Hoy lo vamos a dedicar a un
poquito de historia. Nos remontaremos al siglo XVIII español. Concretamente al
Motín de Esquilache, sucedido durante el reinado de Carlos III.
¿Quién era Carlos III?
Hermanastro de Frenando VI, a quien sucede por morir éste sin descendencia. Es
el primer hijo de Felipe V con Isabel de Farnesio.
Durante su reinado, que casi
ocupa la segunda mitad del XVIII, lleva a cabo una serie de reformas,
aprendiendo de las experiencias del pasado. Pero no gobierna sólo, sino que lo
hace con sus ministros. Empieza rodeándose de hombres sabios con los que ha
trabajado en Italia, como Grimaldi y Esquilache. Sin embargo, la sociedad
española no está preparada para los cambios. Esto obliga al rey a girar su
manera de hacer las cosas y adoptar un modo más tradicional, lo que hace que el
éxito de las reformas sea nulo. ¿El punto de inflexión de una a otra forma de
gobernar? El Motín de Esquilache.
Desde 1760 existía un periodo de
alteraciones climáticas que provocaron problemas de abastecimiento.
Cinco años más tarde, el monarca
consideró conveniente la
Pragmática de libre comercio y liberalización del grano. Sin
embargo, a pesar de satisfacer un deseo ilustrado, existía la mala fe de
algunos, que guardaron el grano para venderlo después a alto precio.
A esto se sumaría una serie de
contextos locales, entre el que destaca Esquilache en Madrid. Este ministro
italiano se preocupó por la limpieza
(recuerde, querido lector, lo sucia que era la capital y cómo ladescribían los autores extranjeros) y el alumbrado de la ciudad. Pero era una
medida que –por haberla dejado durante tanto tiempo- resultaba cara,
necesitando un impuesto extraordinario. Además, en 1766, mediante un bando
municipal prohíbe el empleo de capa larga y sobrero de ala grande, empleados en
duelos, asesinatos y robos.
Todo esto no gustó nada al
pueblo, juntándose el problema de abastecimiento y la xenofobia típica de
sociedades poco inteligentes. En definitiva, el 23 de marzo de 1766 estalló un
motín en Madrid, precedido por numerosos
pasquines (curioso pues la mayor parte del pueblo no sabía escribir) que
criticaban los procedimientos de los ministros extranjeros. Comienza un
enfrentamiento entre embozados y soldados que termina con el saqueo de la casa
de Esquilache, rotura de farolas (como habían sido tan baratas…).
Al día siguiente existe otro
nuevo enfrentamiento que termina con una dura represión por parte de la guardia
walona. Al final, Carlos III sale al balcón y accede a escuchar las propuestas
de los “revoltosos”. Las acepta, mas sin mucho ánimo de cumplirlas tal como da
a entender al marcharse a Aranjuez.
Las propuestas del pueblo eran
las siguientes: destierro de Esquilache, sustitución de ministros extranjeros
por españoles (lo que significaba que la nobleza volvería a controlar el
poder), reducción de los precios de los alimentos, anulación del bando sobre
capas y sombreros (así, para seguirse matándose a gusto; vaya panda).
Como indicaba, el monarca marcha
a Aranjuez. Sin embargo, el pueblo le hace ver que seguirán las revueltas hasta
que cumpla su palabra. Obligado por las circunstancias, aunque no era lo más
acertado, expulsa a los italianos del gobierno. Y esto tendrá una gran
repercusión, puesto que el gobierno de Carlos III cambia hacia posiciones más
tradicionales.
Hay que tener en cuenta, además,
que el Motín de Esquilache no es aislado, sino que el movimiento madrileño
insta a otras zonas.
Pero los disturbios del Motín de
Esquilache son objeto de diferentes interpretaciones por los historiadores, ya
desde la época: 1) son motines motivados por la aristocracia y el clero que se
aprovecha del descontento popular para eliminar a Esquilache y ascender a
Ensenada; 2) son movimientos espontáneos; 3) fueron preparados por grupos
poderosos (oligárquicos, aristocráticos y eclesiásticos) que quieren llevar a
cabo reformas sin revolución; 4) causados por el hambre y la xenofobia.
De estas cinco interpretaciones
destacan tres ideas: 1) subida de los precios e intervencionismo del Gobierno
en vida cotidiana que facilita la oposición del grupo privilegiado a Carlos III
y manifestación del descontento popular; 2) el motín de Madrid sirvió de ejemplo
a otros; 3) reacción de los privilegiados, que conspiran contra Carlos III, de
ahí que ya no sea el mismo.
Personalmente, especialmente
desde que empecé a documentarme para una novela histórica que tengo entre
manos, estoy de acuerdo en la idea de que la política reformista no gustó nada
a la nobleza y clero, muy acostumbradas al poder. Hicieron una campaña
propagandística contra esos ministros que eran una amenaza para sus
privilegios. Para ello emplearon los pasquines difamatorios y aprovecharon las malas
cosechas para enrabietar al pueblo, desesperado por la hambruna y que no
pensaba por sí mismo. Vamos, que la historia se repite una y otra vez. Pero
como en este país eso de estudiar esa materia
se ve de manera peyorativa…, pues así nos damos los mismos porrazos
siglo tras siglo. Sólo recuerdo que aquellos que menosprecian el conocimiento
pretenden que no seamos independientes. Así podrán manipularnos una y otra vez,
como lo hicieron la nobleza y el clero con el Motín de Esquilache para quitarse
de en medio a los que estaban mejorando las condiciones de la sociedad y
eliminando el poder de los privilegiados.
Un artículo para la reflexión. La manipulación no es nueva, y el recelo hacia lo desconocido nos lleva a absurdos insospechados. Aún hoy, hay quien obstaculiza la investigación que pueda llevarnos a salvar vidas o a atenuar los efectos de algunos tratamientos agresivos.
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