jueves, 12 de enero de 2012

ENTREVISTA A PABLO LÓPEZ, AUTOR DE LA NOVELA LA REPÚBLICA MEJOR.

              Tal vez el lector no sepa quién eres. ¿Qué dirías de ti mismo para que te conozca?
Poca cosa. Como tú ya sabes, soy profesor de instituto en Colmenar Viejo (de Lengua Española) y llevo una existencia muy corrientita. De las aficiones que tengo y de las cosas que hago, lo que más se sale de lo usual es la escritura. Me gusta escribir, quizás sea por eso por lo que tengo un blog, La garita del guachimán, que tú ya conoces.
El autor: Pablo López.

        ¿Cuándo empezaste a escribir? ¿Por qué?
Con intenciones de hacer algo medio serio, empecé a escribir hará unos quince años, precisamente con un libro sobre el servicio militar, porque este es un tema sobre el que siempre he creído que habría mucho que decir, pero el resultado no fue muy bueno. Luego me dediqué a la novela juvenil y escribí y logré publicar El ángulo oscuro, una historia que mezcla lo fantasmal y lo detectivesco y que me consta que gusta al público joven.
     En cuanto a tu última novela (La república mejor), es muy diferente a la anterior. ¿A qué se debe?
Sí, como ya te he dicho, el tema del servicio militar me interesa desde hace muchos años, desde que pasé por él, y piensa que salí en 1981, así que… Por eso lo retomé. La razón esencial de mi interés era básicamente que yo creía que era necesario dejar un testimonio de lo que fue la mili, sobre todo, de su lado más oscuro, el de la violencia, la injusticia y el abuso.
    Supongo que el libro tiene un gran trabajo de investigación detrás. ¿Cómo te documentaste?
Sí, sí que tiene un importante trabajo. Aparte de mi experiencia personal, tomé como base informativa libros y novelas sobre el tema, noticias sobre sucesos en el ámbito militar que busqué en las hemerotecas durante dos años y un buen caudal de información que me facilitó una ONG que se dedicaba a proteger los derechos de los soldados, la Oficina del Defensor del Soldado. La cosa tuvo algo de aventura; me acuerdo de que un día, al salir del trabajo, me dio la ventolera y me fui a un pueblo que está a 300 kilómetros, a ver si conseguía entrevistarme con el padre de un chico que había protagonizado un caso muy trágico y que yo sabía que vivía en ese pueblo. Y allí vivía, en efecto, pero ese día se había ido y no logré hablar con él, a pesar de que estuve horas esperando a que volviera. Hablé con vecinos y amigos que, por supuesto, recordaban el caso y les dejé una tarjeta, pero no me llamó, supongo que no querría remover el pasado.
   Has comentado que has conocido varios casos de soldados que han tenido problemas serios durante su estancia en la mili. El tema principal de esta novela, ¿es una mezcla de varios de ellos o te has centrado en uno determinado?
Sin ser la historia de uno en concreto, es lo que podríamos llamar un caso tipo, porque historias parecidas a la de mi libro les ocurrieron a muchos. Luego, por otra parte, incorporo bastantes elementos de diferentes casos que conocí en mi investigación, de cosas que me contaron y de mi propia experiencia.
 Has tenido que oír muchas historias sobre el servicio militar. ¿Podrías decirnos algunas similitudes y diferencias entre la época en que tú hiciste la mili y las décadas posteriores?
Yo estuve allí en tres periodos que se cumplieron entre 1978 y 1981. En el primero, fui a votar la Constitución pocos días después de jurar bandera; en el último, estaba de servicio de armas cuando Tejero entró en el Congreso. Yo todavía conocí un Ejército bastante autoritario; precisamente, el choque de ese autoritarismo con la mentalidad de generaciones posteriores, que entraban a los cuarteles desde un país con derechos democráticos, produjo el importante caudal de casos conflictivos que se dieron en las dos últimas décadas del siglo XX, últimas también de la mili obligatoria y por desgracia muy prolíficas en casos dramáticos.


 ¿Hay alguna de tus experiencias personales plasmadas en el libro? ¿Recuerdas alguna?
Personales mías o sucedidas en acuartelamientos en los que estuve, hay bastantes, de hecho, ese colorido cuartelario que tiene el Villalcázar lo saco en gran parte de mi experiencia personal. ¿Una de ellas? Pues, por ejemplo, el episodio en el que el capitán Alfaro saca a Castaño de la formación a golpes y empujones es casi calcado de uno que yo presencié con mis propios ojos y en mi propia compañía.


  ¿A qué se debe el título de La república mejor? ¿No crees que es algo enrevesado para llegar al gran público?
Esto del título me lo ha dicho mucha gente, así que tendré que reconocer que aquí patiné. Lo saco de unos versos de Calderón sobre la milicia que están en un epígrafe que incluyo al principio del libro, y lo hago porque esos versos están en la misma tirada que otros (“Aquí la más principal / hazaña es obedecer…) que adornaban todos los cuarteles y que también aparecen en el libro: es un título irónico.

                  Al leerlo, me llamó gratamente la atención la capacidad que tienes para cambiar de registro en unos y otros personajes militares, por un lado, y la madre de Gabriel por otro. ¿De dónde sacaste la inspiración?
Muchas gracias por el piropo literario. Era inexcusable que los distintos personajes hablasen en diferentes registros, y aquí sí quiero decirte que, sobre todo en los diálogos, la labor de revisión, poda y reescritura que lleva este libro fue de horas y horas: si el resultado ha sido acertado, se debe en gran parte a eso.
    Personalmente, una de las técnicas más difíciles para mí es conseguir unos diálogos realistas. Y tu obra plasma multitud de ellos. ¿Cómo los has alcanzado? ¿Has plasmado conversaciones reales?
He intentado parecerme lo más posible a la realidad. Si hacía hablar (o pensar), por ejemplo, a un golfo como el Guita, procuraba poner esas cosas como las diría o las pensaría cualquiera de los golfos que he conocido, y así con todos, cada uno según su condición. El procedimiento, en efecto, tenía bastante de imitación de modelos reales.
          Al no depender de una editorial, ¿cómo ha ido la corrección del escrito? ¿Tenías personas de tu confianza que lo leían y hacían las veces de correctores? ¿Tú mismo te colocabas como filtro de tu texto?
No doy las cosas a leer hasta que no están terminadas, por razones que sería muy prolijo explicar. Lo de la corrección de errores y erratas, por tanto, ha quedado también sobre mis espaldas, ya que la imprenta solo me hizo labores de maquetación e impresión. Esto ha acarreado que, a pesar de lo mucho que revisé, se hayan colado demasiados errores para mi gusto, qué le vamos a hacer.
Otra característica positiva de tu obra es que consigue sumergir al lector en la vida de la mili, aunque no la haya experimentado. ¿Podría decirse que el ambiente de la mili que presentas en tu libro puede extrapolarse a la realidad de la sociedad?
Tenía la intención de que la novela, que es entre otras cosas una ejemplificación de aquello de homo homini lupus, se pudiera leer como una reflexión sobre ciertas glorias y miserias del género humano en general, aparte de un documento sobre el servicio militar; quería darle a la historia un valor algo más universal, que no fuera una condena solo del abuso y la vileza en los cuarteles, sino también del abuso y la vileza en general, por eso que tú dices: para que fuera un mensaje capaz de llegar a todos.
¿Sabes qué tenía que ocurrir (supongo que hoy día la legislación vigente será diferente de la de 1986) para que un suceso de cuartel sobrepasase las fronteras militares en cuanto a la justicia se refiere?
Sí, y se refleja en la novela: coraje por parte de los afectados y apoyo exterior, sobre todo, de los medios de comunicación, a los cuales, según me confió un abogado de la Oficina del Defensor del Soldado, les tenían mucho respeto.
¿Qué dirías sobre la posibilidad de los autores para publicar en la actualidad?
Si hablo por mí, tendría que recomendarles cianuro o el barranco más cercano, pero mi caso no es el único: hoy en día se puede publicar y se publica mucho.
 ¿Qué pasos hay que seguir para intentar moverse en el mundo editorial a fin de publicar? Como lo has tenido que hacer de manera independiente, ¿cuáles han sido  los pasos a seguir?
Pablo López
No soy la persona indicada para dar consejos en este terreno, en el que sin duda he fracasado. En cuanto a la autoedición, puesto que te la pagas tú, mi principal consejo a quienes la aborden es que tengan cuidado con ciertos aprovechados que pretenden cobrar por cosas que puedes hacerte tú mismo (registro, ISBN…) o se extralimitan en los precios de la impresión, que busquen bien.
             ¿Cómo podría conseguir el lector este impactante libro? ¿Dónde está publicado?
De nuevo tengo que ser pesimista: lo retiré de las librerías donde estaba y ya lo vendo yo mismo. Si a alguien le interesa, que me escriba a este correo y le informo: pjblg57@gmail.com.

3 comentarios:

  1. Muy buenas. Realmente mi comentario va fundamentalmente para el autor. Es una muestra de apoyo y ánimo. He leído su libro y me ha gustado mucho. Creo que en la vida lo importante es no renunciar a los sueños, y luchar por conseguirlo. De lo que más nos podemos arrepentir al final de nuestra vida es de aquellas cosas que no hicimos. Usted ha intentado sacar adelante su sueño de escribir, y lo ha llevado hasta dónde ha podido. De hecho, nunca se puede decir que se ha dicho la última palabra. Tal vez el libro reflote...o gracias a otra obra que publique con posterioridad vuelva a tener relevancia ésta de la que hablamos. Le digo esto porque se desprende un halo de tristeza en sus palabras (comprensible, por otro lado), por la frustración por el destino aparente que ha tenido esta obra. No se apure: en una biblioteca familiar de Arganda tiene su ejemplar un lugar destacado. ¿Y no es eso lo que pretenden todos los contadores de historias? Un fuerte abrazo

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  2. Patricia, muchas gracias por publicar la entrevista en tu blog. Muchas gracias también a Chema por el comentario tan alentador. Celebro que le haya gustado mi libro. Ciertamente, nunca se sabe el destino de un libro o las vueltas que puede dar, pero el historial actual de este y las preferencias por las que se decanta hoy el mundo editorial hacen que el ser realista cobre inevitablemente unos acentos de pesimismo. De todos modos, es indiscutible algo que usted dice: saber que hay alguien que lee tus libros y que le gustan es una gran satisfacción, y esa ya no hay quien me la quite.

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  3. Me parece un libro muy bueno y eso es mérito tuyo (y recuerda que para la calidad literaria soy un poco picajosa). En este contexto mercantilista que nos ha tocado vivir parece que a la calidad le cuesta abrirse camino entre la niebla de lo meramente comercial. Es curioso que los libros literarios de actualidad (españoles) que tengo entre mis preferidos sufran penurias. Es una muestra más del carácter español. Solo hay que recordar que Cervantes murió pobre.

    La semana que viene - a finales- colgaré la reseña de "La República Mejor".

    Gracias por comentar y por responder a la entrevista.

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Se agradecen los comentarios, especialmente para no sentirme como una loca que habla sola. Saludos.