Hoy, día de las curiosidades, vamos a dedicarlo a algunas absurdas supersticiones que, a lo largo de la historia, han surgido de la imaginativa mente del ser humano.
En general se la ve como algo maligno, tal vez desde el miedo que al hombre le provoca lo desconocido. De modo que hoy en día resultan bastante sorprendentes esas ideas.
En primer lugar la sangre era vista, por ciertos sectores, como algo que poseía un poder maléfico. En consecuencia, se consideraba que era uno de los objetivos a conseguir por las brujas a fin de hacer sus hechizos, especialmente los filtros de amor o para conseguir la juventud eterna (recuérdese el caso de la condesa Elizabeth Bathory).
En la Biblia se indica que una mujer con la menstruación provocaba que cualquiera que se acercara quedara impuro durante siete días. Y parecía una plaga, porque el impuro, a su vez, extendía ese mal a quien tuviera contacto con él. Supongo que la base que originó tal superstición era el hecho de que muchas de las mujeres del grupo irían coincidiendo en los mismos días menstruales.
Antiguamente también se le daba un poder devastador a la pobre mujer con la regla (como no tenía bastante…). Así que era capaz de: destrozar una cosecha, agriar el vino, producir tormentas, granizadas y nevadas (pues yo, mira que lo intento, no he conseguido que llueva). Pero no queda aquí el terrible poder de la mujer que menstrua, ya que, además, empañaba los espejos y engendraba serpientes (¿?).
Incluso, en algunos lugares de España aún se considera que puede cortar la leche, secar las plantas (yo las mato, a las pobres, sin tener la regla; ¿eso quiere decir que soy más poderosa que el resto?), estropear los dulces y la mahonesa (me niego a dar esta salsa a los franceses; que es españolita, oiga).
Lo bueno es que esa sangre hace que desaparezcan las verrugas, supongo que por el amoniaco (¡qué asco!). Esto me recuerda que ese ideal renacentista de la mujer rubia obligaba a las mujeres ibéricas (rubias, rubias. Lo que se dice rubias mucho no eran) a aclararse el cabello. Para ello empleaban el mismo recurso que con las verrugas.
Como colofón, os dejo con una mala interpretación que, al parecer se hizo de la Biblia , considerando que todo hombre que mantenga relaciones sexuales con una mujer menstruando, se quedará calvo. Sin embargo, si ya lo estás, no creas que te salvas, pues tu castigo será la impotencia. Mientras, recordemos que Celestina aconseja a Areusa que mantenga relaciones con Pármeno con el fin de que le desaparezcan los dolores de la menstruación (realmente la alcahueta tiene otro propósito, pero es el argumento que emplea para que la prostituta se acueste con el jovencito criado de Calisto). Como ve, querido lector, cada uno a lo suyo.
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