jueves, 24 de enero de 2013

POR LO QUE YO SÉ…



Una de las maderas de comentar un texto es el punto de vista pragmático; es decir, desde la puesta en uso del mismo en una situación comunicativa. Entre los elementos que se analizan de este modo se encuentran las imágenes de presencia. Éstas se vinculan con las relaciones reales o no que existen entre el emisor y el destinatario que influyen en la comunicación. También nos da pistas de cómo comprender ciertas palabras.

Las imágenes de presencia  pueden analizarse desde la esfera del emisor y del receptor. Según la primera, el emisor se haría dos preguntas básicas y claves: ¿quién soy yo para hablar así? ¿quién es él para que yo hable así?

El receptor, en cambio, para descodificar el texto se pregunta: ¿quién es él para que me hable así? ¿quién soy yo para que me hable así?

Estas perspectivas responden a la relación que existe entre emisor y receptor: uno es, jerárquicamente, superior o presenta la misma importancia.

Sabiendo esto, me dispongo a realizar un somero comentario desde este punto de vista pragmático. ¿Y qué voy a comentar? El siguiente mensaje: POR LO QUE YO SÉ..., que todos sabemos de quién parte y a raíz dequé.

Nos encontramos ante unas palabras que implican un alto significado.

Si analizamos esto desde punto de vista de imágenes de presencia por parte del receptor, pueden darse dos casos: que comprenda lo que implican las palabras de Cospedal o que se quede en el significado literal. Lo que conlleva una baja competencia así como un reducido conocimiento del mundo compartido.

En el segundo caso podrían responderse las preguntas antes mencionadas del siguiente modo: jerárquicamente somos iguales o, incluso, superiores. De ahí que se vea obligada a explicarnos que ella no ha tenido nada que ver en el oscuro tema de los sobresueldos. Me respeta y por eso pone las cartas sobre la mesa.

Seguro, querido lector, que se está riendo porque realmente lo que tiene en la mente la emisora es que se siente superior y, hasta cierto punto, intocable –aunque tenga que guardar las apariencias, no muy bien-. E incluso considera a su destinatario un auténtico cabeza hueca al que puede mentir sin mucha maestría.

Y es consciente de que resulta falaz todo lo que está afirmando; sin embargo, cabe la posibilidad de que se descubra. De ahí que siempre emplee la expresión POR LO QUE YO SÉ… Un intento poco sutil de decir que si se pilla a sus compañeros robando, a pesar de haberlo negado, ella no ha tenido nada que ver.

En conclusión, vemos que a la pregunta ¿quién es él (el pueblo) para que yo le hable así? La respuesta que se extrae de esta comunicación –como de tantas otras- es: imbécil.

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Se agradecen los comentarios, especialmente para no sentirme como una loca que habla sola. Saludos.