El tema de este Café Literario
era Cervantes. Para guiarnos en ese camino, el poeta Fernando López se vio
acompañado tanto del escritor, investigador y docente José Guadalajara como por
el poeta y experto Manuel Lacarta.
Un gran conocedor del tema a que ha dedicado varios libros de ensayo.
Su erudición podría hacerlo el
prototipo de intelectual que hace gala de su superioridad. Nada más lejos de la verdad. Cuanto nos
hallamos ante Manuel Lacarta nos encontramos ciertamente una enciclopedia
andante, pero sin alardeo ninguno, con un trato delicioso a sus espectadores e
interlocutores. Ya lo indiqué una vez: me resulta encantador y divertido. Es
cierto que, a veces, va de un tema a otro, pero es que creo que es un genio,
que su mente va mucho más rápido que su lengua y, que además, no le agrada
quedarse en la superficie del asunto tratado. Ayer oí compararlo con el doctor
Bishop, un personaje de la serie Fringe,
un genio de la ciencia.
Como es acostumbrado, Manuel Hernández presentó el Café y a los invitados. En su discurso de entrada dijo algunas
cosas muy interesantes, aunque otras con las que no estoy nada de acuerdo.
Empezaremos por aquí. Manuel aconseja que la lectura de El Quijote se haga de otra manera en las escuelas y no
“traumática”. La verdad es que estas
expresiones siempre me enfadan. ¿Una lectura traumática? Tengo que recordar que
nosotros leíamos esta obra y no atacábamos al profesor. Yo me lo pasé bomba
leyéndola y era consciente de que el guión de lectura me ayudaría en mi camino
y que el examen sólo era un medio para demostrar que me había enterado. Claro,
que en mi casa se leía y, desde muy pequeña, copié esa deliciosa manía. De modo
que cuando llegué a Bachillerato, mi mente – como la de los demás- se había
desarrollado lo suficiente para leer El
Quijote, que, además, es una obra compleja, pero no difícil. El problema
está en que la sociedad española –bastante bárbara- ataca la cultura. Está mal
visto el que lee. ¡Vaya modelo de comportamiento para los niños! De modo que si
consideran que una lectura es “traumática”, primero miren en sus respectivas
casas. ¿Han sido verdaderamente buen modelo para sus hijos? Si es así, ellos no
tendrán ningún problema para leer esta obra u otra.
Ahora voy con lo que sí me agradó
de las palabras de Manuel. Recordó que Cervantes escribió Don Quijote de la
Mancha cuando rondaba los sesenta años, con una difícil
vida tras de sí. Sin embargo, no se sintió vencido, sino que resaltó la
libertad. Y citó unas palabras de Caballero Bonald: Leer un libro, escuchar
una sinfonía, contemplar un cuadro, son vehículos simples y fecundos para la
salvaguardia de todo lo que impide nuestro acceso a la libertad y la felicidad.
Tal vez se logre así que el pensamiento crítico prevalezca sobre todo lo que
tiende a neutralizarlo. Tal vez una sociedad decepcionada, perpleja, zaherida
por una renuente crisis de valores, tienda así a convertirse en una sociedad
ennoblecida por su propio esfuerzo regenerador.
Quien no alienta y
prohíbe la lectura prohíbe la libertad;
quien no lee- afirmó Manuel- no
encierra conocimientos; quien no almacena conocimientos es acto para la
sumisión. Por eso, en estos tiempos más que nunca, reivindiquemos una vez más el
conocimiento y la libertad como necesarios para el imprescindible desarrollo
humano.
Tomó la palabra Elena Muñoz
–coordinadora de Escritores de Rivas, novelista y torbellino- y confesó que le daba un poco
de miedo eventos en honor a los clásicos, ya que todo el mundo los conoce, pero
pocos los han leído. Aseguró que el atractivo de la velada era la visita de
Manuel Lacarta, cuya fama lo precedía. Recordó al público que, aunque esa noche
venía como experto de Cervantes, Lacarta es un gran poeta. Así que leyó uno de los
poemas de su nuevo libro, El rojo de tus
labios, Ediciones Vitruvio.
A continuación, Jesús Jimeno
relató uno de sus cuentos: Dulcinea Club.
Después comenzó el fuerte del
Café Literario de Covibar: la tertulia, moderada por el poeta Fernando López
Guisado y protagonizada por José Guadalajara y Manuel Lacarta. He de reconocer
que, cuando terminó, yo me hubiera quedado un rato más conversando sobre el
tema.
Tras la presentación de estos dos
grandes monstruos sapienciales, recordó que entre el público había otros
escritores, entre los que estaba sentado el poeta Alberto Infante.
La primera pregunta que Fernando
lanzó a José Guadalajara fue cómo se vive actualmente Cervantes en el ámbito
educativo.
Guadalajara recordó que en torno
a estas fechas es cuando en Primero de Bachillerato (aunque también tercero),
por el programa, se toca Cervantes y su obra. Comentó que en la actualidad los
alumnos que llegan a Bachillerato “son muy variopintos” (yo diría más
claramente que llegan alumnos a este curso sin el desarrollo natural de su
mente, por lo que cosas sencillas las encuentran complicadas antes ya de poner
esfuerzo), lo que da lugar a que acercarse a Cervantes –o a cualquier autor-
sea complicado. Para los alumnos de José El
Quijote es una lectura obligatoria. Aquí quiero recordar que por ley los
alumnos han de leer, al menos, dos obras por trimestre vinculadas con el
temario y El Quijote es perfectamente
accesible para un alumno con mentalidad adecuada al nivel de Bachillerato. La
palabra “obligatoria” significa que si no se lee, ya no se hace media con el
resto de las notas (esto es la ley estatal). Si algún alumno no quiere o no
puede comprender esta obra, debía reflexionar seriamente si realmente es capaz
de hacer Bachillerato, si merece estar cursándolo. Y esto lo escribo muy en serio. Es contraproducente,
como ya está demostrado, que se baje el nivel real para que gente que no está
preparada alcance la universidad tan sólo por ser moda social. Cada uno sirve
para una cosa y hay gente que tiene capacidad para hacer un Bachillerato.
Descender el nivel a la mentalidad de un niño de la ESO es contraproducente para
el bien social. En poco tiempo veremos a los de Bachillerato con libros de
grandes dibujos y pocas letras. ¿Es eso lo que queremos? ¿Deseamos que los
“adultos” de mañana no tengan una mente desarrollada y que resulten fácilmente
manipulables? Porque a eso vamos cuando se dificulta el trabajo de los
PROFESIONALES de la
Educación.
José Guadalajara indicó que en su
centro se lee la primera parte. Algunos alumnos encuentran ciertas dificultades que van solventando (como sucede en la vida para avanzar). Además recordó que
ya se han hecho otras lecturas (como Mio
Cid, El Conde Lucanor La Celestina , El Lazarillo
o El Buscón) que han preparado el
camino. El problema es cuando los alumnos no leen la obra, sino resúmenes,
versiones o nada. De modo que su mente no va preparándose, avanzándose ni
desarrollándose. A esto se suma que el profesor –que puede dirigir la clase como mejor
considere- introduce teoría que ayuda a la comprensión de la obra. Guadalajara
–como muchos de nosotros- se para más en Cervantes, como motor de gran parte de
la literatura que sigue no sólo en nuestro país. Realiza con sus alumnos un
recorrido por la vida del autor, atendiendo algunas curiosidades para levantar
el interés de algunos alumnos que – a pesar de estar en Bachillerato- no lo
tienen (la veracidad o no de la casa de Cervantes en Alcalá de Henares, si
regentaba o no de una casa de citas, si era jugador y perdió gran cantidad de
dinero, si era homosexual). Todo, además, para hacer ver que, aunque se sabe
mucho, todavía existe poco conocimiento sobre este autor.
Fernando López preguntó a Lacarta
que qué hay de verdad y falso en esas anécdotas sobre la vida de Cervantes. El
poeta adviertió que el problema radica en que cada época hay una lectura
diferente, llegando a ocurrir que los expertos cuenten más su propia biografía
que la del autor. Parece ser que desde 1950 se conoce, de manera documentada,
gran parte de la vida de Cervantes, aunque no todos los puntos serían aceptados
en una época franquista. Por ello se decora un poco, se lo pinta más heroico.
Está documentado que Cervantes agrede a alguien en torno al palacio. Como no
puede afirmarse eso en la época, se inventa la idea de que sería otro
Cervantes. Sobre la posibilidad o no de que fuera homosexual no es relevante
para Lacarta. Si fuera homosexual, no
resulta importante para la obra de este autor como sí ocurre con otros
(Cernuda, por ejemplo). Lacarta nos informó de que existen autores homosexuales
que al leer El Quijote aseguran que
Cervantes también lo era. Algunos lo ven en la relación de don Quijote y
Sancho, aunque me parece que es rizar el rizo, porque puede darse igualmente en
una amistad. Más bien es un desdoblamiento del individuo, que presenta, en mayor
o menor medida, un lado idealista y otro
materialista. Respecto si regentaba o no
una casa de putas, Lacarta cree que la azarosa vida de Cervantes podría haberlo
llevado a ello para sobrevivir. Era de descendencia judía en una época que
resulta verdaderamente peligroso. Se basa en el hecho de que las mujeres de su
familia saben leer y escribir, que no era normal en la España del XVII, así como
en cierto secretismo en torno a varios aspectos de su vida (dónde nació, dónde
estudió). Aún así, la vida de Cervantes no es vivida como amarga, porque es un
autor luminoso.
Lacarta siguió tratando los
asuntos oscuros de la biografía de Cervantes. Voy a destacar la idea de que
escribió parte de la obra mientras estaba secuestrado en Argel. Señaló que le
resultaba muy difícil aceptar esta teoría, ya que imaginándose en esa situación
veía muy complicado memorizar tanto texto. Advirtió que en la cárcel sólo se
hacen breves composiciones. Y puso un ejemplo. José Luis Gallego estuvo
encarcelado mucho tiempo durante el franquismo. Componía sonetos, pues, al ser
breves, le facilitaban la memorización.
Y ahí cortó, pues no deseaba
hacer un monólogo (¡qué gracioso es!).
Volvió a intervenir Fernando para
guiarnos, de nuevo, hasta El Quijote. Nos recordó que siempre se ha querido
ensalzarlo o demonizarlo. Para demostrarlo recuperó unas anécdotas. La primera
señalaba un autor –no me quedé con el nombre, pero seguro que Fernando nos
sacará de la duda- que, en El Ateneo, indicaba que se notaba que El Quijote
estaba muy mal escrito, que lo había escrito con la mano izquierda, que
prefería leerlo en inglés, porque en español era un suplicio.
Preguntó, entonces, que qué
creían que había hecho que El Quijote
perviviera a pesar de los detractores.
Comenzó respondiendo Guadalajara.
Lo que se considera la primigenia idea de El Quijote –la crítica a la novela de
caballerías (yo lo llamaría libro o libro de ficción caballeresca, nunca
novela, porque en la época se empleaba para el relato corto)- produce que el
protagonista se presente como un antihéroe (edad avanzada, fabrica sus propias
armas, recupera la de sus tatarabuelos, las golpea y las rompe). Pero Cervantes
tiene una exigencia literaria mayor que algunos de sus contemporáneos, lo que
se nota en su teatro contra el triunfante de Lope de Vega (que siempre comparo
con la actualidad respecto a la televisión de calidad y a la telebasura).
Guadalajara recuperó unas palabras de Benito Arias Montano sobre los libros de
caballerías: abortos de mentes estúpidas,
heces y escoria de la literatura. Es una opinión contra un género que
gustaba a todo el mundo, que era el best
sellers, lo más comercial, pero no lo mejor (Ains, no hemos avanzado nada).
Cervantes apareció, entonces, con una obra que se burlaba del género preferido
de España. Especialmente criticaba la verosimilitud, sobre todo si se tiene en
cuenta que Cervantes es un autor verosímil, aunque, a veces, juegue con la
ficción y la realidad. Pero El Quijote
es una obra viva, porque tiene mucho más
(aventuras, dinamismo, humor, retrato de la época), especialmente por ese
dualismo que nos compone a todos los individuos: idealismo y materialismo.
Entonces, José Guadalajara, comparó el físico de cada uno de los personajes
centrales con su modo de ver la vida: don Quijote, tan larguirucho que parece
ascender a las nubes; Sancho, tan bajito
y oriundo que parece que lo acerca al suelo, a la materia. Cervantes, según Guadalajara, consigue
una simbiosis perfecta de esos dos mundos. El ser humano tiene esas dos
partes. Esa es una de las lecciones de Cervantes, junto a la tolerancia,
libertad…
Tras rogar a Fernando López que
le repitiera la cuestión, Lacarta consideró que la literatura es un fluido continuo, con lo que se va aprendiendo
desde, especialmente, el siglo XV y XVI. Cervantes
quiere incorporar toda una tradición de conocimientos y darles un nuevo
significado (manierismo). Cervantes está ensayando ya desde La
Galatea (donde
se rompe al comenzar con una muerte) y el teatro. ¿El Quijote quiere ser una sátira a los libros de caballerías? A ciertos
libros de caballerías, porque tanto éstos como los pastoriles han ido
degenerando desde su creación. Ejemplifica con los cómic y películas, de la
innovación de Star Wars a la degeneración de películas que pretenden imitar
formas. Cervantes, jugando con toda una
tradición literaria, saca un héroe solitario y luego le busca un
acompañante con el que debatir a la manera de los diálogos erasmistas del XVI.
Seguramente existen muchos aspectos de El
Quijote que en la actualidad perdemos, porque juega con ciertos cuentos e
historias que no han llegado a nuestros días. La obra aúna, cultura
grecolatina, medieval, arábica en una composición compleja que sería la primera
novela de no haber estado antes La Celestina. Yo
no creo que La Celestina
sea una novela, más bien acepto la demostrada teoría de María Rosa Lida que
encontró que en el Humanismo enseñaba retórica a los alumnos universitarios
haciendo prácticas de escritura, obritas de teatro para leer de manera
dramatizada, pero no para ser representadas.
Después de este inciso, vuelvo
con las palabras de Lacarta, quien otorga gran relevancia a la influencia de la
literatura judeo –arábica ya que presenta unos personajes individualizados, que
es una de las grandes diferencias de El
Quijote con los géneros de narrativa de ficción de la época. La literatura
va sumando elementos. Gracias a El
Quijote e tiene Cien años de soledad,
por ejemplo. Recomendó ésta para el instituto junto al inicio de Persiles, éste
como imagen de la novedad, de salida desde la oscuridad a la luz. Lo compara
con Star Wars y se pregunta, de manera jocosa, que quién copió a quién. Ya os
he indicado que es muy divertido. El público rompió en carcajadas.
Para Lacarta, al hablar de
Cervantes, no podemos quedarnos sólo con El Quijote. Hizo muchas interesantes
cosas. Lo relaciona consigo mismo, su sufrimiento cuando le dicen que 34 maneras de amar a Bambi es
extraordinario, porque se pregunta si el resto de su obra no vale nada (lejos
de la realidad; ¡qué bueno es!).
Fernando interrumpió para recordar,
entre otras cosas, que Lacarta había escrito mucho y que algunas de sus obras
estaban a la venta allí, incluido su nuevo poemario (El rojo de tus labios, en Ediciones Vitrubio).
A continuación Fernando leyó un
poema del invitado. ¡Me encanta este poema!
Tras un caluroso aplauso,
Fernando preguntó a José Guadalajara que qué le
influyó de Cervantes como escritor. Algo verdaderamente difícil de
responder. Reconoce que en sus obras juega con la ficción y la realidad,
especialmente en su novela La reina de
las tres muertes. Lo vincula con el juego de voces narrativas que hace
Cervantes en El Quijote.
Guadalajara recordó que no era
una novela, sino que se considera libro. La palabra italiana novela, “noticia nueva”, se refería al
relato corto, como los que aparecen en Las Novelas
Ejemplares de Cervantes. Lacarta,
entonces, lo relaciona con La Galatea y con los libros pastoriles en general
advirtiendo que para el no es una novela, sino que es un libro de poemas, de
sensaciones. Y pone un ejemplo: bajo una
farola el novelista va a contar una peripecia que va a suceder; el poeta se
recrea en el momento.
José Guadalajara preguntó a
Lacarta si habían salido descubrimientos nuevos respecto al autor que se oculta
tras El Quijote de Avellaneda. Unos cuantos filólogos nos removimos en nuestros
asientos, porque en la segunda parte de la obra Cervantes está muy enfadado. Ha
continuado su novela autores que parece conocer. Una de las teorías al respecto
es que tras la firma de Alonso Fernández de Avellaneda se escondían Lope de
Vega y uno de sus discípulos, Guillén de Castro (ya que se incluyen textos del estilo de aquel y un prólogo en el que se desprecia a Cervantes). Lacarta nos
recordó que no sólo hubo esta continuación, aunque sí fue la más famosa. Era una técnica
habitual para aprovechar la fama de otros (ya lo sufrieron La
Celestina y El
Lazarillo, por ejemplo). De cualquier forma, no existe una teoría
definitiva. Incluso, Lacarta no descartaba que fuera el propio Cervantes quien
lo hubiera hecho (lo que me parece muy complejo, porque estaba componiendo la
segunda parte; aunque sería una vuelta más de tuerca del juego cervantino).
José Guadalajara preguntó que a
qué se debe ese informe que Cervantes escribe sobre Argel. Para salvar el pellejo, respondió Lacarta. Siempre teniendo en
cuenta que pudo luchar como soldado de las fuerzas especiales de Italia y no de
España, cuya monarquía lo está persiguiendo.
José Guadalajara y Manuel Lacarta
continuaron su diálogo mientras Fernando procuraba dar paso a las cuestiones
del público. Estaba tan interesante la conversación…
Y nos tocó a los espectadores.
La primera pregunta giró en torno
a la recepción de la obra en la época y si tuvo conflictos con gobierno.
Lacarta nos contó que la obra fue
rápidamente a América. En la época se consideró un texto de entretenimiento,
porque lo que se conocía como literatura subversiva era la picaresca.
La siguiente pregunta fue si no es
un error estudiar a Cervantes antes de leerlo y poner un examen. Claro que me
parece un poco difícil entender algo más o menos bien si primero no se conocen
técnicas, temas y características diversas. Además creo que hay un error de
concepto: hay una diferencia entre la lectura de ocio a la que se hace como
estudio de una época. Es obvio que para tener la capacidad de la segunda
lectura, mucho más compleja, se necesita que, desde muy pequeño, el niño haya
sido conducido, como responsabilidad de los padres, a la primera. Si esto no
está en el hábito del joven, muy difícil será que analice una obra – que
resulta indispensable como defensa ante el ataque de la manipulación que sufren
a lo largo del día. Y si no tiene esa capacidad, no ha de estar en
bachillerato. Es muy importante que los padres hagan su tarea principal, educar
a su hijos en valores y hábitos que se van a ir depurando poco a poco con la
ayuda de los profesionales, siempre con la base del trabajo de los padres. Si
ese no está, es casi imposible que se salga adelante (así está la sociedad). La
mente humana tiene momentos concretos de desarrollo para ciertas habilidades.
Si no se siguen los pasos, las personas resultantes no se habrán desarrollado.
De modo que tendremos una sociedad con cuarenta años físicos pero mentalmente
infantiles. Muy fáciles de manipular. Los preferidos para dictaduras y grupos
que pretenden perpetuar sus privilegios.
Guadalajara recuerda que hay a
muchos alumnos que les gustan los clásicos y los entienden, incluso obras tan
complejas como La Celestina
(¡cómo me alegro de que mi profesora de literatura me descubriera tanto El Quijote como La
Celestina !),
aunque la mayoría –como reflejo de una sociedad que desprecia el esfuerzo y la
lectura; recuerdo que los niños son reflejo directo de sus padres- no les gusta
leer ni clásicos ni Teo va a la escuela (esto
lo añado yo, aunque las palabras de Guadalajara, mucho más elegante, ocultan
este significado).
Otra de las cuestiones, aunque
más afirmación, fue respecto a la cultura de Cervantes. Lacarta indica que es un autor con unos conocimientos
muy limitados, lejos de la gran cultura que hay en los círculos literarios del
momento (sólo hay que pensar en Quevedo y Góngora). Eso no quiere decir que no
fuera culto, sino que le faltaban algunos recursos y conocimientos que otros
tenían, pero que él no a causa de vicisitudes de su vida. Vamos, algo que me
parece que nota cualquier buen filólogo. Se intentó contraargumentar diciendo
lo bueno que Cervantes era en poesía. Hubo un murmullo. He de decir, con el
poco conocimiento que tengo de poesía, que es justamente donde más se nota la
limitación cultural de nuestro autor. Eso no quita que fuera un gran elaborador de relatos.
Bueno, y me tocó preguntar: ¿Don
Quijote está loco o se lo hace?
Guadalajara recuerda que según Torrente
Ballester se lo hace y lo demuestra con una serie de escena, como que baja la
lanza para no hacer daño a las ovejas que se supone que ha considerado
soldados. Es difícil decirlo. Resulta curioso el hecho de que el personaje razone muy cuerdamente y en algunos momentos
se vuelva muy imaginativo. Lo que
hay- como tú sabes bien, Patricia- es un cambio de enfoque de la primera a la
segunda parte. En la primera parte don Quijote cree ver Gigantes en vez de
molinos; en la segunda mitad son los demás
quienes le cambian la realidad. Y don Quijote parece saberlo perfectamente.
Es un terreno difícil de saber. Lo interesante es que Cervantes pudo hacer
lo que quiso.
Lacarta nos recuerda que Freud
aprendió español para leer El Quijote.
Don Quijote dice “Yo sé quién soy”, lo
que también es importante. Luego hay una parte de construcción erasmista; es
decir, El Quijote como un coloquio. No me planteo la locura o la cordura de don
Quijote.
Fernando considera que ese juego
de cordura/ locura es un mundo que prefiere crearse frente al caos de la
realidad que lo circunda. Por eso siempre
me ha parecido una broma pesada que se muera cuerdo al final.
La otra pregunta que tenía (la
tercera ya no la hice, que había prisa) era si realmente la obra había rondado
en 1604 ya en los círculos literarios antes de ser publicada.
Lacarta indicó que sospechaba que
sí. Además El Quijote empezó a escribirse en verso en lugar de en prosa. Jo,
me quedé con las ganas de saber si lo que nos decían en la carrera, donde nos
leyeron unas cartas de algunos autores (entre ellos Lope de Vega) que se referían
a la obra en 1604, era cierto.
La última intervención, como
magnífico colofón, fue la del poeta Alberto Infante que quiso hacernos
reflexionar sobre nuestra actitud ante el propio patrimonio cultural al
referirnos que en México se celebra a Cervantes como una fiesta en la que
participan decena de miles de personas. Celebran por las calles y representan
entremeses, "Novelas Ejemplares", fragmentos de “El Quijote”. ¡Qué envidia!
Se cerró la tertulia con un
poema de 34 posturas para amar a Bambi.
¡Alucinante!
Terminó el Café Literario con la
música de Ricardo Virtanen.
Muy buen café literario. Llevo asistiendo a estos eventos desde hace más de un año (concretamente, desde febrero de 2012), y tengo que decir que desde hace dos o tres meses (con el año nuevo, precisamente), ha habido un cambio en el formato del café, dando más protagonismo a la tertulia literaria en detrimento de otras actividades que anteriormente daban colorido al conjunto, a costa, a mi juicio, de lo verdaderamente importante, que era el tema que se trataba, los libros y los autores. Ahora el centro es el debate, que gana en intensidad, profundidad y calidad, sobre todo cuando los invitados tienen el nombre de los que ocupaban las sillas en esta ocasión. ¡Un gran acierto ese giro de timón!
ResponderEliminar