En
otro artículo se explicó que poco se sabe en realidad de las creencias celtas,
pues han llegado por mediadores de la cristiandad medieval. De manera que se
centran en las invasiones.
Amergin |
En esta
ocasión nos centraremos en la cuarta invasión de Irlanda. Aunque suele
considerarse que procedía de lo que ahora es España, en realidad, esto se debe
a que los medievales cristianos no supieron cómo traducirlo y lo vincularon con
la Península Ibérica. Sea como fuere, la
realidad es que en esta invasión sucede la llegada de los gaélicos a las
tierras irlandesas.
Mil
gobernaba en la Península Ibérica. Su hermano, que poseía grandes poderes había
visto en sueños Irlanda. Decidido, había viajado hasta allí, pero fue asesinado
por los Tuatha De. Al enterarse sus sobrinos –Emer, Donn y Eremon-, éstos
reunieron todo lo que tenían (incluyendo sus familias) y partieron hacia
Irlanda con sed de venganza.
Cuando
estaban preparados para arribar en las fértiles tierras irlandesas, los druidas
de los Tuatha De las hicieron desaparecer con sus artes mágicas. ¡Cuál fue la
sorpresa de los navegantes cuando, en un instante, allí donde hubo verdes
tierras sólo quedó mar!
Lo
que los Tuatha De no sabían era que entre la tripulación de Donn había un
conocedor de la magia. Amergin se dio cuenta que todo aquello sólo era un ardid
arcano, por lo que avisó a Donn. Le instó a que diera tres vueltas alrededor de
la invisible isla. Donn siguió el consejo y la isla recobró su visibilidad. Los
Tuatha De no iban a librarse tan fácilmente. Los Hijos de Mil desembarcaron. Justo
era la víspera de Beltain (1 de mayo, sagrada fiesta celta).
Fueron
adentrándose en el territorio. Entonces se encontraron con tres diosas
originarias del lugar: Banba, Fodla y Eriu. Necesitaban que ellas apoyaran su
contienda. La última divinidad les dio la bienvenida y les aseguró que se había
profetizado su llegada hacía tiempo. Pero Donn respondió de manera tan
arrogante, que la diosa se enfureció. Las consecuencias serían terribles para
Donn y su estirpe, pues Eriu profetizó que estarían malditos y que nunca
gobernarían en Irlanda.
Los Hijos
de Mil continuaron su camino y se adentraron más hasta llegar a Tara, donde
vivían los esposos de las tres diosas anteriores. Eran tres reyes de los Tuatha
De, quienes no vieron de buena manera que intentarán luchar por sorpresa. Les dieron
a elegir entre combatir, servir a los Tuatha De o marcharse. A Donn no le faltó
tiempo para inclinarse por la lucha, pero el druida lo aconsejó que se
marcharan para volver a la contienda de manera abierta.
Volvieron
a tomar sus embarcaciones y marcharon nueve olas de Irlanda, pero los Tuatha De
querían asegurarse de que no volvieran. De nuevo, emplearon sus poderes mágicos
para agitar el mar con violentas sacudidas que arrastraron los barcos de los
invasores a alta mar.
Airado,
Donn creyó que era una estratagema de los Tuatha De. Para comprobarlo, el
druida gaélico hizo que un marinero subiera al mástil para comprobar si por encima de él soplaba el viento. De no ser así, la tormenta
había sido originada por los enemigos.
Al certificar
que los Tuatha De estaban tras este suceso, Amergin entonó un cántico con la
intención de aplacar la ira de Eriu, la diosa a la que Donn había ofendido. De
pronto, la tormenta cesó. Sin embargo, Donn no había aprendido que su
arrogancia tenía consecuencia y volvió a caer en ella. La tormenta se reavivó
aún con más violencia. Las gigantescas olas separaron su barco del resto hasta
que lo hundieron con toda la tripulación. Todos menos Amergin.
El resto
de los navíos llegaron a la costa, donde el druida volvió a entonar un cántico
para, de arte mágica, hacer dueños de la tierra a los Hijos de Mil.
Aún
así tuvieron que luchar hasta que ambas partes decidieron pactar. Dividieron el
país: los Hijos de Mil gobernarían sobre la superficie; los Tuatha De, en el interior de la tierra, en los
montículos que después habitarían las hadas.
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