Hemos visto cómo miles de estudiantes universitarios eran expulsados por no poder enfrentarse ya a unas tasas que han ido subiendo en estos últimos tiempos mientras bajaba el acceso a puestos laborales y llegan los sueldos a acercarse al de la servidumbre.
A pesar de haberse demostrado que la mayor parte de los genios españoles proceden de la clase baja, ahora damos un paso atrás -contradiciendo a la Constitución : Artículo 27. 1. Todos tienen el derecho a la educación. Se reconoce la libertad de enseñanza- y vamos dejando el acceso sólo a los que pueden pagarla. Así volvemos al vicio del español, representado en el hidalgo de El Lazarillo, a aparentar que pertenecemos a una clase social superior a la nuestra, pagar un colegio privado o concertado no por el bien del niño (que, obviamente, entonces, no sería mandado a tal empresa que lo que busca es dinero) sino que lo que atendemos es al qué dirán. Y con eso juegan esos privilegiados económicos. Esa hipocresía, esa falta de conciencia, hace que no nos rebelemos contra las injusticias que sufre el pueblo en sus derechos más básicos. Y esto tiene sus consecuencias. Os invito a reflexionar sobre éstas.
Y mientras...
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Como con todos los artículos de esta índole que se han ido publicando, la verdadera culpa la tenemos los ciudadanos, que no protestamos convenientemente. Lo dejamos estar. En este caso, el refrán español "El que calla, otorga", nos condena.
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