Nuestro país -y el mundo- se ha vuelto tan caótico que me cuesta seleccionar una noticia entre todos los acontecimientos inmorales (sí, inmorales, porque no es que no tengan moral, sino que saben lo que está bien, pero hacen todo lo contrario deliberadamente; lo que los convierte en artífices malévolos). Entonces, he dado con un artículo del lingüista y activista Noam Chomsky titulado “El ataque a la educación pública”. En él, aunque se centra principalmente en la estadounidense, nos hace ver que la paliza desproporcionada que está recibiendo la Educación pública ocupa niveles mundiales, uno de los fallos de la globalización. Con ataque nos referimos: al vituperio del que es víctima (como bien se ve en la Comunidad de Madrid); a los recortes salvajes: numerosos despidos de profesionales, eliminación de materias y apoyos, acumulación de alumnos por clase…); a la bajada de presupuestos, porque, como advierte Ronald Ehrenberg, ha habido un cambio de creencia de que como nación nos beneficiamos de la educación superior a la creencia de que la gente que recibe educación es la más beneficiada y, por tanto, debería pagar el costo. Veanse los absurdos y desorbitados precios de los master o de la idea de privatizar para que una empresa se beneficie. Personalmente, esto me recuerda que, no hace tanto, nuestros bisabuelos, abuelos e, incluso, nuestros padres no tuvieron acceso a la educación por tristes acontecimientos de nuestra historia a los que precedió una etapa dorada educativa en la que se pretendió instruir al pueblo. Posiblemente, esto, el haber sabido que antes tenían acceso al conocimiento, hizo que nuestros predecesores valoraran mucho más la educación y que, más tarde, lucharan para que todos alcanzáramos una preparación digna (¿nadie recuerda la manifestaciones de los jóvenes de los setenta o las huelgas indefinidas de los profesores en los ochenta?) por la que nuestra mente se desarrollara evitando ser manipulados y engañados.
¿Qué ha pasado para que olvidemos esto? ¿Quién es el culpable de que ahora despreciemos la única vía para hacernos individuos completos? ¿Cómo se ha llegado a que nuestra sociedad se haya convertido en un grupo de seres manejados y controlados como en las épocas más desagradables de nuestra historia, esa historia que olvidamos y de la que no aprendemos?
Como afirma Chomsky, gran intelectual, la educación pública masiva es uno de los grandes logros de la sociedad estadounidense. Podría generalizarse a cualquier cultura.
Mas, aquellos que quieren continuar controlando el poder –lo que antes eran nobleza, terratenientes, Iglesia (como institución poderosa y controladora, no como religión, que hay que diferenciar claramente)- temen que la educación provoque individuos que piensen y se amotinen ante las injusticias. De ahí que decidan controlar la “educación”, adoctrinando a los clientes para vaciarlos mental y espiritualmente, facilitando su manipulación. De modo que acepten la esclavitud sin percatarse. Lo que se procura es: limitar sus perspectivas y entendimiento, desalentar el pensamiento libre e independiente, y enseñarles obediencia. A todo juicio esto es una dictadura. Ahora bien, ¿somos verdaderamente conscientes de que estamos siendo víctimas de esta “política”? Pues la triste realidad es que la gran mayoría vive en la inopia más absoluta, lo que dificulta la lucha por los derechos humanos. Y esta “política” no es de los últimos tiempos en nuestro país –y, seguramente, en otros muchos de los denominados primer mundo-, sino que se ha dado por medio de un proceso malévolamente programado desde mediados de los noventa. Seguro, lector, que de esto ya se había percatado, pues es de la minoría privilegiada –intelectualmente hablando- que observa y analiza.
La tarea comienza deshumanizando y desocializando a los seres humanos. Se va eliminando, progresivamente, lo que nos hace humanos, como la empatía y el sentimiento de ser una gran familia por la que debemos preocuparnos. Esto es muy importante para los pensamientos dictatoriales, pues evita levantamientos sociales ante el sufrimiento de un colectivo. Se eliminan ciertos sentimientos y se sustituyen por otros; a saber: egoísmo, miedo…
Esa falta de empatía nos hace amorales y nos dificulta entender que nuestros actos sean incívicos: poner música con el móvil en el bus, romper mobiliario público, gritar por las calles, escupir en la acera, montar escándalo en casa, abrir paquetes en el supermercado para coger el contenido sin pagarlo, fumar junto a personas (ni siquiera los padres empatizan con sus hijos; ¿cuántas veces hemos visto a adultos fumando junto a los niños, sabiendo que están mutilando la salud de los pequeños)…
Entonces, se coloca un nuevo modelo de comportamiento: diputados maleducados gritándose e insultándose, programas televisivos en los que se hace otro tanto, endiosamiento de los famosillos –de aquellos que no han hecho nada para darse a conocer, que no son útiles para sociedad- y es que ahora los niños ya no quieren ser astronauta, bombero o veterinario, sino famosillo.
Por consiguiente, van eliminándose los valores morales universales para bestializar a los hombres y hacerlos idiotas.
Además, se lleva a cabo una monumental labor propagandística en dos sentidos: despreciando lo que claramente podría hacerlos salir del poder y heroizando lo que los mantiene. Solo recuerdo que Hitler tenía una gran máquina propagandística y que fue votado por aquellos a los que luego masacraría.
Así, tenemos una educación maltratada por saberse útil contra la tiranía. Pero, a la vez se utiliza el aparato propagandístico –que cuesta muchísimos euros al bolsillo público- para hacer numerosísimos carteles con el lema respeta a tus profesores mientras que los dirigentes los insultan y ningunean (buen ejemplo de cinismo e hipocresía). Dinero que, por otra parte, se elimina de los presupuestos destinados a la Educación (material, facturas, nominas, cursos de formación, becas, etc.) a favor de unos carteles de lavado de imagen. Otro tanto ocurre con la política del bilingüismo, con el que, aunque el profesorado, preocupado por la sociedad, se opone no porque no sepa idiomas –nada más lejos de la realidad-, sino porque la política confundida que se propone va en menosprecio de la educación tanto en conocimientos como en valores.
Otro lavado de cara propagandístico con el que engañar al pueblo, que, en su ignorancia, prefiere llevar a sus hijos a estos centros sin darse cuenta del mal que conlleva. No estamos diciendo que los idiomas no sean necesarios, sino que las cosas no se hacen así. A no ser… a no ser que el interés no sea educarlos, sino adoctrinarlos y hacerlos dóciles a una clase que no quiere soltar su poder (económico, social y político).
Además de sacar beneficios económicos para una empresa privada con la que se mantiene relaciones de algún tipo. El crimen organizado de nuestro tiempo.
Lo mismo ocurre en la universidad, con la obligatoriedad de hacer uno máster que ahora ronda los tres mil euros. Volvemos a la “educación” accesible solo para los ricos.
Pero, ¿cómo consiguen que el pueblo acepte esto? Primero se da una mala imagen, se destroza las cosas y luego se dice que la solución es la privatización. Volvamos a recordar lo que significa esta palabra, porque con el numeroso uso que se está dando de ella, no entiendo que no halla un verdadero motín social: Privatizar significa que se toma una institución pública y se la das a un tirano irresponsable. Es decir, aquellos que, falsamente, han creado una mala imagen de la Educación (como de otros campos, como el de la economía, la sanidad, etc. a los que ellos mismos han quitado los medios) nos dan como única solución entregársela a un TIRANO que solo piensa en SU provecho económico. Curioso es que estos dirigentes coinciden con esos tiranos empresariales (obviamente, no nos estamos refiriendo a todos los empresarios, sino aquellas grandes que acumulan poder y a las que debemos esta crisis, aunque queramos echar la culpa al empedrado).
La decisión afecta a la sociedad, pero se atiende a una ideología empresarial de ganancia de corto plazo sin importar las consecuencias humanas, de acuerdo con la vil máxima.
¿Se referiría a esto Nostradamus cuando hablaba de la llegada de un Anticristo? Obviamente, el mal de la Humanidad se encuentra en esta ideología empresarial deshumanizada y capitalista, movida por el interés personal y egoísta del propio beneficio económico caiga quien caiga.
sin palabras por tu gran reflexión. La pena es que pronto estaremos sin pensamiento crítico. MAlos tiempos, sí...
ResponderEliminarNi que lo digas. Y como no hagamos algo ya...repetiremos la misma historia.
EliminarGracias por dedicar tiempo a comentar.