Esta entrada se basa en una
antigua que escribí para L´Artmaniaque
y que ahora se repite en Internet con
nombres diferentes.
El tema de Halloween es controvertido por dos cosas: por un lado, oímos las
quejas de la gente respecto a que se celebre esta festividad anglosajona; por
otro lado –y lo siento por los lectores de allí, tenemos a los estadounidenses
que creen que han inventado todo cuando muchas tradiciones los preceden.
La fiesta más solemne de los
celtas era Samain (vocablo gaélico),
situada en el 1 de noviembre y celebrada el 31 de octubre. ¿Empieza a sonaros?
Resultaba una de las festividades más serias, ya que representaba el inicio del invierno, el fin de la cosecha,
el momento de sacrificio del ganado para alimentarse durante el frío, el fin del mundo y la confusión del que surgió
tanto este mundo como los seres humanos. Por ello se creía que los muertos
podían levantarse de la tumba en esta fecha a dar una vueltecita y poner en
peligro a los habitantes. Así que los celtas procuraban mantenerlos controlados
en esta noche, pues, de lo contrario, vagarían por la tierra de los vivos
durante mucho tiempo. Con esta intención se ofrecían sacrificios, representado
en los presentes que se ofrecen a los niños disfrazados y que simbolizan los
muertos; se empleaban luces, que
ahuyentaba a los espíritus; se recordaba el cultivo bajo la forma de una
calabaza.
Sin embargo, dicha festividad no
es única de los celtas y de todos los lugares que habitaron éstos (como la Península Ibérica
prerrománica). La verdad es que resulta un motivo común en todas las
civilizaciones. Y esto, posiblemente, sucede al vincular esa fecha con el final
del cultivo (la vida) y el inicio del invierno, unido a la muerte por razones
obvias.
De esta manera, tenemos los
rituales de los aztecas (durante agosto) presididos por Mictecacíhuatl y su esposo,
Señor de la tierra de los muertos, Mictlantecuhtli. Se recordaba
a los muertos, se hacían sacrificios y otros rituales. A esto se suma que los mayas aseguraban que los espíritus llegaran al mundo de ultratumba, a Xibalbá, par
lo que se enterraba con el cadáver un perro (xoloitzcuintle) que lo guiara y no volviera al
mundo para molestar a los vivos. Es posible, que estos rituales procedieran de
civilizaciones anteriores que influyeron también a otras prehispánicas.
También en agosto, creen los
budistas y taoístas que los muertos pueden pasear por la tierra. Por ello hay
que hacer ofrendas, evitando que provoquen algún mal a los vivos.
En el Sureste asiático, hacia
octubre, se llevan velas a las tumbas para guiar a los espíritus de vuelta a su
mundo.
En el Imperio Romano (seguramente
por influencia de los etruscos), se consideraba que en octubre (concretamente
durante el quinto día de este mes) los muertos podían salir por las diferentes
puertas del Hades. Además, por antecedentes egipcios, hacia final del mes, se
recordaba la pena de Isis por la muerte
de Osiris, pero también el rencuentro. Existía además una festividad de
nueve días de febrero denominada Parentalia en la que se honraba a los queridos
familiares fallecidos. Así que era una celebración bastante positiva,
excepto el último día (o noche,
concretamente a las 00:00), en el que había que recordar a los muertos
menos…agradables. De este modo, el cabeza de familia procuraba controlar a
estos espíritus malévolos. Si no se llevaban a cabo los rituales, el año podría
ser desastroso para la familia a causa de las almas que los atormentaran.
Estos son algunos pocos ejemplos
que muestran que el respeto hacia la muerte es propio del ser humano, de todas
las civilizaciones. De aquí surgen ritos por separado y, a veces, se funden,
ante el contacto de diferentes sociedades.
Me alegra que hayas hecho este buen estudio del “Origen del día de los difuntos”, pues soy testigo vivo de esa tradición perdida, sobretodo recuerdo lo de la calabaza con una vela dentro que portábamos cubiertos con una sabana los chicos de los pueblos, al menos en la Sierra Norte de Madrid, visitando a los vecinos a quienes pedíamos “una ofrenda” o "un sacrificio" como aportación, que luego nos gastábamos en una merendola.
ResponderEliminarEs un hecho que viví de pequeño cada año y ahora reconozco que me joroba bastante que los Yanquis prácticamente pretendieran tapar nuestra propia ancestral cultura.
Siento no tener fotos de aquello, el que tenia cámara de fotos, en aquella época, era el mas rico del pueblo y no nos la dejaba.
Chao
Me alegra que hayas hecho este buen estudio del “Origen del día de los difuntos”, pues soy testigo vivo de esa tradición perdida, sobretodo recuerdo lo de la calabaza con una vela dentro que portábamos cubiertos con una sabana los chicos de los pueblos, visitando a los vecinos a quienes pedíamos “una ofrenda” como pago de sacrificio, que luego nos gastábamos en una merendola. Es un hecho que viví de pequeño cada año y ahora reconozco que me joroba que los Yanquis pretendieran tapar nuestra propia cultura y lo peor es que ni saben de su existencia. Que catetos.
ResponderEliminarSiento no tener fotos de aquello, el que tenia cámara de fotos era el mas rico del pueblo y no nos la dejaba.
Chao
Sé que hay bastantes lectores amantes de los animales. Seguro que les gusta tu bitáCora. Un abrazo.
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