domingo, 14 de julio de 2013

MITOLOGÍA MAYA: SIPAC

Sipac era un gigante tan glotón que llegaba a comer a personas. Así, un día en el tenía hambre decidió vender gran parte de sus tierras para conseguir alimento.  Y fue vendiendo tierra por tierra a cambio de comida.

Deambulaba de aquí para allá para coleccionar volcanes. Un día descubrió uno hermoso. Le gustó tanto que, rápidamente lo elevó  y se lo echó a la espalda. Lo cambiaría por más hogazas.

En el lugar donde había estado el volcán, apareció un río donde cantaban tres bellas muchachas. Las tres tenían una hermosa cabellera larga y azabache. Aunque se parecían mucho, cada uno tenían un color de piel: blanca, oscura y roja. Sipac no atendió a este detalle. Estaba embobado por la hermosura de las tres.

Les propuso matrimonio. Ellas aceptaron con la condición de que sólo se alimentaran de los productos del río. El gigante aceptó.

Lo que no sabía era que las tres muchachas eran en realidad espíritus de cada una de las clases de maíz y que tenían la potestad tanto de crear cultivo como de arrasarlo. Las jóvenes querías burlarse y vengarse del gigante.

Una de ellas, la más pequeña, observó que Sipac estaba hambriento. Le indicó que bajo una gran roca se escondía un cangrejo. El gigante, que quería alardear de su fuerza ante las preciosas muchachas, se dirigió hasta allí dispuesto a zambullirse en el agua. Mientras, la joven se desprendió de la cinta que decoraba su cabello y la colocó en otra roca imitando la forma de un cangrejo. Después llamó al gigante para que atrapara ese cangrejo.

La roca estaba en una parte tan profunda del río que ofrecieron al gigante atarlo para poderlo ayudar en caso de que algo no fuera bien.

Aunque a Sipac no le gustó nada la idea de que le ataran las piernas con una cadena, aceptó tras volver a observar la belleza de las jóvenes.

Una vez desapareció bajo el agua, las muchachas ataron la cadena en una roca del río para que el gigante quedara atrapado.

Mientras, Sipac consiguió alcanzar el cangrejo. Cuando vio que era una cinta, se dio cuenta de la burla e intentó salir a la superficie. Los espíritus del maíz no habían tenido en cuenta la fuerza del gigante, que, al final, pudo llegar a la superficie. Sin embargo, no pudo zafarse de la roca, que mantuvo en su espalda. La cambiaría. Pero lo que deseaba en ese momento era alejarse de las tres muchachas. Lo hizo con tanta premura que no se fijó por donde pisaba. Cayó por un barranco que bloqueó la gran roca. De este modo Sipac quedó encerrado.

Junto al río Cala de Guatemala  hay un volcán que recibe el nombre de Sigpac. Se dice que pueden oírse extraños ruidos en su interior. Son las cadenas que el gigante -enfadado por el engaño de los espíritus del maíz- mueve con el fin de deshacerse de ellas.


Si te gusta la entrada, suscríbete a El ballet de las palabras: el blog cultural. by Email

1 comentario:

  1. Curioso. Es el esquema de causa y efecto, que lleva al desenlace final. Recuerda al volcán Tifeo de las Soledades de Góngora en cuanto a la explicación manida de que los volcanes encierran gigantes enfadados en su interior, prisioneros. Me ha gustado el relato de mis queridos amigos mayas.

    ResponderEliminar

Se agradecen los comentarios, especialmente para no sentirme como una loca que habla sola. Saludos.