sábado, 7 de abril de 2012

II ENCUENTRO DE ESCRITORES: “LA HISTORIA ES UNA NOVELA” POR JOSÉ GUADALAJARA.

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José Guadalajara
hablando
con pasión.
Continuando con II Encuentro de Escritores –ya nos referimos a la novela juvenil, a la poesía y al cine-, hoy quiero traeros a la mente la conferencia que José Guadalajara hizo el miércoles 14 de marzo. He de confesar que me embriagó tanto que apenas aparté mi atención para tomar notas.

Aunque, normalmente, las presentaciones al uso sobre narrativa se hacen referencias a la trama, los personajes, etc., José Guadalajara  –encargado de esta conferencia- nos habló de cómo va reuniendo el material para crear esas novelas históricas de tanta calidad.

Así, se remontó en el tiempo –uno de sus ejercicios predilectos- para recordarnos los pensamientos de dos filósofos clásicos en torno a la literatura y la historia. Comenzó citando a Aristóteles al mencionar que el punto de partida de la creación literaria es la mimesis, es decir, la imitación de la realidad, aunque lo que se plasma allí no puede ser totalmente real. Sin embargo, Platón, siguiendo su filosofía sobre el Mundo de las Ideas (que es la verdadera realidad), considera, entonces, que los poetas son meros mentirosos, ya que imitan algo falso, este Mundo Sensible que resulta ser una mala copia del de las Ideas.

Entonces bien, la literatura copia una realidad defectuosa. A esto se suma que el autor de novela histórica –de calidad- no copia directamente de una realidad que vive, sino que intenta plasmar un pasado cuyo conocimiento se basa en unos documentos, en unos escritos; es decir, ya se basa en una “realidad” cortada por una subjetividad antigua. Lo que hace este novelista dar vida, completar los datos de manera verosímil, otorgando a los personajes en su realidad lo que Unamuno llamaría intrahistoria, esto es, lo  cotidiano (qué desayunan, cómo se visten, cómo hablan).

En el caso concreto de José Guadalajara, inquieto investigador, comienza a confeccionar el relato cuando descubre que “esta historia parece una novela”. Es en ese momento cuando inicia la documentación y valora si va a encontrar argumento. En caso afirmativo, empieza la documentación más seriamente. Su problema, como decíamos, es que, especializado en la novela histórica medieval,  él no capta directamente la realidad. De hecho ni siquiera las iluminaciones medievales son fiables, pues, por ejemplo, las que representan a Alfonso X (personaje en torno a quien gira su última novela: La maldición del Rey Sabio)  son idealizadas. Es el momento, por tanto, de tomar decisiones respecto a su forma de hablar, su físico, cómo se movía. El autor ha de jugar con lo más realista. De este modo, emplea algunos vocablos medievales para hacer verosímil el habla.

Entonces, justamente aquí, en el juego con la historia y la ficción, encontramos la distinción de libros que hemos metido en el mismo cajón de sastre: la novela histórica, que ha generalizado un punto de vista peyorativo. No todos los relatos que se incluyen en este saco son mala literatura. De hecho, algunos de los que son considerados clásicos, pertenecen, en realidad, a este grupo. La variedad de la novela histórica se basa, justamente, en cuánto se acerca a la Historia, o si toma ésta como un mero escenario. El autor habrá conseguido una buena novela histórica cuando el lector se pregunte cuáles son personajes históricos y cuáles no. Y he de reconocer que es esto lo que me ocurre con Guadalajara, pues crea individuos tan verosímiles que no se es capaz de distinguir si tienen una base real o si son el resultado de la imaginación del autor.

José Guadalajara confiesa que, aunque es muy meticuloso a la hora de documentarse –a lo que ayuda su faceta como investigador- escribe el relato sin guión previo.

A continuación, el novelista vuelve a hacer una analepsis para recordar el momento en el que historia y literatura se funden y se confunden. Trae a nuestra mente la Chrètien de Troyes, como el primer texto literario en torno al tema artúrico hacia el XII. En él se recoge la leyenda y se presenta como supuesto hecho histórico, del que partirá el resto de textos. Así, el que era un caudillo bretón, pasará al recuerdo como un rey, concretamente como el Rey Arturo. El mismo hecho de confusión entre historia y ficción se da con la leyenda de El emplazado.

Respecto a lo que tarda en completar sus obras, afirma que, aunque con la primera (Signum) dedicó dos años y medio, las siguientes le ocupan seis meses.

Ante lo dicho, el autor trae un caso práctico. Lee un documento histórico, un pasaje de la Crónica de Juan II sobre la llegada del Anticristo que predicaba Fray Vicente Ferrer y cómo él lo recrea en la novela mencionada.

De manera que nos recuerda que la división entre ficción entre realidad y ficción no está muy clara ya desde El Quijote y desde el inicio de la novela, que parte desde El Lazarillo.

Tras esto, comenzó el coloquio, del que destacaré dos cuestiones: sobre la lengua empleada en sus novelas históricas ambientadas en el medioevo y si incluye, a pesar de remontarse en el tiempo, temas de actualidad.

A la primera cuestión, José Guadalajara responde que siempre pretende dar una pincelada medieval a este lenguaje actual. A la segunda, que siempre camina hacia el tema universal y nuestra sociedad actual, plasmando inquietudes contemporáneas.

Y con esto concluyó la espléndida conferencia a la que no he hecho honor en esta pequeña crónica. Aun así, espero que pueda haber ilustrado, al menos, pequeñas sombras al estilo del mito de la caverna de Platón.


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