Ya que tal día como ayer nacía
Rubén Darío, hoy vamos a comentar uno de sus poemas. Al principio iba a
desmenuzar Blasón, pues el cisne es
el símbolo del Modernismo. Pensé también en
Sonatina y Venus. Pero, al final,
me he decido por Lo fatal para que se
vea que el Modernismo no es sólo literatura preciosista que pretende evadirse
del horror del mundo.
LO FATAL
Dichoso el árbol, que es apenas sensitivo,
y más la piedra dura porque ésa ya no siente,
pues no hay dolor más grande que el dolor de ser vivo
ni mayor pesadumbre que la vida consciente.
y más la piedra dura porque ésa ya no siente,
pues no hay dolor más grande que el dolor de ser vivo
ni mayor pesadumbre que la vida consciente.
Ser, y no saber nada, y ser sin rumbo cierto,
y el temor de haber sido y un futuro terror...
y el espanto seguro de estar mañana muerto,
y sufrir por la vida y por la sombra y por
y el temor de haber sido y un futuro terror...
y el espanto seguro de estar mañana muerto,
y sufrir por la vida y por la sombra y por
lo que no conocemos y apenas sospechamos,
y la carne que tienta con sus frescos racimos,
y la tumba que aguarda con sus fúnebres ramos
¡y no saber adónde vamos,
ni de dónde venimos!...
y la carne que tienta con sus frescos racimos,
y la tumba que aguarda con sus fúnebres ramos
¡y no saber adónde vamos,
ni de dónde venimos!...
Como podemos comprobar el texto
gira en torno al paso del tiempo y la llegada de la muerte desde un tono
pesimista y melancólico.
Externamente, este poema se
compone por versos largos de catorce sílabas, menos los dos últimos, que parece
que representan la pérdida del aliento al final. De modo que forma un soneto
(dos cuartetos y dos tercetos) con la innovación típica del modernismo.
En cuanto a la estructura interna,
el texto se divide en dos partes que responden a la forma de uno argumentativo.
Esas dos partes son la tesis y el cuerpo argumentativo. La primera (que
comienza de manera sentenciosa) se
encuentra en el primer verso y la mitad del segundo: dichoso el árbol, que es apenas sensitivo // y más la piedra dura (…).
El resto del poema compone una serie de justificaciones respecto a su opinión
de que los seres inertes son más dichosos
que los seres humanos. Así que nos encontramos ante una estructura
argumentativa que responde al esquema deductivo.
Si pasamos al nivel fónico
–gráfico, hemos de centrarnos en cuatro elementos: el análisis de las pausas,
del ritmo de cantidad, del de intensidad y del timbre.
En el poema destaca el
encabalgamiento del verso ocho al nueve, que conecta la enumeración del segundo
cuarteto con el terceto. A esto se añade que, al emplearse verso largo existe
cierta pausa interna en la construcción de cada uno.
Dichoso
el árbol, / que es apenas sensitivo,
Y más
la dura piedra/ porque esa ya no siente,
Pues
no hay dolor más grande/ que el dolor de ser vivo,
Ni
mayor pesadumbre/ que la vida consciente.
El texto emplea versos de arte
mayor, alejandrinos, lo que dota a la estrofa de la innovación propia del
Modernismo, que se caracteriza por recuperar formas del pasado y darles un
toque novedoso. Lo que muestra la maestría de estos poetas. Además, emplea
palabras llanas, típicamente castellano, pero destaca la posición del acento
versal del sexto, ya que al ser aguda se le suma una sílaba, pues el sonido se
alarga. Especialmente con el empleo de los puntos suspensivos, que se vincula
al sentimiento tenebroso que quiere provocar.
Ser y no saber nada, y ser sin rumbo
cierto,
Y el temor de haber sido y un futuro
terror…
Como vemos, esta elipsis se
refiere a la muerte, al que el yo poético no se atreve a nombrar.
Si pasamos al ritmo de
intensidad, es decir, a la distribución de los acentos en cada verso, el
estrófico es impar (decimotercera sílaba), por lo que nos hallamos ante versos
trocaicos. Sin embargo, el resto de los acentos versales no coinciden, dando
lugar a ritmo extrarrítmicos. Así, el poeta vincula forma y fondo, pues ese
ritmo de altibajos produce una sensación de desasosiego equivalente al asunto
del texto.
Respecto al timbre, es decir, la
rima, ésta es consonántica en ABBA ABBA CDC Cd.
En cuanto a los recursos
retóricos empleados de este nivel, destaca la aliteración en el primer verso, consiguiendo
la única somera sensación de tranquilidad del poema.
Respecto al nivel
morfosintáctico, en el ámbito nominal sobresale el empleo de adjetivos junto a
sustantivos. Estos, principalmente son abstractos (terror), destacando la
reiteración de dolor, haciendo hincapié en el castigo que sufre el ser humano. Los
adjetivos calificativos aparecen tanto antepuestos como postpuestos al
sustantivo al que se refieren (dichoso el árbol, espanto seguro). Pero llama la
atención especialmente el empleo del grado comparativo de superioridad en el
tercer verso:
Pues no hay dolor más grande
que el dolor de ser vivo.
En el ámbito verbal, podemos
centrarnos en el empleo de verbos copulativos y en la repetición de ser, lo que
hace paralelo al tema existencialista en torno al que gira el texto. A esto se
suma el uso de tiempo presente, con lo que el yo lírico generaliza llevando lo
que afirma a una verdad que se da siempre. El único cambio es el infinitivo
compuesto en y el temor de haber sido.
También en este nivel, hemos de
referirnos a las oraciones, que son extensas. Sólo aparecen dos en todo el
soneto. Entre otras cosas, sugiere la maestría del poeta y su dominio de la
lengua, así como el tema relevante y de pensamiento complejo en el que se
centra.
Entre los recursos retóricos
morfosintácticos destacan la reiteración
de dolor, la larga enumeración, el polisíndeton, el paralelismo, la repetición
de ni y no, la derivación /sensitivo, siente, ser), la ya mencionada elipsis de
la muerte (que la hace más presente en la mente del receptor). La utilización de
todas estas figuras literarias responde a la angustia vital que invade el
poema.
Del nivel léxico – semántico
sobresale la familia léxica de sentir, pero, en especial, el empleo de dos
campos semánticos: por un lado el vinculado con la naturaleza, que no siente
dolor (árbol, piedra); por otro, el más extenso, referido al miedo (temor,
terror, espanto, tumba, fúnebre…).
Entre los recursos, destaca la
sinonimia gradual en la segunda estrofa:
Ser y no saber nada, y ser sin rumbo
cierto,
Y el temor de haber sido y un futuro
terror…
Y el espanto seguro de estar mañana
muerto,
También resulta relevante la
metonimia del primer terceto:
Y la CARNE que tienta con sus frescos
racimos.
(juventud y todo lo
que conlleva)
No hemos de olvidar la antítesis
del primer terceto y que, además, compone una metáfora:
Y la carne que tienta con sus FRESCOS
racimos,
Y la tumba que aguarda con sus FÚNEBRES
ramos
Existe otra antítesis relevante
en los últimos versos truncados:
¡y no saber adónde VAMOS,
Ni de dónde VENIMOS!...
Y en esta estrofa también destaca
la exclamación retórica ahogada por el sentimiento agónico ante la muerte.
Por todo esto podemos afirmar,
respecto al tipo de texto, que es literario (ya que emplea una serie de
extrañadores para crear belleza, tales como el verso y los recursos retóricos),
de género lírico (puesto que presenta sentimientos y pensamientos, en este caso
con un tono pesimista sobre el existencialismo del ser humano, por lo que
podemos considerar que este soneto es elegiaco). Por la forma discursiva, el
poema es argumentativo, porque presenta la opinión del yo lírico y todas las
justificaciones (de ahí el empleo de estructuras sintácticas de causalidad). Sin embargo,
aparece también la descripción. Respecto a la intención, el poema, en primer
lugar, es estético, por ese afán por crear belleza; pero también es persuasivo,
puesto que el yo lírico pretende convencernos de su opinión: la suerte que
tienen los seres inertes, respecto a los seres humanos.
Espero que este somero comentario
os haya parecido entretenido y esclarecedor.
Me encanta. Siempre he pensado que Lo fatal es el soneto perfecto.
ResponderEliminarGracias por el exceletne análisis.
Saludos.
Muchas gracias a ti por leerlo y dedicar tiempo a comentar.
EliminarUn abrazo.
Gracias Patricia por el comentario. Dejando de lado el análisis formal, a mí me gusta principalmente la literatura por lo que transmite al alma, el sentimiento. Me impresiona cuando dice "ni mayor pesadumbre que la vida consciente". Está claro que a cada lector las palabras del poeta le dicen una cosa, y aunque el escritor haya tenido un sentido concreto al plasmar esas letras, lo bonito de la literatura es que es libre, y deja que en cada corazón indique algo distinto. A mí ese verso me recuerda el dicho (creo incluso que en alguna cita de este mismo blog se ha aludido a ello), son más dichosos los ignorantes que los inteligentes, pues estos últimos se dan cuenta de las cosas, entre las que desgraciadamente nos encontramos demasiadas maldades. Ser consciente, por lo tanto, puede ser estar despierto, lo que entroncaría con ese deseo de muchos modernistas de refugiarse en la torre de marfil, tal vez como ahora, muchos de nosotros, nos abrigamos al calor de nuestras casas hipotecadas para dar la espalda a la realidad que nos hace infelices, en vez de enfrentarla como, por otra parte, muchos modernistas hicieron en etapas de su producción, como el propio Rubén Darío.
ResponderEliminarSoy estudiante de 4ESO y te doy mis más sinceras felicitaciones por este gran comentario y, en general, blogspot!! Saludos desde las Islas Canarias ☺☺
ResponderEliminarMe alegra que te haya sido útil y que hayas disfrutado con él. Un abrazo.
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