sábado, 15 de febrero de 2014

COMENTARIO DE TEXTO: AMOR CONSTANTE MÁS ALLÁ DE LA MUERTE, QUEVEDO

Francisco de Quevedo, escritor barroco
Ayer, una afable conversación con el escritor Alberto Infante me trajo a la mente uno de mis poetas preferidos de la historia de nuestra literatura: Quevedo. Autor cuyos versos pueden verse desde varios prismas, mas siempre con una actualidad de la que carecen algunos autores del veinte.
Como esta semana se celebró el día de los enamorados –aunque es una de esas fechas que me parecen absurdas-, voy a recuperar un poema del autor sobre el tema amoroso. Verá, querido lector, que los versos reflejan una amor petrarquista con un hálito propio del Barroco español.
Voy a hacer algo que sé que los poetan odian, comentar un poema. Tengo que agradecer a mi profesora de Literatura Universal en el instituto que me hiciera entender que lo primero que ha de hacerse con la poesía es leerla  de la manera más pura posible. Tal vez no se entienda todo el texto, pero unos buenos versos producirán una sensación en el alma. Y de ahí ha de partirse para ir comprendiendo mejor el poema. Así que le aconsejo, estimado lector, que lea el poema, se escuche a sí mismo para entender qué sentimientos le ha provocado. Yo llegaré después con la leve disección que será el comentario a fin de que comprenda un poco más ese texto y cómo el autor ha logrado conseguir comunicarse con alma.

Cerrar podrá mis ojos la postrera
sombra que me llevare el blanco día, 
y podrá desatar esta alma mía
hora a su afán ansioso lisonjera;

mas no, de esotra parte, en la ribera,
dejará la memoria, en donde ardía: 
nadar sabe mi llama la agua fría,
y perder el respeto a ley severa. 

Alma a quien todo un dios prisión ha sido,
venas que humor a tanto fuego han dado,
medulas que han gloriosamente ardido 

su cuerpo dejará, no su cuidado;
serán ceniza, mas tendrá sentido;
polvo serán, mas polvo enamorado.
 

A continuación va a comentarse el presente texto. Para ello se partirá tanto de los modelos de comentario de Díez Borque y Lázaro Carreter como la teoría de las funciones de la lengua.
En primer lugar, podemos caracterizar el texto siguiendo los tres criterios a los que se refiere Adam; a saber: tema, forma elocutiva e intención.
Temáticamente, el texto es literario en tanto en cuanto el emisor (Quevedo) emplea extrañadores (ritmo, verso y recursos retóricos) a la hora de crear un mensaje con el fin de embellecerlo. A esto se suma que pertenece al género lírico, pues presenta sentimientos y pensamientos: la idea de que su amor es tan fuerte que rompe los límites de la muerte. No hemos de olvidar el subgénero, en este caso la estructuración  en dos tercetos y dos cuartetos nos conduce al soneto.
Respecto a la forma elocutiva, el poema se configura mediante la descripción del amor del yo lírico contra el poder de la muerte. De manera que se describe un proceso: la muerte y la reacción rebelde de la pasión amorosa del yo lírico, lo que recuerda al Petrarquismo.
En cuanto a la intención del emisor, el texto es estético, puesto que Quevedo embellece el mensaje mediante los ya mencionados extrañadores.
Si pasamos al punto de vista de la voz, hay que recordar que nos hallamos a, como ya se ha advertido, ante un texto lírico. De modo que debemos analizar el yo lírico y un tú textual al que se dirige. Hay que tener presente, ante todo, que con el poema sucede una situación comunicativa donde el emisor, el yo lírico, con tono vehemente, presenta su paradójica e hiperbólica idea de que la pasión amorosa vencerá a la muerte. La presencia del yo lírico es evidente en las formas de los adjetivos determinativos (mis ojos, en el primer verso) y de los pronombres personales átonos (sombra que me llevare el blanco día, en el segundo verso).
Esa idea es de origen petrarquista, pero aquí el yo lírico presenta una visión barroca: la amenaza constante de la muerte y cierto sentimiento de soledad.
En lo que se refiere al tú textual, no queda muy claro a quién oculta, pues no puede extraerse morfológicamente. De hecho, parece que se impersonaliza para comunicarse con un tú universal, típico de la literatura cabe la posibilidad de que se refiera a una mujer e, incluso, a la muerte. Sin embargo, el emisor no aporta datos suficientes para inferir estas ideas.
El yo lírico asegura que aunque la muerte le llegue y se dé la feliz separación entre cuerpo y alma (Neoplatonismo), su pasión amorosa no olvidará ni desaparecerá (referencia al Leteo de la mitología grecolatina). De manera que su sentimiento amoroso resulta más fuerte que la muerte (ley severa).
El tema, por tanto, está tomado de los poemas de Petrarca (la inmortalidad y fuerza del amor), pero visto desde el prisma del Barroco español.
Por la forma que presenta al expresarlo, es posible que destaca la función poética o estética (embellece el mensaje). También aparece la expresiva en tanto que, como ya se ha indicado, el yo lírico muestra su sentimiento rebelde contra la muerte defendiendo el poder de su amor.
No hemos de olvidar la presencia de la función referencial. Aunque el poema sea una paradoja en sí (vive lo que ha muerto), la descripción de la muerte –aquí típicamente barroca: se presenta lao tortuoso de la muerte, pero también como algo liberador ante lo absurdo de la realidad- nos conduce a un referente real que está presente en el mundo del destinatario.
En cuanto a la estructura, en la externa se observa que nos encontramos ante un soneto, organizado en dos cuartetos y dos tercetos de arte mayor (endecasílabos) y de rima consonante ABBA ABBA CDC DCD.
Como se sabe, esta forma surgió en el Trecentto italiano, en Sicilia, más tarde fue recogido en el XV por el Marqués de Santillana, quien intentó introducirlo sin éxito (sonetos al itálico modo). Serán Boscán y Garcilaso, en el siglo siguiente,  quienes consigan dotar al endecasílabo de flexibilidad. Sin embargo, los autores del Barroco otorgarán mayor fuerza a esta forma poética, que se seguirá empleando, incluso,  hoy en día.
Respecto a la estructura interna, el poema se organiza en dos partes que coinciden con los cuartetos y tercetos. El tema es el mismo (inmortalidad del alma), pero se trata de manera diferente en cada sección. Esa victoria verbal contra la muerte (tan presente en el Barroco) aparece de  manera autobiográfica en los cuartetos (mis ojos y me llevare, versos uno y dos respectivamente). Esta primera parte puede subdividirse en dos, relacionándose con los dos términos de la larga oración adversativa. El primero describe la acción poderosa de la muerte (cerrará podrá, llevarse, podrá desatar) mientras que en el segundo aparece la hiperbólica fuerza del amor del yo lírico que conseguirá sobrevivir al cuerpo.
La segunda parte, separada de la primera por el punto, también está constituida por una oración compleja que parece universalizar la idea del poema. Se organiza, a su vez, en dos secciones coincidentes con cada uno de los tercetos y de los términos de la oración. En la primera aparece una enumeración de términos con sus incisos explicativos. En la segunda, una aparente correlación de predicados.
En cuanto al nivel fónico- gráfico, destaca la fusión de dos palabras en el primer verso del segundo cuarteto. Sobresale, además, la entonación enunciativa, pues pretende aparentar la objetividad y lo real de lo descrito.
Como nos hallamos ante un poema, el ritmo tiene gran importancia. No sobresalen los encabalgamientos, sólo apareciendo uno en el primer verso (cerrar podrá mis ojos la postrera / sombra que me llevare el día blanco). Se relaciona con dos sentidos: por un lado, con la idea clásica de representar nuestra vida como un hilo que cortan las Parcas en el momento de la muerte (irónico aquí, pues el encabalgamiento aporta continuidad); por otro, la visión de la muerte como camino o viaje. Da la sensación, además, que esa muerte arrastra al alma contra su voluntad.
De manera que destaca la presencia de esticomitia, lo que produce un ritmo pausado en relación con la sensación de  cierta seguridad –aunque sólo sea verbal- y bravuconería del yo lírico ante la muerte.
Ya se ha advertido, por otro lado, que el poema es un soneto compuesto por dos cuartetos y dos tercetos de arte mayor (endecasílabos), con algunas sinalefas (llevare el blanco día) a fin del que el cómputo silábico sea de once sílabas.
El acento estrófico cae en la sílaba par, por lo que existe un ritmo yámbico. Respeto al resto de los acentos versales, existe alternancia dependiendo del contenido (sáfico y melódico), aunque destaca el endecasílabo sáfico. De modo que existes versos rítmicos como el primero (segunda, cuarta, sexta y décima sílabas), donde se hace patente el hecho irrefutable y poderoso de la muerte (cerrar podrá mis ojos la postrera). Pero también aparecen algunos extrarrítmicos, como el último verso (polvo serán, mas polvo enamorado). Sin embargo, el poema en sí presenta un ritmo pausado y seguro, a diferencia, como se verá más adelante, de las tortuosas sintaxis y semántica.
Es curiosa la repetición acentual en la vocal a, que junto a la aliteración que comentaremos a continuación, da lugar a claridad, aunque se hable de la muerte.
Respecto a los recursos retóricos de este nivel, destaca la aliteración de la a: y podrá desatar esta alma mía. Aquí parece relacionarse con la liberación del alma del cuerpo. De manera que se ve como algo positivo, tal como en el Platonismo.
Si pasamos al nivel morfosintáctico, se advierte que destaca el ámbito nominal sobre el verbal, puesto que se está describiendo. Los sustantivos que aparecen son, en su mayoría, concretos: ojos, ribera, venas, médulas, ceniza, polvo, aunque muchos son metáforas de ideas abstractas. También aparece el sustantivo abstracto alma de manera repetida por la lucha entre el alma enamorada y la muerte.
Hay que referirse también a los artículos determinados que se refieren a realidades conocidas por el interlocutor (la postrera/sombra, en referencia a la muerte). Es curiosa la elipsis de determinantes en el último terceto, generalizando y universalizando lo que en los cuartetos se concreta en la primera persona (mis ojos).
Respecto  a los adjetivos calificativos, resultan numerosos al hallarnos ante una descripción. En el primer cuarteto aparecen antepuestos: postrera sombra, blanco día. Esto nos lleva a algo no tangible, etéreo. Sin embargo, después los coloca tras el sustantivo, lo que dota al adjetivo de más realismo y objetividad, aunque sea aparente: ley severa, polvo enamorado.
En cuanto al ámbito verbal, hay que destacar las dos perífrasis de probabilidad que aparecen en el primer cuarteto (cerrar podrá y podrá desatar) El hipérbaton de la primera tiene la finalidad de tematizar el auxiliado cerrar y presentar el gran poder de la muerte sobre los hombres.
Resulta curioso el empleo del tiempo verbal que hace Quevedo en este poema, pues inicia con el futuro hipotético, continúa con un presente (nadar sabe) y un pasado relacionado con la muerte (han sido, han dado, han ardido) y volviendo al futuro al final. Da una sensación cíclica que recuerda a las creencia grecolatinas. Pero, además, consigue eternizar ese polvo enamorado.
Interesante es también el empleo del adverbio gloriosamente (médulas, que han gloriosamente ardido) en dilogía. Por un lado, las médulas han ardido gloriosamente por la pasión amorosa; por otro, se hace referencia a la pira funeraria y a la liberación del alma del cuerpo (sentido sacro  en relación con ceniza y polvo).
Respecto a las oraciones, se presentan en dificultosas hipérbaton típicas del Barroco. Como ejemplo, puede citarse el primer cuarteto en su totalidad.
A esto se suma que la oraciones son largas y complejas, con lo que Quevedo hace alarde de su cultura y maestría estilística. Así vemos que los dos cuartetos se forman por una larga oración adversativa que contiene en su interior subordinadas sustantivas en hipérbaton. Destaca la conjunción mas con la que se inicia el segundo cuarteto, que opone la rebeldía del alma enamorada a la fuerza de la muerte.
Si nos referimos a los recursos de este nivel, destaca el empleo de hipérbaton, ya comentado anteriormente. También aparece el paralelismo en el primer terceto, en el que se enumeran tres sujetos con sus respectivos incisos, que se correlacionan, en el último terceto, con los predicados.
Interesante resulta , además,  el quiasmo, tanto el comentado de la perífrasis como el del final del poema  serán ceniza (…)/ polvo serán.
Destacable es la repetición de ciertas palabras, como el nexo adversativo mas, relacionado con el tema (victoria verbal contra la muerte) y alma.
No ha de olvidarse la elipsis, especialmente en el último terceto, en el que se omiten tanto determinantes como verbos (mas polvo enamorado).
Y, obviamente, hemos de hacer referencia a la perífrasis, pues el yo lírico da una vuelta para indicar el tema.
Si pasamos al nivel  léxico –semántico, se observa con claridad que nos encontramos ante un poema que emplea el nivel culto de la lengua. Esto ocurre por el empleo tanto de una sintaxis compleja y el hipérbaton como por el uso de cultismos (médulas).
El poema se configura en torno a unos campos semánticos. Tres son los principales: el amor (desde el punto de vista metafórico, empleado desde el amor cortés: ardió, llama, fuego, han ardido, ceniza, polvo enamorado); la muerte (mediante eufemismos: postrera sombra, cerrar podrá mis ojos, podrá desatar, ribera, agua fría, ley severa, han ardido, ceniza, polvo); olvido, desde el punto de vista mitológico que recuerda al Leteo del que beben las almas para olvidar su anterior vida (memoria, cuidado).
Respecto a los recursos retóricos, destaca el empleo de metáforas, muchas relacionadas con la mitología grecolatina. Así, en el primer verso, mediante una perífrasis y eufemismo aparecen dos metáforas de la muerte: cerrar podrá y postrera sombra. El blanco día se refiere al día de la muerte desde el punto de vista positivo por la concepción platónica, como ocurre con hora lisonjera.
Podrá desatar hace referencia a dos ideas:  a la platónica (alma se libera del cuerpo con la muerte) y a la mitológica (las Parcas cortan el hilo de la vida).
Ribera y agua fría se refieren a la laguna Estigia que dividía, según los clásicos el mundo de los muertos y el de los vivos. El barquero Caronte (personificación de la muerte) llevaba (tras el pago de una moneda) al alma al otro lado. Por eso emplea el adjetivo fría, en antítesis a ardía, que presenta una dilogía, típica de Quevedo: por un lado, la metáfora del fuego amoroso; por otro lado, el de la vida.
Ley severa se vincula también con la muerte y con la idea de que nunca cambia (visión angustiada).
Como puede apreciarse, Quevedo ha construido una alegoría de la muerte en el segundo cuarteto.
También puede comentarse el empleo de metonimia, como ocurre en el primer terceto, donde aparece la palabra dios referido a Eros (dios griego del amor), que se vincula, por tanto, con la pasión amorosa.
Existen, además, numerosas personificaciones: de la muerte (cerrar podrá), del alma (nadar sabe, polvo enamorado).
Sobre todos estos recursos destacan dos: paradoja e hipérbole. El poema  está repleto de paradojas, pero todo él constituye una: la idea de que el yo lírico podrá morir, pero no su amor (vida de lo muerto). El soneto también es una hipérbole en este sentido, pues el yo lírico asegura a la amada que su amor resulta tan fuerte que vence a la muerte.

Para terminar, hemos de recordar que este soneto, titulado Amor constante más allá de la muerte, pertenece a Quevedo, autor del Barroco y representante del Conceptismo.



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7 comentarios:

  1. Enhorabuena por tu fantástico blog. Me parece realmente interesante, en especial tus magníficos comentarios de texto, que como opositora me han resultado de gran ayuda. Me preguntaba si has publicado algún comentario de texto literario en prosa, porque me sería muy útil su lectura para preparar la prueba práctica. Muchísimas gracias y, de nuevo, enhorabuena. Un saludo.

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  2. Me encanta tu Blog, he podido hacer el comentario de texto para clase tan solo con copiarmelo jejejejejejejejej :P

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  3. Yo lo he utilizado para copiarmelo y hacer el comentario de texto para clase jejejejeje

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  4. Hola. ¿Puedes citar el libro en el que te basas para realizar el comentario de texto? Estoy intentando buscarlo y no doy con él. Muchas gracias. Y enhorabuena por el blog.

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  5. precioso, me encantó. Pude ayudar a mi hijo con su compromiso de esta obra en comparación con una de Gongora "La dulce boca que a gustar convida". Gracias infinitamente.

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Se agradecen los comentarios, especialmente para no sentirme como una loca que habla sola. Saludos.