domingo, 7 de diciembre de 2014

MITOLOGÍA CELTA: HIJOS DE MIL


En otro artículo se explicó que poco se sabe en realidad de las creencias celtas, pues han llegado por mediadores de la cristiandad medieval. De manera que se centran en las invasiones.
Amergin

En esta ocasión nos centraremos en la cuarta invasión de Irlanda. Aunque suele considerarse que procedía de lo que ahora es España, en realidad, esto se debe a que los medievales cristianos no supieron cómo traducirlo y lo vincularon con la Península Ibérica.  Sea como fuere, la realidad es que en esta invasión sucede la llegada de los gaélicos a las tierras irlandesas.

Mil gobernaba en la Península Ibérica. Su hermano, que poseía grandes poderes había visto en sueños Irlanda. Decidido, había viajado hasta allí, pero fue asesinado por los Tuatha De. Al enterarse sus sobrinos –Emer, Donn y Eremon-, éstos reunieron todo lo que tenían (incluyendo sus familias) y partieron hacia Irlanda con sed de venganza.

Cuando estaban preparados para arribar en las fértiles tierras irlandesas, los druidas de los Tuatha De las hicieron desaparecer con sus artes mágicas. ¡Cuál fue la sorpresa de los navegantes cuando, en un instante, allí donde hubo verdes tierras sólo quedó mar!

Lo que los Tuatha De no sabían era que entre la tripulación de Donn había un conocedor de la magia. Amergin se dio cuenta que todo aquello sólo era un ardid arcano, por lo que avisó a Donn. Le instó a que diera tres vueltas alrededor de la invisible isla. Donn siguió el consejo y la isla recobró su visibilidad. Los Tuatha De no iban a librarse tan fácilmente. Los Hijos de Mil desembarcaron. Justo era la víspera de Beltain (1 de mayo, sagrada fiesta celta).

Fueron adentrándose en el territorio. Entonces se encontraron con tres diosas originarias del lugar: Banba, Fodla y Eriu. Necesitaban que ellas apoyaran su contienda. La última divinidad les dio la bienvenida y les aseguró que se había profetizado su llegada hacía tiempo. Pero Donn respondió de manera tan arrogante, que la diosa se enfureció. Las consecuencias serían terribles para Donn y su estirpe, pues Eriu profetizó que estarían malditos y que nunca gobernarían en Irlanda.

Los Hijos de Mil continuaron su camino y se adentraron más hasta llegar a Tara, donde vivían los esposos de las tres diosas anteriores. Eran tres reyes de los Tuatha De, quienes no vieron de buena manera que intentarán luchar por sorpresa. Les dieron a elegir entre combatir, servir a los Tuatha De o marcharse. A Donn no le faltó tiempo para inclinarse por la lucha, pero el druida lo aconsejó que se marcharan para volver a la contienda de manera abierta.

Volvieron a tomar sus embarcaciones y marcharon nueve olas de Irlanda, pero los Tuatha De querían asegurarse de que no volvieran. De nuevo, emplearon sus poderes mágicos para agitar el mar con violentas sacudidas que arrastraron los barcos de los invasores a alta mar.

Airado, Donn creyó que era una estratagema de los Tuatha De. Para comprobarlo, el druida gaélico hizo que un marinero subiera al mástil para comprobar  si por encima de él  soplaba el viento. De no ser así, la tormenta había sido originada por los enemigos.

Al certificar que los Tuatha De estaban tras este suceso, Amergin entonó un cántico con la intención de aplacar la ira de Eriu, la diosa a la que Donn había ofendido. De pronto, la tormenta cesó. Sin embargo, Donn no había aprendido que su arrogancia tenía consecuencia y volvió a caer en ella. La tormenta se reavivó aún con más violencia. Las gigantescas olas separaron su barco del resto hasta que lo hundieron con toda la tripulación. Todos menos Amergin.

El resto de los navíos llegaron a la costa, donde el druida volvió a entonar un cántico para, de arte mágica, hacer dueños de la tierra a los Hijos de Mil.


Aún así tuvieron que luchar hasta que ambas partes decidieron pactar. Dividieron el país: los Hijos de Mil gobernarían sobre la superficie; los Tuatha De,  en el interior de la tierra, en los montículos que después habitarían las hadas.


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