lunes, 2 de julio de 2012

MIGUEL HERNÁNDEZ Y SU OPINIÓN SOBRE “EL GUERNICA” DE PICASSO.



Ya sabe, lector, que venimos homenajeando a Miguel Hernández recordando un Congreso sobre el tema en 2002.

Muy interesante, por lo novedoso, resultó la conferencia de don JUAN CANO BALLESTA sobre cómo interviene nuestro poeta en el debate cultural de su época, centrándose en su actitud ante  El Guernica, de Picasso.
En primer lugar, el ponente nos recordó que Miguel Hernández parte con desventaja a causa de la falta de estudios. Su autodidactismo se basa en la imitación de los grandes maestros en su etapa de formación.
Tras llegar a Madrid, se va relacionando con autores, con los que se va culturizando y preparando para problemas que no había tratado anteriormente.
El imprevisto inicio de la Guerra Civil sometió al pensamiento a un ambiente de urgencia, siendo los textos de esta época muestra de la participación en el debate cultural. Así, lo hubo entre lo neocatólico/ laico, lo rural/ urbano, la poesía pura/ poesía impura; y Miguel Hernández se vio obligado a elegir, incorporándose a estos ambientes de  la década de los treinta, con restos de las vanguardias y gongorismo. Aquí crea Perito en Lunas.
El poeta no debe ignorar el mundo en que vive, parece pensar Miguel Hernández en 1933. Es momento en que comienza a hilvanar  sus íntimos pensamientos sobre la poesía, alejándose de la poesía pura, a fin de dar un paso hacia el cubismo y el compromiso humano. Son los dos puntos importantes en  su poesía del momento, pretendiendo contagiar al lector sentimientos, propagar emociones. De manera que se hace patente una preocupación en la relación arte y público.
En cuanto a la etapa en que Miguel Hernández se vincula con la Escuela de Vallecas –muy relacionado con la conferencia de Sánchez Vidal -, parte del debate cultural se da en la década de los treinta. La transición de la poesía pura a lo social se da en nuestro poeta por medio de su relación con esta escuela pictórica. Primero conocerá a Benjamín Palencia y a otros artistas;  por medio de Francisco Díez se vincula a Víctor González Gil, que le ayuda a buscar protección literaria, encontrándola en Gómez de la Serna.
Estos nuevos amigos le influyen en su poesía. Ejemplo de ello es la visión afectuosa hacia lo rural por medio de la Escuela de Vallecas, dejándole de interesar las vanguardias urbanas. Ahora ya no se acerca al campo como símbolo, sino recogiéndolo por sí mismo. Exalta al labrador, valorando belleza de los ambientes rústicos de los que se había alejado en Perito en Lunas. Además se acerca al espíritu laico, desligándose de Orihuela y de Ramón Sijé.
“Sonreírme” se considera el primer poema revolucionario de Miguel Hernández, relacionado con la Escuela de Vallecas, basado en Alberto Sánchez.
Si pasamos a considerar a Miguel Hernández como escritor  y poeta en el frente, nos vemos obligados a afirmar que escribió poca teoría poética en la guerra. Ya la aportación al debate cultural no sólo se hace por medio de poéticas, sino que le influyen vivencias guerrilleras. Así podemos llegar a entender lo que podía pensar nuestro poeta ante la obra de su amigo Picasso. M. Hernández, desde Sentado sobre los muertos (1936) concibe la poesía como un medio de comunicación entre el poeta y el pueblo, intentando que éste se sume a la causa republicana.
Ya en 1937, cuando la labor como periodista y viajero por España es enorme, ocasionando dramáticos poemas (“aceitunero”, “niño yuntero”), olvida las pretensiones estéticas a fin de convertir el poema en un grito contra la injusticia. Así trata de motivar a los jornaleros para la lucha. Viaja y describe con rudo realismo las escenas de crueldad que ha visto; así que se basa en la realidad para componer los poemas de este momento. Esto explica su acercamiento a El Guernica. Está dolorido al ser testigo de escenas crueles en sus viajes por los pueblos de España, por lo que ya no quiere acercarse al impersonal vanguardismo.
También presenta ahora otro tono: uno épico, que recuerda a la literatura soviética que exaltaba soldados en momento de guerra. En Hijos de la Piedra aparece una visión realista y dolorida junto a un tono épico que también practicaba el socialismo comunista soviético (que mucho tenía de idealista). De manera que M. Hernández nos presenta una evocación idealizada de trabajadores ferroviarios, porque se trataban de los encargados de las provisiones de la zona republicana.
Por último, el ponente pasó a comentar  la actitud de nuestro poeta ante El Guernica a fin de observar su manera de entender los papeles del arte y de la poesía ante la sociedad.
Tras la visita a la Unión Soviética, escribe tres artículos en Nuestra Bandera (1937) dejando la siguiente reflexión: hay que descender las artes donde orienta la guerra.
La lucha provoca que el poeta rechace las vanguardias y la frivolidad de las modas. Cree que los artistas deberían tratar más la humanidad y observa que presentan gran egoísmo. Indirectamente alude a El Guernica al hablar de los que no se han dejado afectar por la trágica realidad social de la Guerra Civil. Y es que Miguel Hernández piensa que su amigo Picasso se ha dejado llevar por la moda cubista, representando con poco realismo la tragedia. Algunos políticos habían pensado, incluso, en eliminarla de la exposición por considerar la obra antisocial y ridícula.
Para nuestro poeta, el cuadro de Picasso nos aleja del sufrimiento de los habitantes de Guernica al presentar símbolos complicados para la mentalidad del proletariado. El mensaje no queda claro.
Esta denuncia que hace Miguel Hernández no era la única.
A pesar de las simpatías políticas, el poeta orihuelense no lograba entender el cuadro de Picasso; y tampoco lo veía apropiado. Rechazaba ese arte revolucionario en la forma, pues consideraba que debía serlo en la realidad; si no era así, le parecí falso.
Las ideas de izquierdas van evolucionando en los intelectuales, que van tomando y rechazando las del socialismo comunista soviético.
De manera, que el ponente concluye afirmando que Miguel Hernández se inclina por el realismo genético, acercamiento a la masa; rechaza el vanguardismo, frívolo y falso. Todo esto es lo que le critica a su amigo Picasso, porque el vanguardismo y su simbología se alejan de la comprensión de las masas.

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