lunes, 16 de julio de 2012

INTERTEXTUALIDAD DE "EL RAYO QUE NO CESA" DE MIGUEL HERNÁNDEZ.


Este artículo se basa en la conferencia de  don JOSE MARÍA BALCELLS sobre “el rayo que no cesa desde la intertextualidad”. De manera que se percibe la vinculación de sus textos con otros.
En primer lugar Balcells se refirió a una influencia petrarquista por medio de Garcilaso y Quevedo.
La obra se compone de versos de amor, excepto la elegía. De manera que se asemeja al cancionero petrarquista en tanto que se sigue una historia. Incluso la elegía tiene cabida, puesto que Ramón Sijé fue testigo de esos amores. Además, el cancionero petrarquista introduce también sonetos amorosos y otros textos de otra índole estructural. Así, se presenta una alternancia de sonetos, canciones y elegías como aparece en el cancionero petrarquista. Y al igual que en éste, aparecen unos sonetos- prólogos.
Como en el modelo, se supone que todos los poemas van dedicados a una mujer, en este caso a Josefina (aunque en el Congreso hubo discusiones en torno a este tema). De manera que la obra se organiza en torno a una historia de amor a veces basada en la biografía y otras veces no, pero es una historia amorosa.
A esto se suma la influencia de la obra de  San Juan de la Cruz junto al hecho de que los poemas I, V, XXV están muy relacionados con la Égloga I de Garcilaso, por el tono inconsolable del yo poético.

I.

Un carnívoro cuchillo
de ala dulce y homicida
sostiene un vuelo y un brillo
alrededor de mi vida.

Rayo de metal crispado 
fulgentemente caído,
picotea mi costado
y hace en él un triste nido.

Mi sien, florido balcón
de mis edades tempranas,
negra está, y mi corazón,
y mi corazón con canas.

Tal es la mala virtud
del rayo que me rodea,
que voy a mi juventud
como la luna a mi aldea.

Recojo con las pestañas
sal del alma y sal del ojo
y flores de telarañas
de mis tristezas recojo.

¿A dónde iré que no vaya
mi perdición a buscar?
Tu destino es de la playa
y mi vocación del mar.

Descansar de esta labor 
de huracán, amor o infierno
no es posible, y el dolor
me hará a mi pesar eterno.

Pero al fin podré vencerte,
ave y rayo secular,
corazón, que de la muerte
nadie ha de hacerme dudar.

Sigue, pues, sigue cuchillo,
volando, hiriendo. Algún día
se pondrá el tiempo amarillo
sobre mi fotografía.



V
Tu corazón, una naranja helada
con un dentro sin luz de dulce miera
y una porosa vista de oro: un fuera
venturas prometiendo a la mirada.

Mi corazón, una febril granada
de agrupado rubor y abierta cera,
que sus tiernos collares te ofreciera
con una obstinación enamorada.

¡Ay, qué acometimiento de quebranto
ir a tu corazón y hallar un hielo
de irreductible y pavorosa nieve!

Por los alrededores de mi llanto
un pañuelo sediento va de vuelo
con la esperanza de que en él lo abreve.


XXV
Al derramar tu voz su mansedumbre
de miel bocal, y al puro bamboleo,
en mis terrestres manos el deseo
sus rosas pone al fuego de costumbre.

Exasperado llego hasta la cumbre
de tu pecho de isla, y lo rodeo
de un ambicioso mar y un pataleo
de exasperados pétalos de lumbre.

Pero tú te defiendes con murallas
de mis alteraciones codiciosas
de sumergirse en tierras y océanos.

Por piedra pura, indiferente, callas:
callar de piedra, que otras y otras rosas
me pones y me pones en las manos.


También hay presencia de Lope en metáforas, en recreación de tema tradicional (naranjas enviadas por las niñas); relaciones entre “a la braveza de un toro”, de Lope con “como el toro he nacido para morir”.
A esto se suma la influencia de los contemporáneos, destacando Aleixandre y Neruda.
Del primero se puede decir que la fuerza de  Destrucción o el amor recae en los poemas
 VIII

Por tu pie, la blancura más bailable,
donde cesa en diez partes tu hermosura,
una paloma sube a tu cintura,
baja a la tierra un nardo interminable.

Con tu pie vas poniendo lo admirable
del nácar en ridícula estrechura,
y donde va tu pie va la blancura,
perro sembrado de jazmín calzable.

A tu pie, tan espuma como playa,
arena y mar me arrimo y desarrimo
y al redil de su planta entrar procuro.

Entro y dejo que el alma se me vaya
por la voz amorosa del racimo:
pisa mi corazón que ya es maduro.



XIII
Mi corazón no puede con la carga
de su amorosa y lóbrega tormenta
y hasta mi lengua eleva la sangrienta
especie clamorosa que lo embarga.

Ya es corazón mi lengua lenta y larga,
mi corazón y es lengua larga y lenta...
¿Quieres contar sus penas? Anda y cuenta
los dulces granos de la arena amarga.

Mi corazón no puede más de triste:
con el flotante espectro de un ahogado
vuela en la sangre y se hunde sin apoyo.

Y ayer, dentro del tuyo, me escribiste
que de nostalgia tienes inclinado
medio cuerpo hacia mí, medio hacia el hoyo.



XXI 
¿Recuerdas aquel cuello, haces memoria
del privilegio aquel, de aquel aquello
que era, almenadamente blanco y bello,
una almena de nata giratoria?

Recuerdo y no recuerdo aquella historia
de marfil expirado en un cabello,
donde aprendió a ceñir el cisne cuello
y a vocear la nieve transitoria.

Recuerdo y no recuerdo aquel cogollo
de estrangulable hielo femenino
como una lacteada y breve vía.

Y recuerdo aquel beso sin apoyo
que quedó entre mi boca y el camino
de aquel cuello, aquel beso y aquel día.


mientras que Espadas como labios influye principalmente a las composiciones 
III 
Guiando un tribunal de tiburones,
como con dos guadañas eclipsadas,
con dos cejas tiznadas y cortadas
de tiznar y cortar los corazones,

en el mío has entrado, y en él pones
una red de raíces irritadas,
que avariciosamente acaparadas
tiene en su territorio sus pasiones.

Sal de mi corazón, del que me has hecho
un girasol sumiso y amarillo
al dictamen solar que tu ojo envía:

un terrón para siempre insatisfecho,
un pez embotellado y un martillo
harto de golpear en la herrería.


y XXIV
Fatiga tanto andar sobre la arena
descorazonadora de un desierto,
tanto vivir en la ciudad de un puerto
si el corazón de barcos no se llena.

Angustia tanto el son de la sirena
oído siempre en un anclado huerto,
tanto la campanada por el muerto
que en el otoño y en la sangre suena,

que un dulce tiburón, que una manada
de inofensivos cuernos recentales,
habitándome días, meses y años,

ilustran mi garganta y mi mirada
de sollozos de todos los metales
y de fieras de todos los tamaños.


Es posible distinguir la base de Alberti, sobre todo de Cal y canto y Sobre los ángeles.
Aparece el recuerdo de Villamediana antes de la llegada de Neruda a España, pues en 1931 nuestro poeta hace ya conferencia sobre aquél.
Por último, cabe observar una relación con la impureza poética de Neruda en el uso reiterado del término amapolas en contexto fúnebre, que se vincula con la temática de la muerte junto a llanto y lluvia. También aparece anáfora por medio de quiero con el tema del desenterramiento en ambos poetas
El ponente concluía afirmando que la obra presenta un sello propio, pero con la intertextualiadad anterior y coetánea, fundiéndose el Siglo de Oro con las Vanguardias.

Para saber más:

Asociación de amigos de Miguel Hernández.

Leer también:

I jornada del II Congreso de Muguel Hernéndez: los contemporáneos.

Otros artículos de Miguel Hernández en  El ballet de las palabras:


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