lunes, 1 de abril de 2013

DON FRANCISCO GINER DE LOS RÍOS Y EL DÍA DE LA EDUCACIÓN

Hoy, día de la Educación, recupero un texto de Antonio Machado en el momento de la muerte de su maestro don Francisco Giner de los Ríos.


Los párvulos aguardábamos, jugando en el jardín de la Institución, al maestro querido. Cuando aparecía don Francisco corríamos a él con infantil algazara y lo llevábamos en volandas hasta la puerta de la clase. Hoy, al tener noticia de su muerte, he recordado al maestro de hace treinta años. Yo era entonces un niño; él tenía ya la barba y el cabello blancos.
En su clase de párvulos, como en su cátedra universitaria, don Francisco se sentaba siempre entre sus alumnos y trabajaba con ellos familiar y amorosamente. El respeto lo ponían los niños o los hombres que congregaba el maestro en torno suyo. Su modo de enseñar era socrático: el diálogo sencillo y persuasivo. Estimulaba el alma de sus discípulos –de los hombres o de los niños- para que la ciencia fuese pensada, vivida por ellos mismos. Muchos profesores piensan haber dicho bastante contra la enseñanza rutinaria y dogmática recomendando a sus alumnos que no aprendan las palabras, sino los conceptos de textos o conferencias. Ignoran que hay muy poca diferencia entre aprender palabras y recitar conceptos. Son dos operaciones igualmente mecánicas. Lo que importa es aprender a pensar, a utilizar nuestros propios sesos para el uso a que están por naturaleza destinados y a calcar fielmente la línea sinuosa y siempre original de nuestro propio sentir, a ser nosotros mismos, para poner mañana el sello de nuestra alma en nuestra obra.
Don Francisco Giner no creía que la ciencia es el fruto del árbol paradisiaco, el fruto colgado de una alta rama, maduro y dorado, en espera de una mano atrevida y codiciosa, sino una semilla que ha de germinar y florecer y madurar en las almas. Porque pensaba así, hizo casi tantos maestros como discípulos tuvo.
Antonio Machado. Don Francisco Giner de los Ríos.

1 comentario:

  1. Gran hombre que inculcó un modelo diferente de enseñanza. Creo que la LOGSE, en origen, bebía de este espíritu. Mencionar hoy día esta ley es casi un sacrilegio, pero el pecado fue la puesta en práctica de la misma, su concrección, y no su espíritu, centrado en un aprendizaje menos mecánico por parte del alumno y, por tanto, más duradero.
    Por cierto, desconocía que el día uno de abril fuese el día de la educación. ¿No es una fecha más reseñable de ser considerada como fiesta que otras que tenemos que no tienen sentido alguno?

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Se agradecen los comentarios, especialmente para no sentirme como una loca que habla sola. Saludos.