domingo, 12 de octubre de 2014

MITOLOGÍA ESQUIMAL: ORIGEN DEL SOL Y LA LUNA.

Al principio de los tiempos, un hombre y su hermana vivían en un pueblo costero. Él, sin esposa, se había enamorado de ella. La muchacha se había dado cuenta de que por las noches, al encender la lámpara de aceite en su iglú, un hombre pretendía entrar con la intención de poseerla.
Una noche, decidida a saber quién era, la muchacha impregnó dos de sus dedos con el hollín de la lámpara. Después, encendió ésta. Aquel hombre entró en el iglú y amó a la joven. Ella lo marcó con el hollín, dispuesta a descubrir quién era.
Al día siguiente, salió en busca de aquel maldito hombre. ¡Cuál fue su sorpresa cuando halló a su hermano con la marca en la frente! Asqueada y airada, se cortó un dedo y se lo ofreció, incitándole, con furia, que se lo comiera si tanto la deseaba. Sin embargo, él lo rechazó y la echó del lugar. Con el plato en la mano, la muchacha salió corriendo, cogió un pedazo de musgo y lo encendió. Arrepentido por haberla expulsado de tal modo y enamorado de ella, el hermano la siguió, haciendo lo mismo. Al verse perseguida por aquél que la había profanado, corrió con más ahínco, hasta que llegó al cielo y se transformó en sol. El hombre seguía sus pasos, pero el musgo se apagó y quedaron sólo las brasas, de tal modo que él se convirtió en la luna.

Todavía hoy  el Sol sigue corriendo. A veces, ambos se abrazan, momento en que se producen los eclipses. Además, durante el invierno, el Sol pierde fuerza, pero en primavera y verano coge altura y se multiplica su belleza, por lo que el deseo aumente en la Luna. Sin embargo, se agota y el Sol ha de darle de comer del plato que porta.  La luna, al recuperar fuerzas, continúa persiguiendo a su hermana. Y así continúa el ciclo.



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