lunes, 20 de mayo de 2013

CENTENARIO DEL NACIMIENTO DE BLECUA

Hace cien años, el 10 de enero, nacía en Alcolea de Cinca (Huesca) el que sería el gran especialista en la literatura del Siglo de Oro: José Manuel Blecua, padre del actual Director de la RAE, a quien conocí en la entrega de premios del I Concurso de Blogs convocado por la Universidad de Alcalá de Henares.

Estudió en Zaragoza y luego aprobó oposiciones, ejerciendo de profesor durante años. Se trasladó a la universidad de Barcelona, donde se centró en la investigación filológica. Todos los filólogos hemos empleado sus estudios sobre la poesía de los Siglos de Oro, aunque hizo diversos estudios (literatura medieval, literatura renacentista y barroca y Jorge Guillén), incluyendo una colaboración con Dámaso Alonso (perteneciente al Grupo poético del 27 y motor del homenaje a Góngora que daría nombre).

En 1986 se le concedió el premio Aragón a las Letras; en 1993, el Pelayo.

Murió el 9 de marzo de 2003.

La personificación de la cultura como bien vio Pedro Salinas cuando lo conoció en el 59:


Llorando de erudición
 nace Blecua en Aragón (...)
Apenas andar se le ve
y pone notas al pie

Os dejo un poema que dedicó a Vicente Aleixandre, poeta del grupo del 27.




VICENTE ALEIXANDRE

Muérdete tus entrañas de violeta
y las auroras recién nacidas olvidarán sus nombres.
Recordarán el tuyo,
ancho como el desierto y profundo como la nada.

Arráncate los lirios que te brotan en el cerebro
cuando las insomnes horas
galopan estremecidas por el alma.
Arráncalos. Lánzalos como flechas ardientes
a las criaturas ateridas
que tiritan bajo las cavernas de la noche.

Lánzales las purpúreas rosas de tus sienes,
las rosas de tu corazón,
las de tus manos y las de tu amada.
No escondas en tu pecho
los amorosos huracanes,
cuando todas las voces
engarfiadas las manos – mármoles ya sin venas–
te miran suplicantes, hondo mar, ancho río de lirios.

No tengas escondidos en tus labios
los millones de ruiseñores,
los cientos de calandrias y violines
que están gritando juntos
la más tierna canción de nuestros tiempos.

Suéltate ya la sangre de las enamoradas venas,
desgárrate tu frente de jazmines,
los cristales de tus ojos – claros cielos de días –
las noches de tus noches,
las plumas de tus alas.

Conviértete, por fin, en lluvia, en río, en mar, en mundo,
en madre y niño,
en flor enamorada,
en suave leopardo
o en claridad de estrella.



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1 comentario:

  1. Como bien has dicho, todo un referente para los filólogos y los amantes de la literatura española.

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Se agradecen los comentarios, especialmente para no sentirme como una loca que habla sola. Saludos.