domingo, 6 de mayo de 2012

EL TÍBET: MITO DE LOS ORÍGENES.




Según los indígenas, en el vacío surgieron, de pronto, dos luces: una negra (Negra Aflicción –myal loa nag po-) y otra blanca (Radiante –Od zer idan-). Aparecieron, entonces, arroyos luminosos con cinco colores, que se dividieron en cinco elementos: dureza, fluidez, calor, movimiento y espacio.

Éstos se unieron para formar un huevo (ya hemos visto que numerosas culturas lo utilizan para explicar el origen del mundo). Tras esto, Negra Aflicción llenó todo de oscuridad, enfermedad, desgracia, peste, sequía…En definitiva, todo lo doloroso y dañino, incluidos los demonios. Radiante, en cambio, lanzó la luz de la bondad, de la alegría, de la prosperidad; en fin, el bienestar. También surgió un grupo  de dioses. Estos y los demonios se unieron. De los huevos eclosionados nacieron diferentes seres.

El pensamiento de los budistas considera que los demonios y espíritus pertenecen al reino de la ilusión (maya). Según aquél, el universo actual es el residuo del karma (acciones de un universo ya inexistente). De modo que es el viento del karma lo que se mueve y luego se espesa para que se produzca la lluvia. Surge así un océano cósmico cuyo centro se encuentra la montaña del mundo (Sumeru). Después de millones de años de evolución se rellena el resto de dicho océano y comienzan a manifestarse los seres sensibles. Éstos, primero, son solo mente y habitan el cielo. Luego, toman cuerpo, con lo que pasan a habitar la tierra.

Entonces, tras gran cantidad de maldades, viven  en lo más profundo de la tierra, permaneciendo allí hasta que el universo comienza a desintegrarse al final de los tiempos.

Base bibliográfica: 

VARIOS: Mitología. Guía ilustrada de los mitos del mundo. Ed. Debate.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Se agradecen los comentarios, especialmente para no sentirme como una loca que habla sola. Saludos.