Según
los hindúes, como ya vimos en otro artículo, Visnú viene a la tierra para
terminar con el mal. Por ahora ha venido en diez ocasiones con diez formas
diferentes. Según el Garuda Puraná, Mastya sería el primero, aunque para
Bhagavata Puraná, el décimo.
Matsya o Matsia, según la transcripción. |
En los
albores del mundo, el dios sol mandó a su hijo Mandú a la tierra para que la
poblara con seres vivos.
Un
día en el que se lavaba las manos como ablución ritual, descubrió entre ellas
un pequeño pececillo. Éste, llamado Matsya, le rogó que lo sacara de allí y lo
salvara para no acabar devorado por peces más grandes. Compadecido, Mandú lo
introdujo en una jarra de barro llena de agua. Al poco, el pez creció, de modo
que Mandú lo dejó en charco. Pero el pez volvió a crecer, así que lo llevó a un
lago. Mas, el pez volvió a crecer y le pidió que lo llevara al mar.
Al llegar
al océano, el pez le anunció que tendría lugar un gran diluvio que arrasaría
con todo. Entonces, Mandú construyó un gran barco para introducir en él a su
familia y el semen de todas las especies de animales. Y rezó al pez.
Cuando
se produjo la inundación, Mandú esperó la ayuda de ese pez prodigioso que había
previsto la catástrofe. En el momento en que la tormenta se hizo más violenta,
llegó un pez gigantesco de escamas doradas y un gran cuerno. El pez le indicó
que atara el cable del barco en ese cuerno. Una vez Mandú siguió la orden, el
pez comenzó a nadar, arrastrando el barco tras de sí.
La terrible
tormenta duró años y no dejó nada más que el cielo, el barco y el enorme pez.
Al tiempo
descubrieron que de las aguas sobresalía el pico de la montaña Hemavata.
Una
vez Mandú amarró el barco, el pez Matsya le
indicó que esperara hasta que las aguas descendieran, le dio su
bendición y le descubrió su verdadera identidad. ¡El dios Visnú!
Mandú
quedó encargado de repoblar la tierra, mientras que Visnú pudo descansar y
dormir durante años.
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