sábado, 10 de marzo de 2012

DULCINEA.

 Artículo ya publicado en L´Artmaniaque en 2005.

En esta semana en la que se celebra el día de la mujer, ¿por qué no hablar de una de las figuras femeninas más famosas de la literatura: Dulcinea del Toboso? ¿Por qué se ve obligado  don Quijote a crearla? ¿Qué simboliza? ¿La ven igual Quijote y Sancho? ¿Qué contrastes hay entre ella y Aldonza Lorenzo?

Es harto conocido que una de las intenciones de la obra cervantina es hacer una parodia de los desfasados e irreales  libros de ficción caballeresca (mal denominados, en la actualidad, novelas, puesto que el término, de origen italiano, se refería, entonces, al relato breve). De ahí que el autor elija un hidalgo enloquecido por su lectura, pero con un objetivo que sale de su buen corazón (en oposición a la sociedad): conseguir justicia y libertad restaurando la caballería andante. Sin embargo, esa finalidad será vista como locura y ridiculez por la corrupta sociedad. De ahí el sabor amargo que nos deja la obra bajo la aparente comicidad. Actualizando,  sería como si un anciano de ochenta años se creyera John McClane (nuestro ideal caballeresco), y fuera, vestido de esa guisa, por el país intentando hacer justicia mientras toda la amoral sociedad (incapaz de ver más allá de la superficie) ridiculiza sus gestas, que casi siempre salen mal.

Bien, don Quijote quiere traer a la realidad las costumbres caballerescas de los libros: se cambia de nombre, busca un caballo y le pone nombre…y, lo más importante, no hay caballero sin una dama en el corazón. En el género parodiado se considera que el amor engrandece al hombre de tal modo que consigue las hazañas más insospechadas (luchar con gigantes, con brujos, dragones y otros representantes del mal). Por este hecho y tópico caballeresco, don Quijote necesita una dama de la cual enamorarse, mas no una mujer cualquiera, sino de alta alcurnia y que responda a un cánones de belleza determinado: cabello como rayos solares, labios de rubí, dientes como perlas, piel de marfil, etc.

Sin embargo, Cervantes se está burlando de todo esto, de un canon que aburre y del que no queda más que retórica vacía. ¡Y es que lleva de moda desde el siglo XII y Cervantes está escribiendo entre finales del XVI y principios del XVII! Quinientos años de monotonía. Claro está que por La Mancha no hay muchas princesas, y, como hará con los molinos de viento, don Quijote parte de  una mujer de la realidad para crear su propia realidad caballeresca. Si don Quijote viendo los molinos imagina que son gigantes, convierte a una labradora hombruna (Aldonza Lorenzo) en una delicada princesa. En primer lugar  ha de modificar el nombre de Aldonza, ya que no entra en el ideal caballeresco, entre otras cosas, porque dicho andrónimo no tenía buena fama y se refería –según los refranes- a las mujeres “muy amigas” de los hombres. Ahora debe buscar un nombre musical (dice don Quijote) y se apoya en reminiscencias literarias (Floirea, Melibea) para acabar llamándola Dulcinea. Una burla que aumenta si recordamos la descripción que de ella hace Sancho como una labradora hombruna, fuertota y nada melindrosa.

Además debe añadirle una patria, pero la ironía vuelve a aparecer al hablar de una aldea de reciente creación y repoblada por moriscos (en un momento en que tanto importa la limpieza de sangre): el Toboso, famosa, entre otras cosas, por sus cardos borriqueros.

De todos modos, no hay una sola Dulcinea en El Quijote. Me explico: un mismo personaje –aunque no exista en la realidad novelesca- aparece de diferentes formas. Así, Sancho la describe dentro de lo que él conoce, la cruda realidad de labrador; mientras que don Quijote la idealiza, eso sí, de varias formas distintas y siguiendo la tradición literaria. Esto bien se ve en el momento en el que don Quijote pide a Sancho que  entregue una carta a Dulcinea. Como es evidente, Sancho no lo hace y se ve obligado a ingeniárselas para inventar un encuentro con Aldonza Lorenzo, labradora de aldea cercana a la suya. Don Quijote va alegando tópicos cortesanos, pero Sancho presenta el contra punto. Por ejemplo, don Quijote supone que la encuentra cosiendo, mas Sancho afirma que estaba labrando; el hidalgo piensa que la dama besaría la carta al recibirla, pero pide que la deje en un rincón porque tiene mucho trabajo y además no sabe leer; don Quijote se refiere a su fragancia, mientras que Sancho asegura que olía hombruno y a sudor. Tal vez, si ambos hubieran pertenecido a la misma clase social, Sancho entendería que, como los poetas que escriben sobre mujeres no han de hacerlo de una real (Platón advertía que el poeta fingía, sino sería historiador), Dulcinea sería una Poética.

En cuanto a su simbología, El Quijote es obra rica en esta cuestión, por lo que no existe un solo significado. De todos modos, además de la mayor exposición de lo ideal, simboliza parodia de esos tópicos descriptivos de la mujer en literatura ya desgastados. Nos está diciendo que se necesita algo nuevo.

Sin embargo, ante todo, Dulcinea representa lo ideal, la justicia y libertad que pretende llevar a la sociedad don Quijote mediante la recuperación de orden caballeresca. Pero va comprendiendo que su buena voluntad es imposible. Ese ideal desaparece totalmente cuando Sancho  pone en manos de su amo una liebre afirmando que es Dulcinea. Don Quijote cae en la realidad, y muere (sumando que evitaba que algún otro impertinente se atreviera a volver a realizar una falsa continuación). El mal ha podido con el bien.

5 comentarios:

  1. ¡Quinientos años de monotonía! Me gusta esta expresión, Patricia, y me gusta el desarrollo que le has dado en tu artículo a la visión realista-idealizante de la mujer.

    Siempre profunda y literaria en tus reflexiones.

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    1. Muchas gracias por tu comentario, especialmente viniendo de alguien cuyo estilo admiro profundamente.

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  2. Como siempre, siempre estupendo tu blog; hay tanto material como para estar entretenido una semana. ¡Ah! La bella Dulcinea/Aldonza. Es el mejor símbolo jamás creado de ese amor. Al final, la trama de este personaje presenta el discurso de las aspiraciones de aquel que, profundamente enamorado, magnifica las virtudes y se resiste a ver los fallos del objeto de su amor; o que, llegando más allá, no sólo los disculpa u omite, sino los defiende como si de virtudes se trataran. Es un rasgo humano que hacen ambos géneros, por eso hay tantas mujeres y hombres que sufren los maltratos, físicos y emocionales, de sus parejas (aunque en esto la mujer suele llevarse la peor parte desgraciadamente). EL Quijote es, simplemente, una novela perfecta porque es el reflejo de la vida en todas sus vertientes, transformada hasta crear arte.

    Aún así, mi opinión: veo necesaria su muerte, pero me parece una putada que muera cuerdo e infeliz. ;D

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    1. Gracias por tu comentario. Me parece muy triste que "muera cuerdo e infeliz", como indicas, pero creo que se debe a la desilusión procedente de dos orígenes: el desolado espíritu barroco y el de un anciano desilusionado con una vida que no lo ha tratado de manera justa. Claro, sin olvidar que está resentido con Lope de Vega (tan envidioso este poeta como siempre) por intentar ridiculizarlo con una segunda parte falsa.

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  3. ¡Tengo a un novelista y a un poeta comentando en mi blog! Honrada me hallo por vuestras palabras. Espero que el texto literario de mañana también os guste.

    Muchas gracias.

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Se agradecen los comentarios, especialmente para no sentirme como una loca que habla sola. Saludos.