Este artículo fue publicado en L´Artmaniaque al cumplirse los cincuenta años de la muerte de Baroja. Ahora lo cuelgo aquí por los ciento veinte años de su nacimiento, por lo que he cambiado el titular.
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l vasco Pío Baroja perteneció al llamado Grupo del 98, que junto al Modernismo, formaba la generación de jóvenes antiburgueses (los Modernos) en plena Restauración borbónica española.
El caos político, moral y cultural en el que estaba sumido España había sido intuido por los intelectuales, quienes avisaron de la posibilidad de que provocara una explosión irreparable (¡que lástima que siempre repitamos los mismos errores!). Los temores se concretan en el Desastre del 98.
Éste tuvo sus orígenes en la última guerra contra Cuba. EEUU, por su parte, esperaba el momento de sacar partido; así que justificó su entrada en la guerra con un falso pretexto: España había reventado una de sus embarcaciones.
La inquietud causada por la entrada de los estadounidenses se disipó pronto mediante los engaños del Gobierno (¡qué raro!), que controlaba la prensa. A los españolitos se les había asegurado que nada había que temer de los norteamericanos. Iba a ser coser y cantar.
En fin, como es lógico, el batacazo fue enorme cuando sucedió lo que tenía que ocurrir: España fue derrotada y humillada.
El pueblo español, totalmente sorprendido, entró en una enfermiza depresión, en una actitud abúlica.
Es lógica, pues, la negatividad de muchos de los intelectuales, destacando Pío Baroja. Este autor, en sus obras (caracterizadas por las trilogías), lleva a cabo una crítica feroz de la situación española de una forma sarcástica.
Pío Baroja, que había estudiado Medicina (siendo curioso el título de sus tesis: El dolor) presenta, con un lenguaje sencillo, los parajes más degradados y marginados de la sociedad española, centrándose, sobre todo, en Madrid, simbolizando, como ya lo hiciera Galdós (maestro de este grupo literario), todo el país. La postura negativa se trasluce en sus obras (personalmente, las más interesantes resultan El árbol de la ciencia y La busca). Por otro lado, los personajes, como él, pretenden ser activos, pero caen en la abulia: nada merece la pena. De manera que se plasma el escepticismo del autor ante aquello que lo rodea.
Para saber más:
Grupo del 98
Leer también:
Personalidades.
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