martes, 10 de enero de 2012

APARICIÓN DE LA FOLIACIÓN Y EL PAGINADO.



A
lgo tan cotidiano en nuestro tiempo como es señalar el número de páginas no fue un sistema utilizado hasta el siglo XIII, en pleno surgimiento de las universidades.

El XIII es un siglo de cambios que adelantan ideas que definen el XV y el XVI. Hasta este momento había sido el Pontífice fuerte frente al Rey en la pugna del poder del Estado. Pero dicha lucha va dando origen a la teoría del poder real ante el de la Iglesia, adelantando el antropocentrismo.

También se dan cambios sociales y económicos. La mayor parte del siglo vive un periodo de relativa paz, que dará lugar al aumento demográfico y mejora económica, que, a su vez, traerá las ferias y los mercados. Todo esto dará lugar al aumento del mundo urbano. Es a estos núcleos urbanos donde se trasladan mercaderes y comerciantes, para los que será crucial el empleo de la escritura (en este momento la gótica).

Escuela de traductores de Toledo.
Del monasterio se pasará al convento. De modo que los eclesiásticos no vivirán apartados del mundo, sino junto a la gente. Necesitarán una mejor formación, por lo que salen a cultivarse en las universidades.

El mayor saber dará lugar a las herejías. Con el fin de luchar contra esto y viendo peligrar su poder, la Iglesia creará el Tribunal de la Inquisición. Hasta entonces el pueblo había creído lo que le habían dicho, pero ahora se establecen dos corrientes: la ascética (seguir el camino de Jesucristo considerando la vida un valle de lágrimas y sufrimiento que conduce al cielo, como apoya Alberto Magno)  y la vitalista (hay que aprovechar la vida, como indica Boccaccio o los goliardos). La muerte es inevitable y llegará al final de los dos caminos.

Se dará también un cambio en el mundo intelectual, elaborando doctrinas en pugna con otras medievales impuestas por la Iglesia. Tendrán mucha importancia los libros de Física y Metafísica de Aristóteles que aparecen en Sicilia y son traducidos en Toledo (Escuela de Traductores) y divulgados por toda Europa. Hay que recordar que con la caída del Imperio Romano de Occidente en el 456 d. C., toda la cultura y sabiduría grecolatina habían desaparecido. La llegada de los bárbaros había provocado que los habitantes huyeran al campo para salvar la vida. Solo algunos libros fueron protegidos por los religiosos en los monasterios, pero solo copiaban aquellos que no resultaban una amenaza para la Iglesia. Sin embargo, muchas de las obras clásicas se conocían en el Imperio Romano de Oriente, que no había cedido ante las incursiones bárbaras y se había convertido en el imperio bizantino. Gracias a los árabes, que habían tomado lo más interesante de las culturas por su extensión hasta China, muchas de dichos textos habían llegado a Al -Ándalus  y a la Escuela de Traductores de Toledo. Ésta hizo especial labor durante el reinado de Alfonso X el Sabio (a quien nuestra lengua mucho debe). En ella se traducía del árabe al castellano y al latín (idioma universal del momento). De manera que obras perdidas en Occidente (como las de Aristóteles) se recuperaron en oriente gracias a los árabes, que las traían en su lengua a la Península  y se traducían en el Reino de Castilla gracias a la labor conjunta de cristianos, judíos y musulmanes en la Escuela de Traductores de Toledo (hay que recordar también la sevillana). Desde aquí, circularían por las universidades de Europa.

Littera bonoviensis
Nacen las universidades (Bolonia, Oxford, Palencia y Sorbona). Éstas tienen unos programas y libros de textos determinados, con profesores fijos. De modo que comienza la secularización de la cultura. Así, la universidad universalizará la lectura y escritura. En consecuencia, se dará la necesidad del libro, ya que no se dejará tomar apuntes, porque las clases se impartirán en latín, que ya no es la lengua materna de los estudiantes. Las universidades darán un libro para cada cuatro estudiantes y elaborarán escritos a mano. Esto producirá el surgimiento de un gremio relacionado con la venta del libro, dedicándose a que los textos tengan pureza. Nacen las asociaciones de escribanos que se especializan en copiar – a mano- una pieza del libro (pecia), que se marcaban con una p más un número romano para poder encuadernarlo fácilmente. Aparecerán también los stacionari o los editores, que confeccionarán los libros y los venderán. También surgirán los librari, dedicados a la venta de libros de segunda mano.

Todo esto hace importante la aparición de la foliación (numeración del anverso del folio) y la paginación (numeración del anverso y el reverso), con el fin de evitar problemas en la encuadernación. Se dejaban, además, espacios entre columnas para glosarlo; es decir, para tomar anotaciones sobre lo dicho por los profesores. Interesante, así como necesaria, es la aparición del índice. Además, al ser libros destinados a estudiantes, la opción es abaratar el coste, por ello carecen de iluminaciones (imágenes pintadas).

Para terminar, hay que recordar que existían numerosos tipos de letra gótica, habiendo, incluso, diferencias entre universidades. Las tres tipografías universitarias más conocidas en el XIII eran: la de Bolonia (littera bonoviensis: muy clara y redonda); la de Oxford (littera oxoniensis: bastante clara y con separación de párrafos numerados); la de París (littera parisienses: dificultosa de leer por la cantidad de abreviaturas, la inclinación y la falta de apoyo en el renglón).

Como puede verse, las técnicas de la paginación, foliación e índice surgen en un contexto en el que se da importancia al saber escrito así como a la distribución y extensión de dicho saber. En un momento en el que se pretende dar orden y luz en la oscuridad sapiencial de la Edad Media.

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