Portada de Antología La logia del Microrrelato. Ed. Talentura.

Decido ir directamente a la caseta 294. Soy capaz de gastarme mi corto sueldo en libros. Viene a mi memoria el montó a la espera de ser leídos.

Reivindicaciones en la Feria del Libro.


Un suplicio llegar hasta la caseta deseada. Veo a Ariadna firmando uno de sus ejemplares. Levanta la cabeza. Parece que me ha sentido. Me sonríe. Vuelve a bajar la cabeza para concentrarse en terminar la dedicatoria.

La poeta Ariadna García en la caseta 294  (Hiperión) de la Feria del Libro.


Ariadna García firmando un ejemplar de La Guerra de Invierno,
 Premio Internacional de Poesía 2013, en la caseta 294
de la Feria del Libro de Madrid.



Un poco de charla con amigas muy queridas. Tengo que marcharme. Ya tengo mi ejemplar firmado.
Salgo, otra vez, del camino de los transeúntes. Una luz se enciende en mi cabeza. He de coger otro poemario para otra persona a la que tengo mucho cariño y quien admira los versos de Ariadna. Soy un despiste.

Otra vez aplastada por la gente. Alcanzo la 294. Observo a una familia. El padre nos ha visto y ha parado. Ha cogido un ejemplar, ha leído el primer poema y ha abierto los ojos como platos. Sé que le ha gustado antes de que le pida a su mujer y a sus hijos que esperen. Va a comprar el libro y quiere que la autora se lo dedique. Miro con más detenimiento la caseta. No hay ningún cartel señalando que allí está la galardonada del Premio Internacional de Poesía Miguel Hernández 2013.


Ariadna firma con cariño el nuevo ejemplar que le acerco. Me despido de nuevo con la promesa de vernos pronto. Me están esperando y ya vuelvo a llegar tarde. Pero tengo en mi poder La Guerra de Invierno.


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2 comentarios:

  1. Enhorabuena a Ariadna, por supuesto, Para los simples mortales como yo nos parece una pasada verla (aunque en mi caso sea en la fotografía, no he tenido el gusto de ir este año a la Feria del Libro, al menos de momento) firmando ejemplares en un puesto de Retiro.
    Respecto a Emilio, yo también estuve, quedando encandilado, como siempre, en su dulce voz. ¿No me creen? Oigan, en este mismo blog, de lo que hablo, pues tiene algunas entradas en las que aparece su melódica garganta (recuerdo ahora mismo leyendo El Quijote y su magnífico poema sobre el abecedario).

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    Respuestas
    1. Siempre entusiasma ver que los que se lo merecen vayan consiguiendo éxitos.

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Se agradecen los comentarios, especialmente para no sentirme como una loca que habla sola. Saludos.