lunes, 15 de abril de 2013

PROCLAMACIÓN DE LA II REPÚBLICA.



Hace ya ochenta y dos años se proclamó la II República con el júbilo popular. Revisemos brevemente sus antecedentes y su trayectoria.

Si comenzamos con los antecedentes, hemos de recordar que se estaba produciendo el declive final de la Restauración borbónica con la aceptación por parte del monarca de la Dictadura de Primo de Rivera, aunque, al final, éste es obligado a dimitir. Comienza, entonces, un intento desesperado del Alfonso XIII por volver a la apariencia democrática. Es lo que se conoce como dictablanda con el general Berenguer a la vanguardia para preparar el regreso del turnismo. Lo que resultaba difícil.

Mientras tenemos a Mola como Jefe de la Policía (el que luego participará en la guerra civil a favor de los sublevados) en 1930. UGT y CNT acompañan la agitación social. A esto se suma que muchos consideran que la monarquía no funciona. De modo que, en ese año, crece el apoyo a la república contra la monarquía. A esto se añaden los efectos de la crisis del 29. De manera que a la propia crisis de la monarquía (a la que se oponen, incluso, algunos antiguos monárquicos) se suma la agitación social y el pacto secreto de San Sebastián. Éste fue una reunión política con la finalidad de acabar con la monarquía. Se forma un comité republicano con Alcalá Zamora a la cabeza. Forman parte de dicho comité: Lerroux, Azaña, Albornoz, Miguel Maura, Quiroga. En octubre constituyen un gobierno provisional de República con la intención de que la sociedad se mueva, pero necesitan también apoyo del ejército. Un mes después crean un manifiesto y llegan a acuerdos tanto con las organizaciones obreras como al ejército, donde cumplirá un importante papel Ramón Franco (el hermano del futuro dictador). Se procura una revuelta militar que fracasará.  ¿La causa? El ejército había de realizar dos acciones: por un lado sublevación militar en Jaca; por otro, huelga de militares de aviación en Getafe. Sin embargo, Galón se subleva dos días antes y la huelga de militares no se hace. Mola encarcela al Comité republicano.

Berenguer dimite el 13 de febrero de 1931. El Rey pretende en ese momento que el gobierno se forme con gente no vinculada a la dictadura de Primo de Rivera. Así que llama a Santiago Alba, quien compone el gobierno con Melquíades Álvarez y Sánchez Guerra. Sigue el gobierno del admirante Aznar, quien introduce a los amigos del rey: Romanotes, Benenjo, Maura. Tienen la idea de hacer elecciones, comenzando con las municipales, pues resultaban más fáciles de comprar y manipular. Se convocan para el 12 de abril. La oposición lleva a cabo un movimiento muy inteligente: se presenta en coalición, mientras que los partidos monárquicos lo hacen por separado. Los primeros consiguen más votos y arrasan en las grandes ciudades. Sin embargo habrá más concejales monárquicos. En ese momento existen dos posibilidades: aceptar lo ocurrido y seguir con las elecciones legislativas o – como opina Romanotes- negociar y pactar con el comité republicano, que todavía está en la cárcel. El 14 de abril de 1931 se proclama la República por Zamora sin presencia de movimientos violentos, pero sí la alegría popular. El Rey abandona España.

Comienza entonces el camino de la II República española, primero con un Gobierno provisional al que suceden tres etapas.

Lo primero que hace Alcalá Zamora es convocar elecciones a Cortes Constituyentes con el fin de crear una constitución que toma como modelo a alemana de la república de Wemar (1822). Algunos de los elementos interesantes de dicha Constitución son: la soberanía popular;  la aceptación de un sistema de gobierno republicano con la posibilidad de autonomías; una estricta división de poderes con garantías de independencia del poder judicial; cortes unicamerales, elegidas por sufragio universal y al las que se exigen responsabilidades; amplia declaración de derechos (establece el divorcio, la mujer puede votar por primera vez), con regulación de garantías; libertad religiosa total y separación Iglesia – Estado (además  obliga a las órdenes religiosas a inscribirse como el resto de asociaciones y ya no depende de otra potencia). Se aprueba esta constitución –mucho más adelantada que la actual- el 9 de diciembre de 1931 y permanecerá hasta abril del 39.

Se hacen elecciones para formar el nuevo gobierno constitucional. Azaña será el Presidente de la República; Azaña, el Jefe de Gobierno.  Comienza así lo que se ha denominado el bienio socialista (1931 -1933). Y este Gobierno debe enfrentarse a muchos problemas que han dado lugar a una España retrasada. Saben qué hay que hacer, pero encontrarán muchas dificultades. Entre ellas el recuerdo de lo poco que duró la I República. Esto seguramente que provoca la ansiedad de intentar hacer los cambios rápido, demasiado rápido en un país donde los privilegiados llevan siglos fortaleciéndose.

Va a ser una etapa de numerosas y valientes reformas: agraria, del Ejército, del sistema educativo, de la estructura del Estado, laboral, de la influencia de la Iglesia, de la Administración, de economía, de planes de obras públicas. Vamos a comentar cuatro de dichas reformas.

Comencemos con la agraria. España se divide en húmeda y seca, lo que produce grandes desigualdades que se representan por el norte de minifundios y el sus de enormes latifundios que pertenecen a unos cuantos. Son tierras no trabajadas en su totalidad, mientras la gente sufre hambre. Se decide dividirlas repartir  entre pequeños propietarios. El problema es la oposición de los ricos y grandes terratenientes. Esto provoca que la reforma vaya con lentitud –lo que enfada al pueblo- y, además la iniciativa se corta con la guerra que provocan los sublevados.

Como puede ver, querido lector, la República se ha enfrentado al primer grupo de privilegiados: los terratenientes.

Sigamos con la reforma del Ejército. Éste presentaba varios problemas: numerosa oficialidad (en proporción, más altos cargos que soldado raso), mal equipado y entrenado. El único más o menos operativo es el que permanece en África. Azaña ve lógico que no haya un gran ejército, pues ya se habían perdido las colonias. Además, procura evitar una tendencia que había surgido en el XIX: la presencia política de militares. A esto suma el retiro obligatorio. Dichas medidas van a provocar mayor enemistad con el Ejército. Ya existen dos grupos poderosos contra la República.

Pero todavía queda la omnipotente Iglesia. La República desea que avance España. Por eso es lógico que elimine todos los elementos que la estancan en la Edad Media: prohíbe la compañía de Jesús; analiza bienes de la Iglesia; la considera como una asociación más, por lo que no está financiada por el Estado; los cementerios pasan a ser públicos; instaura el matrimonio legal fuera de la Iglesia; incluye el derecho a divorcio.

Sin embargo, el poder de la Iglesia se extendía especialmente mediante el adoctrinamiento que llevaba a cabo en la escuela. La “educación” era la actividad principal de la Iglesia. La República crea, entonces, numerosas escuelas. La enseñanza –por fin, como en todos los lugares avanzados- pasa al Estado. La Iglesia  puede continuar como entidad privada. Así no mal influye y manipula a la sociedad.

Todo esto va a llevar al problema religioso, a la sublevación del General Sanjurjo y los sucesos de Casa Viejas. Esto va a provocar  la convocación de elecciones.  Comienza el bienio radical cediste (1934 – 36). Así que participan la CEDA de Gil Robles y el Partido Radical de Lerroux, por lo que no sorprende que sus medidas: suspende la reforma agraria, el Estado vuelve a financiar a la Iglesia, amnistía al general Sanjurjo.

Las medidas mencionadas llevan al malestar y malas condiciones de vida del pueblo. Da lugar a la revolución de 1934: huelga general; en Barcelona, el presidente Campanys proclama el estado catalán, lo que provoca el estado de guerra; en Asturias, los mineros se hacen con armas para pedir la república socialista, pero se  manda al ejército.

La petición  y la queja popular son ahogadas por el gobierno conservador. Sin embargo, en 1936 sale a la luz el caso de corrupción del partido. A diferencia de nuestros días, el gobierno es censurado y se convocan nuevas elecciones. La izquierda se vuelve a presentar unida en el FRENTE POPULAR contra una derecha fragmentaria. El pueblo vota a la coalición de izquierdas.

Se inicia el periodo de gobierno del Frente Popular con Azaña en la Presidencia. Las dos consecuencias principales de que la izquierda vuelva a la República son: el aumento de la filiación en la Falange, pero también en el Partido Comunista. Además existe una serie de problemas de orden público: enfrentamientos entre militares de derecha e izquierda; los patronos  niegan las reivindicaciones obreras y cierran fábricas; UGT y CNT presionan al Gobierno con sus reivindicaciones. A estos se añaden otras dificultades: los militares y políticos de derecha conspiran; los diputados comunistas acusan a la derecha de provocar desorden; Calvo Sotelo acusa a la República de la ruina de España; el 12 de julio el teniente Castillo (izquierda) es asesinado por militares de derecha, los amigos de aquél van a vengar a su amigo y matan a Calvo Sotelo (derecha). La muerte de éste es la excusa que emplea la derecha para sublevarse, aunque lleva preparándose desde las elecciones. De hecho, hay que recordar que, al ganar el Frente Popular, parte del país (ejército, Iglesia y terratenientes, los privilegiados del Antiguo Régimen) considera que se acerca una revolución. El Frente Popular asegura que va a continuar con las reformas que la CEDA y el Partido Radical habían roto. Al conocer los resultados electorales, Franco se presenta ante el presidente del Gobierno –Portela Valladares- y le propone el estado de guerra para anular las elecciones (¡qué acostumbrados están a la corrupción!). Portela  se niega. El pueblo ha hablado. Fracasada la misión de Franco, comienza la conspiración que llevará a la lucha de las dos Españas. Pero eso ya es otra cuestión.



2 comentarios:

  1. Lo que me preocupa de todo esto es la similitud histórica que se da entre las diferentes fases de la República y el momento actual. Estaríamos ahora en la etapa de la CEDA, no ya tan lejos del infame final de la Guerra Civil. Rezaremos para que no se repita la historia, al menos en ese punto.

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    1. Repito mucho este asunto, porque me pasa como a ti: veo muchas similitudes que me hacen temblar. Es cierto que en la Historia de España se repiten ciertas situaciones como el mito del eterno retorno al cuadrado o al cubo. Veo cosas del XVII, del XVIII, de la Restauración...En todos ellos se repite una pauta que copiamos ahora, pero con móviles en la mano.

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Se agradecen los comentarios, especialmente para no sentirme como una loca que habla sola. Saludos.