lunes, 10 de junio de 2013

OCHENTA AÑOS SIN SALVADOR RUEDA.

Salvador Rueda
El 1 de abril de 1933 moría el escritor malagueño Salvador Rueda. Aunque fue un autor prolífico en todos los géneros, se lo considera el preludio del Modernismo español ya antes de que Rubén Dario llegara a la Península. Influiría en jóvenes poetas (desde Villaespesa a Juan Ramón Jiménez). Así que fue el renovador de la poesía hasta la llegada de Rubén Darío, que eclipsó a éste y cuyos versos maravillaron a la joven generación de los modernos, tras una época de sequía métrica.





Aunque aquí ha sido más o menos olvidado, su poesía fue muy bien acogida en Hispanoamérica a principios del XX.

Homenaje al poeta Salvador Rueda en La Habana.


Sus composiciones poéticas ya presentaban características modernistas: variación del soneto, musicalidad,  colorido, cuidado esmerado en la palabra...

Dejo algunos de sus versos.




LAS CANÉFORAS.



Deteniendo severo magistrado
su pie ante las canéforas preciosas,
mira en sus caras de purpúreas rosas
el pudor por carmines dibujado.

El temblador ropaje replegado
les da esbeltez de vírgenes graciosas
y llevan en las manos primorosas
ricas bandejas de oro cincelado.

Sobre el metal que espejeando brilla,
del sacrificio llevan la cuchilla
que al magistrado, cándidas, ofrecen.

Y le brindan también trigo flamante,
que en las caneas de oro rutilante
rubios granizos con el Sol parecen.



LA CIGARRA.



Canta tu estrofa, cálida cigarra,
y baile al son de tu cantar la mosca,
que ya la sierpe en el zarzal se enrosca
y lacia extiende su verdor la parra.

Desde la yedra que a la vid se agarra
y en su cortina espléndida te embosca,
recuerda el caño de la fuente tosca
y el fresco muro de la limpia jarra.

No consientan tus élitros fatiga,
canta del campo el productivo costo,
ebria de sol y del trabajo amiga.

Canta y excita al inflamado agosto
a dar el grano de la rubia espiga
y el chorro turbio del ardiente mosto.





La cigarra

Silencio; es la cigarra, la doctora,
la que enseñó a Virgilio la poesía
y dio a las viñas griegas su armonía
cual bordón inmortal de luz cantora.

Aun pasa con su lira triunfadora
ardiendo en entusiasmo y energía;
encerrado en sus élitros va el día,
escuchad su canción abrasadora.

Ser en la roja siesta enardecido,
es un ascua del sol hecha alarido
que a su propio calor fundirse quiere.

Quema al cantar su real naturaleza,
canta por el amor a la belleza,
canta a las almas, y cantando muere.


Las bodas del mar

Ya acudes a tu cita misteriosa
con el inquieto mar, luna constante,
y asoma las playas de Levante,
hostia de luz, tu cara milagrosa.

En la onda azul, cual nacarada rosa,
se abre tu seno con pasión de amante
y dibuja un reguero rutilante
tu pie sobre la espuma en que se posa.

El agua, como un tálamo amoroso,
te ofrece sus cristales movedizos
donde tiendes tu cuerpo luminoso.

Y al ostentar desnuda tus hechizos,
el mar, con un abrazo tembloroso,
te envuelve en haz de onduladores rizos...








Afrodita

Venus, la de los senos adorados
que nutren de vigor savias y rosas;
la que al mirar derrama mariposas
y al sonreír florecen los collados;

la que en almas y cuerpos congelados
fecunda vierte llamas generosas,
de Eros a las caricias amorosas
ostenta sus ropajes cincelados.

Ella es la fuerza viva, el soplo ardiente
de cuanto sueña y goza, piensa y siente;
de cuanto canta y ríe, vibra y ama.

En el niño es candor, eco en la risa;
en el agua canción, beso en la brisa,
ascua en corazón, flor en la rama.







ALGUNAS COPLAS







No soy dueño de mí mismo
ni voy donde a mí me agrada,
atado llevo el deseo
al hilo de tu mirada.







Para alcanzar las estrellas
sonda el cisne la laguna;
en el mar de los amores
yo soy cisne y tú eres luna.







BACANAL




1

Está de fiesta la triunfante Roma;
desierto y mudo su elocuente Foro;
con estallar de estrépito sonoro
la delirante bacanal asoma.

No importa que minando la carcoma
esté su base de sillares de oro,
ni que entre mares de imborrable lloro
caiga como la impúdica Sodoma.

El festival con su esplendor la baña,
y sus noches magnificas recrea,
y con báquicos bailes le acompaña.

Y Roma, entre el festín que la rodea,
vacila como tronco en la montaña
que, antes de herirlo, el viento bambolea.


2

Abren la marcha grupos numerosos
de Silenos con pieles revestidos,
que adelantan el paso confundidos
con grupos de bacantes bulliciosos.

Agitando los tirsos primorosos
de cien lazos espléndidos ceñidos,
excitan y enardecen los sentidos
con sus bailes de ritmos cadenciosos.

De la noche rompiendo las tristezas,
van antorchas de rayos penetrantes
que del cuadro destacan las bellezas.

Y un escuadrón de sátiros saltantes
conduce en las cornígeras cabezas
hojas de hiedra en círculos triunfantes.


3

Mujeres con figura de victoria
siguen vestidas de lujosas galas,
y abren en sus omóplatos las alas,
símbolo de su triunfo y de su gloria.

Vivas luces ardiendo a la memoria
del gran Dionisos brillan cual bengalas,
y de sus tonos tienden las escalas
sobre el festín de la romana escoria.

Un bello altar de perlas coronado,
que irradia como asiático tesoro,
va de frondosas pámpanas orlado.

Y en pos de cien niños a compás sonoro,
llevan como presente delicado
el azafrán en páteras de oro.


4

Tras de un tropel que rompe y desbarata,
libre de toda ley, lazos y frenos,
llegan en el tumulto dos Silenos
en cuya piel la luz rayos desata.

Uno que e1 vivo júbilo retrata
va dando brincos de destreza llenos,
y el otro lanza vibradores truenos
de una trompeta de maciza plata.

Entre los dos, de trágico vestido,
un hombre va colérico accionando
y el rostro tras la máscara escondido.

Es el actor que avanza declamando,
y viene con acento enardecido
dáctilos y espondeos recitando.


5

Esparciendo, prolíficas, los dones
con que la madre tierra las dotara,
entre pompas que un rey ambicionara
avanzan las diversas estaciones.

Resuenan encomiásticas canciones
en las que va la perfección más rara,
y en copa enorme que de hervir no para
hacen sátiros mil sus libaciones.

Trípodes al de Delfos semejantes
y piedras erizadas de facetas,
van mezclados con copas deslumbrantes.

Y ensalzan en su lira los poetas,
con ditirambos bellos y brillantes,
el premio destinado a los atletas.


6

Baco, encima de un carro reluciente,
va por torvas panteras arrastrado,
y en un vaso de plata cincelado
bebe la espuma del licor hirviente.

Un tazón de Laconia transparente,
bajo el dosel de pámpanas formado,
luce su primoroso modelado
junto a jarros y perlas del Oriente.

Muestran las cabelleras destrenzadas
en el carro triunfal nobles matronas
con las sacerdotisas inspiradas.

Y cubiertas de pieles de leonas,
van al pagano rito encadenadas
mujeres con laureles y coronas.


7

Cien brutos de otro carro van tirando:
es un lagar de áureos racimos lleno,
que están, al son de un canto de Sileno,
enardecidos sátiros pisando.

Al brusco ritmo con que van bailando,
la uva derrama su jugoso seno,
y fingen sordo resonar de trueno
los duros pies el suelo golpeando.

Copas de plata el chorro desprendido
reciben en sus fondos deslumbrantes,
cual si el nácar hubiéralos bruñido.

Trasiéganlas las turbas delirantes,
y el carro lleva a su espaldar uncido
un reguero de lúbricas bacantes.


8

De la profusa bacanal liviana
avanza otro vehículo asombroso
bajo un odre gigante y portentoso
que de leopardas pieles se engalana.

Sobre su inmensa cima soberana,
como en hombros de homérico coloso,
en montón hacinado y prodigioso
junta sus artes la ciudad romana.

Jarros, trípodes, vasos a porfía,
bajo relieves de cincel divino,
asombran la exaltada fantasía.

Y a lo largo llevadas del camino,
al par que derramando la alegría,
van vertiendo las cráteras el vino.


9

Sigue un cuadro de gracia y de belleza:
niños vestidos de ideal blancura
muestran ceñidas en la frente pura
coronas que tejió Naturaleza.

Sobre un carro cargado de riqueza
vierte una gruta esencias y frescura,
y hay un coro de ninfas que asegura
verde laurel a la gentil cabeza.

Dos fuentes de las peñas se desmandan
entre ramajes y aromadas pomas,
y leche y vino en sus raudales mandan.

Ungen el aire asiáticos aromas,
y por cima del carro se desbandan
espirales de espléndidas palomas.


10

Dos cazadores con venablos de oro,
de numerosos perros circundados,
que Hircania regaló en sus collados
para ornamento del festín sonoro,

van escuchando el encendido coro
de entusiásticos himnos, dedicados
al dios que lleva a su poder atados
tanto regio esplendor, tanto tesoro.

Arboles de magnífico follaje
ponen dosel de agreste poesía
al cuadro halagador con su ramaje.

Y en sus hojas estalla la armonía
de cien aves de espléndido plumaje
que en bellas jaulas regaló Etiopía.


11

Siguen el lento paso torvas fieras
de hirsuta piel en tintas salpicadas,
elefantes de trompas enroscadas,
las de diente voraz rubias panteras.

Con lanas como blondas cabelleras
van las llamas de formas delicadas,
y las alas de armiño inmaculadas
abren los cisnes como dos banderas.

Aguilas de pupila rutilante,
de duras garras y de corvo pico,
nobleza prestan al festín brillante.

Y el pavo real, de tornasoles rico,
desata la baraja deslumbrante
de las plumas sin fin de su abanico.


12

Cierra la marcha, espléndido y grandioso,
un grupo de cien carros resonantes,
donde avestruces, ciervos y elefantes,
pasan en un desfile esplendoroso.

Baco, en medio, deslumbra victorioso
coronado de pámpanas flotantes,
entre sabias ciudades que triunfantes
simbolizó el artista prodigioso.

El vino en copas cinceladas prueban
sátiros que, beodos, van saltando
y a las bacantes lúbricas sublevan.

Y esclavos rudos a compás danzando,
ébano en troncos colosales llevan
sobre los recios hombros descansando.



13
Y entre esa orgía de placer profundo,
pasmo y asombro del cerebro humano,
que atraviesa en desfile soberano
con su tropel de carros rubicundo;

entre ese delirar vivo y jocundo
río que corre al lóbrego Océano
donde revueltas en su estruendo vano
van a morir las glorias de este mundo,

la antigua sociedad, roto su cielo,
siente que en su espaldas se desploma,
y herida pliega el vacilante vuelo.

Borra el festín su embriagador aroma,
se apagan las antorchas, tiembla el suelo,
¡se abre el abismo y se sepulta Roma!

1 comentario:

  1. Gracias, Patricia, por la gran selección de poemas que has puesto aquí. Por un lado quería comentar la pena que da que los programas de instituto no permitan una mayor profundización en diferentes figuras de nuestra literatura. La mayoría parte de las veces, por falta de tiempo y el enorme grosor del temario, debemos ceñirnos a los más conocidos. Por otro, mencionar un dato personal: del Modernismo siempre me ha hecho sonreír la amalgama de términos cultos, desconocidos para mí antes de adentrarme en el texto, aunque a veces también la extraña sonoridad de los términos han operado en mí el mismo efecto. Evidentemente, en este caso, canéforas es la palabra ganadora je je.

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Se agradecen los comentarios, especialmente para no sentirme como una loca que habla sola. Saludos.