lunes, 2 de abril de 2012

TRESCIENTOS AÑOS DEL NACIMIENTO DE ROUSSEAU.


Dedicaremos hoy a recordar el tercer centenario del nacimiento del filósofo Rousseau.

Jean – Jacques Rousseau nace en Ginebra el 28 de junio de 1712, en el seno de una familia protestante. Su madre, que fallece poco después de dar a luz, y su padre, relojero, tenían la condición de ciudadanos burgueses, aunque poseía poco dinero. Viudo, Isaac Rousseau no fue educar a sus hijos. Así, el hermano del filósofo se dedicó a vagabundear hasta que desapareció. Y él quedó a cargo de su tío Bernard, cuando su padre tuvo que huir por una pelea. Su tío lo deja a cargo del pastor Lambercier en Bossey, por lo que crece en ambiente campestre que lo influiría en su personalidad.

En 1725 trabaja como grabador, luego como criado y en múltiples trabajos que hacen recordar a la novela picaresca hasta 1731.

Conoce a madame de Warens, que lo acoge. En este momento es cuando Rousseau puede instruirse (junto a las múltiples lecturas que hizo en su infancia) y se convierte al catolicismo.

Se convertirá en amante de la viuda.

En la década de los cuarenta comienza a viajar, contactando con grandes personalidades del momento. Conoce a Diderot gracias a la composición de la ópera La musas galantes.

En 1745, conoce a Voltaire. Pero también comienza su relación con Thérèse Levasseur, con la que pasará el resto de su vida más por amistad que por amor, aunque con ella tendrá cinco hijos. Nadie comprendió esta relación pues era una mujer alcohólica, analfabeta, egoísta y dominada por su amoral madre. Es posible que esto condujera a Rousseau a mandar a sus hijos a un hospicio, intentando evitar  el contacto con tal madre.

Habiendo contactado con Diderot, Voltaire o Grimm, comienza a introducirse en la tertulia del barón Holbach y a colaborar con los enciclopedistas al principio con artículos musicales.

Diderot, encerrado por la publicación de Carta sobre los ciegos, indica a Rousseau que la Academia de Dijan convoca un premio en torno al tema “si el restablecimiento de las ciencias y de las artes ayuda a corromper o a purificar las costumbres”. Rousseau participa con Discurso sobre la ciencia y las artes, que le otorga el premio y fama. Sin embargo, si crítica hacia la sociedad y sus convenciones como causantes de corrupción de ser humano le hizo discutir con los filósofos de su tiempo. Y es que considera que tanto las artes como las ciencias encadenan a los hombres. Observa, además, que cuanto más desarrollo tecnológico, más corrompido se encuentra el alma. Se ve en él un antecedente romántico. Critica todos los ámbitos: ciencias, filosofía, literatura, sociedad…Pero por lo mismo: por basarse en la apariencia. Así, se opone a una literatura sólo dedicada a la belleza de estilo, pero sin educación, porque, para él, hay que formar ciudadanos, no inútiles.

Comienza a vivir acorde a su pensamiento. Mas esto le acarreó la enemistad de los que esntes lo habían conducido a las importantes tertulias. Voltaire, Grimm o Charles Bardes. Son algunos de los intelectuales que se opusieron a él en sus escritos.

En 1752, representa ante el rey su ópera cómica El adivino del pueblo. El año siguiente en el prólogo a Narciso vuelve a indicar que no cree que las ciencias aporten sus necesidades más profundas a los seres humanos. De modo que segirá criticando el hecho social de la apariencia e intenta deshacerse de la máscara que oculta la auténtica realidad (muy romántico, como decía).

En 1755, aparece Discurso sobre el origen y los fundamentos de la desigualdad entre los hombres. En él observa que hay diferencias de origen natural –inteligencia, edad, color-, de las que no hace crítica, y otras sociales, que dan lugar a desigualdades basadas en los privilegios de unos cuantos. De modo que ve el problema del mal en la propiedad privada. ¿Cuándo se ha producido?

En el momento en que se elimina la ley natural por la sociedad. De modo que para Rousseau es necesario volver al estado salvaje del hombre si queremos recuperar su bondad. Tenía en el solo instinto todo lo que precisaba para vivir en estado de naturaleza, en una razón cultivada tiene sólo lo que necesita para vivir en sociedad. No vamos a concluir con Hobbes que, por no tener ninguna idea de la bondad, el hombre sea naturalmente malo, que sea vicioso porque no conoce la virtud, que niegue siempre a sus semejantes servicios que no cree deberles, ni que en virtud del derecho que con razón se atribuye a las cosas que necesita, se imagine insensatamente ser el único propietario de todo el universo.

De manera que va oponiendo hombre natural (bondadoso, piadoso) contra el hombre civilizado (perverso y aislado de los demás por la razón y la filosofía).

Así, ve fuera de la ley de la naturaleza que un niño mande a un viejo, que un imbécil guíe a un hombre sabio y que un puñado de gente rebose de lujos, mientras una multitud hambrienta carece de lo necesario. ¡Qué susto se daría si viera que, trescientos años después, es eso lo que pasa!

En 1758, aparece Discurso sobre la economía política. En él ya se anticipa a la idea de contrato social con la voluntad general, que considera que el bien común es superior a grupos restringidos y particulares como los religiosos o poderosos. De manera que un ser humano moral aspira a la voluntad general y universal.  Por consiguiente, la educación ha de buscar que las voluntades particulares coincidan con la general, con la universal, para buscar la virtud. Así, el Estado debería legislar de acuerdo a dicha voluntad general, a bien común y universal.

Todo este pensamiento le acarrearía, como ya se menciona más arriba, enemistad con muchos filósofos del siglo de las luces. Esta situación provocaría que se encerrara más en su soledad.

Entre 1756 al 62 se retira a trabajar a Montmorency, donde vivirá austeramente.

En Ginebra –donde estaba prohibido el teatro por amoral desde 1617- Voltaire representa Zaïre. Ante el éxito, el filósofo pretende construir un teatro, a lo que se oponen los protestantes. Como respuesta D´Alembert escribe un artículo en la Enciclopedia sobre el teatro, defendiendo una moral que no fuera atacado por la Iglesia. El laboratorio: Ginebra. Es decir, se defiende un teatro educativo contra uno placentero. Rousseau responde que el teatro así sería demasiado crítico como lugar de familiarización entre ambos sexos.

Todo esto provoca la enemistad definitiva de ambos filósofos. Deteriorada también se vio la relación con Diderot, especialmente cuando éste le envía El hijo natural donde aparece el siguiente comentario: sólo el malvado está solo. Rousseau considera que es una burla a su persona por retirarse al campo y alejarse de la viciosa París.

En 1761, su salud va empeorando, a lo que se suma el retaso en la publicación de Emilio. Rousseau teme que los jesuitas la retengan a causa de las críticas que hace.

Un año después, publica La nueva Eloísa, obra que anuncia el posterior Romanticismo, y El contrato social. También, por fin, aparece Emilio, que es elogiado y objeto de vituperio a partes iguales.

Respecto a El contrato social, ha tenido gran influencia, especialmente Marx.

En él apuesta por renunciar a los intereses individuales a favor del bien común, como anticipaba con voluntad general.
Sin negar la ilustración, considera que el cambio ha de ser radical, promoviendo que se interiorice la racionalidad, recuperando la identidad individual de cada ser humano.

Malesherbes le ofrece un puesto en el Journal des Savants, pero Rousseau lo rechaza por no querer escribir por oficio, sino por apasionamiento. Teme perder su libertad y sensibilidad.

Comienzan los ataques contra Contrato social y Emilio por parte tanto de civiles como de eclesiásticos.  Se ve obligado, entonces, a refugiarse en Suiza. Las críticas proceden principalmente de la negativa de la existencia del infierno y de la revelación  divina. De hecho, considera que le bien, el buen comportamiento, ya está en el corazón de manera natural (en esto se asemeja a la Razón Práctica de Kant). De ahí que afirme que podemos ser hombres sin ser doctos.


Todo esto había provocado que incluso Ginebra quemara su libro y lo buscara para encarcelarlo. Federico el Grande, quien, apiadado del filósofo, le da cobijo. Esta persecución lo hace aún más introspectivo. Su casa es apedreada y marcha a Inglaterra invitado por Hume. Con un nombre falso, en 1767, vuelve a Francia, ésta, tres años más tarde, le permite regresar oficialmente con la condición de que cese de escribir. En ese momento publica Confesiones. Sin embargo, escandalizada por lo relatado en él, la que fuera su amante consiguió apartarlo de la fama.

Muere en 1778 por un paro cardiaco –sumado a su afección de la vejiga que ningún médico supo diagnosticar-.

Este filósofo, propulsor de la corriente prerromántica y filantrópica (que tanto influye en Jovellanos), tiene como peso haberse adelantado a su tiempo, que no lo comprendió. Serán los románticos quienes lo tomarán como maestro.

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