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llegamos al final del camino, al final de este esclarecedor documental. Esta última entrega, la VI , resulta –para mí- la más interesante, pero también la más inquietante. Sumado a todo lo visto antes entra por un lado una desazón al sentirnos muñecos; por otra, la certeza de que al conocer esta información somos cada uno de nosotros con nuestras decisiones y actos los que tenemos la posibilidad de terminar –o disminuir su daño-con esa manipulación. Ejemplo de ello son estos dos periodistas que bajo el estandarte de sus principios lucharon contra una poderosa empresa que violaba el derecho de los ciudadanos.
Nos habíamos quedado en el momento en el que el director del canal llama a su despacho a los dos periodistas. Tras deambular por el mismo, les pregunta si ellos contarían esto. A lo que responden que ellos no van a mentir. Una semana más tarde (van lentas las cosas, supongo que para aburrir y para desquiciar a los periodistas con la intención de que abandonen su empeño). Les indica que han de hacer una serie de cambios evitando informar de la realidad (al fin y al cabo tiene abogados). La justificación que da es que el alto coste de los canales le da “derecho” a indicar qué es noticia y qué no (¿no le suena de nada?). La amenaza es el despido (aquí cualquier persona se achantaría como con un matón del colegio que roba el bocadillo, pero este periodista no quiere ver sus valores sumisos y embarrados). Steve Wilson le responde que entonces él avisará a la Comisión de que su jefe lo despide por oponerse a mentir al público. Aquí termina, por ahora, el enfrentamiento.
Steve Wilson y Jane Akre. |
Sin embargo, la táctica es genial. Consigue que el director lo ponga por escrito e, incluso, que lo envíe a los periodistas poco después. Cuando llama para que firmen, ellos se niegan. Así que el atolondrado pide que le devuelvan el escrito. Ja, ja, ja. Merecido lo tiene.
Así que procura lo que antes he indicado como posibilidad: desgastar a los periodistas para que se marchen. ¿Cómo? Revisando y rehaciendo una y otra vez el reportaje. ¡Hasta ochenta y tres veces en ocho meses! ¡Increíble! Tanto Steve Wilson como Jane Akre tienen toda mi admiración. La sociedad iría mejor si hubiera más gente como ellos.
La mutación de los alimentos afecta al cuerpo. |
Al final no consiguieron la retirada del producto. Como consecuencia los niños siguen bebiendo esa leche contaminada. Este es solo un ejemplo de la alimentación distorsionada que damos a nuestros hijos. ¿No será mejor intentar dar a nuestros niños unos alimentos que sepamos naturales, que no tengan una lista de ingredientes que no conocemos?
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