Chamanes siberianos. |
En Groenlandia consideraban que tras la muerte el alma personal viajaba al mundo subterráneo, donde se reunía con los familiares y amigos, o al superior, donde padecía frío y hambre. El alma libre puede abandonar el cuerpo cuando quiera, especialmente cuando la persona duerme. A veces, se aleja demasiado y el chamán debe recuperarla.
En todos estos lugares, consideran que el nombre también es un alma. Cuando una persona fallece, ésta se queda sin lugar que habitar hasta que puede residir en otro cuerpo. De ahí que se ponga a los recién nacidos el nombre de seres queridos fallecidos, pues asimilará lo bueno del ser querido desaparecido. Sin embargo, si el alma del nombre no encuentra lugar donde residir, se convierte en un espíritu guardián.
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