sábado, 10 de noviembre de 2012

"¡CASTAÑAS, CASTAÑAS CALENTITAS!"

Si miráis en la página 34, encontraréis uno de mis relatos, publicado en este medio gracias a la confianza del poeta Ricardo Virtanen.








9 comentarios:

  1. En la página 34, que lo he encontrado, je, je. Me encanta, sobre todo, la especial sensibilidad para crear el ambiente que hace al lector verse inmerso en ese tiempo pretérito, a la par con la imposibilidad de que los personajes nos dejen fríos. La humanidad siempre aflora, precisamente en las escenas cotidianas en tu literatura, con una ternura que acaricia el corazón. Gracias por compartir tu arte con nosotros.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias por parar a leerlo y por tus elogios, que siempre me ayudan, pues me da una vergüenza tremenda dejar que lean mis textos.

      Eliminar
  2. Querida Patry. Ya te comente que me encantó este relato costumbrista emotivo y dulce. Tienes que seguir potenciando esa faceta de tu escritura. :) bravo!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchísimas gracias. Viniendo de un poeta me halaga el doble. La verdad es que este es mi estilo básicamente para cualquier género literario que escribo, ya sea histórica o fantasía épica. Creo que he nacido en la época equivocada ;)

      Eliminar
  3. Siempre me ha sorprendido como los buenos escritores son capaces de transmitir ideas, sentimientos, sensaciones en tan pocas palabras. No tengo formación especialidada ni soy crítico literario pero como lector sí te puedo decir que me ha gustado mucho tu relato.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchísimas gracias tanto por tus amables palabras como por haber dedicado tiempo a dejar un comentario.

      Al fin y al cabo son los lectores los que cuentan. Los especialistas sirven para explicar qué es lo que un texto guste o no.

      Gracias otra vez.

      Eliminar
    2. Quería decir que los especialistas sirven para explicar qué es lo que hace que un texto guste o no.

      Eliminar
  4. Muy bonito, Patricia. Aun cuando llega el tiempo de las canas y las manos arrugadas, el niño siempre está ahí dentro. Y a veces se asoma, como la niña de tu castañera.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias, Guachimán. Siempre me sorprenden aquellos ancianos que aparenta unos sesenta y tantos y luego resultan tener ochenta y tantos. Y estoy segura de que es porque tienen un infante correteando por las venas, manteniéndolos activos. De todos modos, me da que nuestro cuerpo avanza más rápido que nuestra mente. Yo todavía me siento una niña y creo que me sentiré igual (en muchos casos) si llegara a los ochenta, a pesar de las desilusiones.

      Un besazo.

      Eliminar

Se agradecen los comentarios, especialmente para no sentirme como una loca que habla sola. Saludos.