Este año se
cumplen 760 de la coronación de uno de los reyes más relevantes para la cultura
española: Alfonso X.
Hijo de
Fernando III de Castilla y de Elisabeth de Hohenstaufen. En un momento en que la lengua castellana se
menosprecia como del vulgo, hereda de su
padre justamente la idea de lo importante que resulta dar forma al idioma. La dota
de valor al eliminar la preponderancia como lengua de cultura. Hasta entonces
la literatura culta se compone en latín, incluso, la Escuela de Traductores de
Toledo durante el XII había traducido el conocimiento grecolatino y oriental
traído por los árabes al castellano sólo como borrador para pasarlo al latín en hermosos libros que llegarán no sólo
a los cultos del reino, sino también de
los europeos. Sin embargo, Alfonso X recupera esta institución con una nueva
idea: ensalzar la lengua del pueblo.
De modo que
se traduce al castellano no ya como medio para llegar a la versión latina, sino para crear los primeros volúmenes con
cultura escritos en una lengua que había sido, hasta entonces, menospreciada.
Pero Alfonso
X al que fascina el conocimiento (especialmente a Astrología de ahí que se lo
conociera como el Astrólogo, aunque haya quedado para la historia como el
Sabio) y su círculo de los mejores intelectuales de las tres culturas
(cristianos, judíos y musulmanes), se encuentra una serie de problemas con el
idioma todavía en pañales. Todavía no se han fijado algunas grafías y aparece
el mismo sonido representado de diferentes maneras, incluso en un mismo texto. Así
que el Rey Sabio decide poner orden. Pondré un ejemplo: al evolucionar el latín
al castellano aparecen sonidos nuevos que no tiene correspondencia gráfica
hasta entonces. De este modo ocurre con nuestra ñ. Hasta entonces se podría
encontrar representada de diferentes maneras nn, hn, nh, ñ. Y se
decidió una sola forma entre todas las opciones: ñ.
Pero se
encontró también con otras dificultades.
Como advertía
más arriba esta lengua se halla en pañales y desprestigiada por lo que al
traducir se encuentra con falta de vocabulario. Comienza a emplear uno de los
procedimientos morfológicos más utilizado en castellano: la derivación.
También debemos
a Alfonso X nuestra lengua fonemática, es decir que, más o menos, tengamos una lengua que se escribe
como se habla. Aunque todavía habrá de llevarse a cabo más ajustes en momentos
posteriores (XVI y XVIII, principalmente). El Rey Sabio ha puesto la base para
que el castellano madure. Primero será la prosa, poco a poco. Una vez la lengua
haya cobrado soltura, empieza a aparecer la poesía, pero esto ya es en el siglo
XV. Y es que en el XIII la poesía lírica
culta emplea el gallego – portugués por ser mucho más musical. Prueba
de ello son las cantigas de Santa María, del propio rey. Como indicaba, el
castellano todavía se encuentra en pañales como para dedicarse a un arte tan
sublime como la poesía lírica.
Pero, además
de su aportación a la reunión de conocimientos introduciéndolos en el Reino de
Castilla y en Europa, a la lengua y a la prosa, Alfonso X fue rey que,
adelantado a su época, no fue tan bien entendido por todo.
Con treinta y
un años llegó al trono. Su objetivo era el Imperio Romano Germánico (con el que estaba conectado por línea materna).
Tras veinte
años, en 1275, renunció a este objetivo. Tres años antes había comenzado una
etapa oscura. La alta nobleza, ávida de
poder, se enfrenta al mismo rey. Perdió a su primogénito, al que había estado
preparando para que siguiera sus pasos culturales. Entonces se encontró con una situación aberrante: sus nietos (los infantes de la
Cerda ) y Sancho (el hijo segundón del monarca y bastante bárbaro,
al que Alfonso X no tenía en las mientes como sucesor) se disputaban la corona
que todavía se hallaba sobre la testa del Atrólogo. Y el Reino de Castilla aún se
encuentra en la
Reconquista.
A pesar de
ser un rey de grandes aportaciones culturales, legislativas, lingüísticas y
económicas (comercio interior mediante las ferias y un avanzado sistema
financiero), chocó con los intereses personales de unos nobles ávidos de poder
y privilegios (¡la historia de siempre!). Y es que los cambios del Rey Sabio
conformaban una transición de la sociedad feudal a un estado moderno.
Podría añadir
detalles, pero creo que lo mejor para saber más sobre este tema es la novela La maldición del Rey Sabio, una
excepcional obra de literatura histórica (muy bien documentada) de JoséGuadalajara.
Genial el aporte que has realizado sobre este gran personaje histórico.
ResponderEliminarGracias por compartir, un abrazo.
Muchas gracias. Lo he hecho de manera somera para que leáis La maldición del Rey Sabio, obra que no quiero destriparos.
EliminarUn artículo muy interesante y que me llega en un momento muy oportuno.
ResponderEliminarGracias Patricia por tu aportación.
Me alegra que te venga bien. Llevaba meses pensando en hacerlo, pero entre unas cosas y otras...
EliminarUn abrazo.